La nacionalización inadvertida

No siempre es necesario un primer día de mayo para nacionalizar algún sector vital de la economía de un país. Con la aprobación de la Nueva Constitución Política del Estado, además de que se le ha vuelto a confiar al Ejecutivo el monopolio de la emisión de moneda, es decir, el poder total sobre la política monetaria, cambiaria, crediticia y financiera; lo que el socialismo en realidad ha conseguido es la nacionalización de nuestra moneda.

Alguna vez se escuchó decir que el Banco Central de Bolivia nunca fue realmente independiente, pero el alcance de sus controles no sólo se incrementó, sino que las atribuciones de esta entidad consolidan la manipulación de la oferta monetaria y las tasas de interés “que contribuyan al desarrollo económico y social del país, y el “vivir bien de la sociedad”, a pesar de haber vivido la experiencia de la tercera hiperinflación más grande de la historia y de la machacona insistencia de los textos de economía en tener a Bolivia como el ejemplo de qué es lo que no se debe hacer en política económica.

La idea de crear un banco central es precisamente para intervenir en los fenómenos del mercado mediante la manipulación arbitraria y sin respaldo de la base monetaria. Esta política ha sido denunciada ante el Congreso de los Estados Unidos desde hace ya muchos años para abolir su complejo sistema, pero nunca con tanta fuerza como hoy que se ha entendido que sus políticas, por más que consten de una sólida base institucional y de tener las mejores intenciones, pueden generar los más perniciosos resultados.

Manejar una economía sin un banco central no es un concepto utópico. En Panamá no existe banco central, por tanto, no hay “prestamista de última instancia” ni seguro de depósitos, de tal manera que los bancos están obligados a actuar responsablemente para mantenerse a flote. La ausencia de una banca central hace que no se manipulen ni se influya sobre las tasas de interés. De esta manera, aquel país ha ocupado el primer o segundo lugar del mundo en el en la categoría de Fortaleza Monetaria. (Saied, 2007).

Esta política tampoco es mera casualidad. La primera constitución del mismo país estableció en su Artículo Nº 117: “No podrá haber en la República papel moneda de curso forzoso. En consecuencia cualquier individuo podrá rechazar todo billete u otra cédula que no le inspire confianza; ya sea oficial o particular”. La segunda oración desapareció con el pasar del tiempo, a medida que el mercado político se inclinaba por el control e intervención, pero su esencia, la de no permitirle al Estado la emisión de moneda de curso forzoso, se ha mantenido por más de cien años y con ello Panamá ha disfrutado de importantes beneficios financieros y monetarios. (Brenes, 2005).

Este argumento puede resultar tan controvertido que algunos podrían verlo como subversivo, sin embargo, incluso el argumento de disciplina fiscal ante el sobreendeudamiento y el gasto diligente, o el control de precios de nuestro dinero y la fijación o flotación de nuestro tipo de cambio en nuestro caso, resulta estéril frente a la seriedad con la que los políticos deben asumir algunos desafíos que permitirían avanzar en las causas de la democracia y la libertad.

Este próximo 8 de mayo se celebran 110 años del nacimiento de uno de los economistas más brillantes y reconocidos del Siglo XX, Friedrich von Hayek, doctor en economía, ciencias políticas y derecho, quien fue galardonado con el premio Nobel de Economía en 1974. Estas ideas le pertenecen a él y a la escuela a la que perteneció. No hay duda sobre la vigencia de su pensamiento, pero la fuerza del mismo se la da cada pretensión de los burócratas de planificarnos la vida, en este caso, con la manipulación del dinero sin el consentimiento de quien le pertenece. Desnacionalicemos nuestro dinero.

Publicado en Los Tiempos.

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