Falacias sobre la distribución del ingreso

Xavier Sala-i-Martin, economista catalán doctorado en Harvard y profesor de la Universidad de Columbia, es una de las máximas autoridades en cuestiones de crecimiento, desarrollo económico y de la reducción de la pobreza. Hoy, esta columna se apoya en uno de sus trabajos expuestos en la Fundación de Altos Estudios Sociales (FAES), de Madrid, el pasado 2005.

Hablar sobre la distribución del ingreso es también hablar sobre la constante y recurrente retórica que insiste en “lo mal que va el mundo por la globalización neoliberal salvaje”. Es así como los personajes comodones ideólogos de escritorio del Socialismo del Siglo XXI, como Ignacio Ramonet, Noam Chomsky, Eduardo Galeano y otros que de vez en cuando caminan la ciudad de La Paz, repiten invariablemente que “el avance dramático de la globalización neoliberal va acompañado de un crecimiento explosivo de las desigualdades y del retorno de la pobreza, y que si tomamos el planeta en su conjunto, las 358 personas más ricas del mundo tienen una riqueza superior a la renta del 45% más pobre”.

¿Riqueza superior a la renta?

Así como las manzanas y las peras no son lo mismo, riqueza y renta son cosas totalmente distintas. Resulta ser que la riqueza es un conjunto de bienes, derechos y obligaciones que generan renta y la renta aumenta la riqueza, por lo que la renta es un flujo que refleja la variación en el tiempo de dos niveles de riqueza. Así pues, “la renta es el ingreso que obtiene el propietario de un bien mueble o inmueble a cambio de una cesión perpetua o temporal de dicho bien”.

¿Crecimiento explosivo de las desigualdades? ¿Culpa de la “globalización salvaje neoliberal”?

Construyendo una distribución mundial de la renta, ajustados por el poder de paridad de compra e inflación (un término al que los economistas recurren para señalar que consumir en Londres no es lo mismo que hacerlo en Cochabamba), y su evolución en el tiempo, Sala-i-Martin observa la situación del conjunto de la humanidad más pobre en 1970 y la compara con la de 1980, 1990 y 2000. ¡Sorpresa! En este último año se observa que la pobreza se redujo en un tercio desde el primer año, época de Mao Zedong, máximo líder del Partido Comunista de China.

Valga aclarar que tasas de pobreza y número de pobres tampoco son lo mismo, sin embargo lo que se pretende es reducir ambos con cada día que pasa, pues curiosamente, hasta 1980, el número de pobres aumentaba, pero a partir del momento en que la “globalización neoliberal salvaje” empieza a manifestarse con más claridad y a hacerse cada vez menos evitable, y cuando China comienza con el proceso de liberalización de su economía, la pobreza baja de 1.200 millones a menos de 800 millones de habitantes.

¿Es necesariamente mala la diferencia de rentas?

Reducir la brecha entre ricos y pobres no es tan importante como reducir la pobreza, ¿no es cierto? Existe gente a la que le incomodan las desigualdades, y lo peor que le puede pasar es que el vecino se compre un automóvil del año. Este es pues el prejuicio sobre el que se construye toda la posición absurda que no nos permite avanzar hoy, de quienes nostálgicamente replantean las posiciones de los años setenta o de muchísimo antes, y que obvian el paso de tiempo, la evolución de la ciencia y los nuevos enfoques sobre la pobreza.

Con la evidencia que Sala-i-Martin sistematiza, vemos que los ideales del mal llamado Socialismo del Siglo XXI no son más que un enorme edificio construido con naipes que se fundan en el hábito, aunque hábilmente edificado, de la envidia y el engaño.

Artículo publicado en Los Tiempos.

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