Nuevas tasas de interés, nuevo escenario

Finalmente llega uno de los momentos de mayor volatilidad financiera que jamás se haya visto desde 1929, y que el tipo de economistas no convencionales como Ludwig von Mises estuvo advirtiendo al menos desde la publicación de La Teoría del Dinero y del Crédito, en 1912.

El debate sobre el momento en que a la Reserva Federal de los Estados Unidos no le quede más alternativa que incrementar las tasas de interés desde 2006, ha terminado, pero ¿qué fue lo que sucedió durante todo este tiempo?

Los economistas como Mises sostienen una teoría para explicar los fenómenos económicos, y que, por tanto, les permite explicar una vez más la causa detrás de bancarrotas bursátiles, pánicos y corridas bancarias, o crisis económicas generalizadas: cuando aquellas instituciones de origen espontaneo y evolutivo, como el lenguaje o la moneda, que permiten la vida en sociedad, y cuya cantidad de información es imposible de articular objetivamente por ningún organismo creado de manera deliberada por el hombre, son manipuladas, a la larga terminan generando mayores problemas que aquellos que en un principio se ha pretendido solucionar.

Esta es una lección ampliamente aprendida por quienes han tenido la fortuna de estudiar bajo este concepto, o quienes han confiado en un tercero para dejarse asesorar en la preservación o incluso ampliación de patrimonio en tiempos económicos altamente adversos, pero se trata de una gran minoría de personas; el consenso como principal herramienta de análisis de mercado e inversión, no es precisamente algo por lo cual un inversionista poco convencional se dejaría llevar.

Sin embargo, esto es exactamente lo que ha venido sucediendo durante toda la etapa inmediatamente anterior del ciclo que acaba de iniciarse ahora: cuando la burbuja inmobiliaria explotó con la bancarrota de Bear Stearns en 2007 y Lehman Brothers en 2008, la Reserva Federal de los Estados Unidos, encargada del control del valor del dólar, la moneda internacional de reserva, mantuvo las tasas de interés de referencia arbitrariamente intactas durante casi una década.

Nuevamente, a pesar de las advertencias, durante un inicio esta política de abaratamiento artificial del crédito provocó que muchas empresas  se aventuraran en realizar inversiones que de otra manera no hubieran sido posibles, a la vez que forzó a que cientos de miles de millones de dólares fueran dirigidos hacia el consumo de las familias, y fundamentalmente para que, entre varios otros, compraran activos del sector inmobiliario, distorsión burbujística burbuja que en vez de que su explosión terminara de corregirse fue reinflada para que de un tiempo a esta parte sus precios se hayan triplicado.

En resumen, las tasas de interés de la Fed artificialmente a la baja han llevado a acumular distorsiones en la asignación de capital a proyectos y mercados, y sancionando a ahorradores, además; mientras en unos lugares abundó el capital, faltó en otros durante al menos diez años.

Como en el caso del valor de la moneda y sus distorsiones consecuentes en los niveles relativos de precios y la estructura productiva de una economía.

Ahora bien, las distorsiones en el dólar también se fueron filtrado alrededor del globo generando el mismo tipo de distorsiones en el valor de los activos, como por ejemplo los de las materias primas, cuya burbuja explotó por otros factores distintos a los del incremento de la Fed hace más de un año atrás. Y por si fuera poco, el resto de los bancos centrales más poderosos alrededor del globo copiaron exactamente la misma política. Jamás en la historia se ha registrado mayor oferta de crédito y dinero alrededor del globo, por lo que las consecuencias indeseadas podrían ser de magnitud global.

Pero la distorsión en el valor de activos alrededor del globo ya es muy difícil de identificar. Es muy probable que durante todos estos años la tesis BRICS también haya sido víctima. Probablemente Brasil, Rusia, India y China también hayan sido burbujas consecuentes ahora que se encuentran en franca desaceleración o incluso en una de las peores recesiones que haya registrado incluso desde la Gran Depresión, como en el caso del gigante sudamericano. Solamente el incremento de tasas permitirá al mercado identificar esos errores globales masivos de inversión.

Lo único cierto hasta el momento es una experiencia similar al que está por vivirse con el incremento de tasas de la Fed, y que bien podría ayudar a ilustrar el escenario que esta teoría de la manipulación del crédito y la moneda detrás de las burbujas de activos dibuja: luego de que Nixon terminara con el último vínculo que el dólar tenía con el patrón oro en 1971, pasaron 9 años de formación de estancamiento inflacionario, es decir, una inflación que superaba el 50% anual, con un muy elevado nivel de desempleo, hubo una gran corrección bursátil. Sin embargo, no fue hasta que Paul Volcker, entonces presidente de la Reserva Federal, decidió incrementar las tasas de interés y reducir los impuestos de manera muy agresiva hasta que se encontró de nuevo la senda del crecimiento sólido y sostenido.

Lógicamente, en el corto plazo la medida provocó muchísima volatilidad, pero definitivamente salvó al dólar de su rápido proceso de debilitamiento. Lamentablemente, desde entonces, cuando se encontraban alrededor del 20%, las tasas de interés no han dejado de bajar hasta encontrarse en el 0% durante demasiado tiempo.

Ahora bien, ¿qué hacer al respecto para preservar su patrimonio? El pensamiento convencional diría que ante el fortalecimiento relativo del dólar que significaría un incremento de tasas, el precio del oro sufriría una caída por los costos de oportunidad de poseer oro. No obstante, citando nuevamente casos históricos se puede ilustrar argumentos en favor del oro en este nuevo escenario:

En el mes de julio, HSBC Global Research publicó un informe en el que afirma que el precio del oro en realidad aumentó luego de los últimos cuatro incrementos de tasas de interés de la Fed.

En todo caso, la decisión de la Fed sería positiva. Las burbujas no pueden continuar para siempre, las masivas distorsiones que se han creado y que los economistas convencionales todavía no pueden advertir, no pueden continuar para siempre. Habrá serios problemas en un inicio, pero serán relativamente menores que los que continuarían creándose si el incremento fuese después.

Artículo publicado en SchiffOro.