Santa Cruz diseña su propio plan B

Tengo un emprendimiento prometedor. Desde un principio nuestro trabajo se ha enfocado en advertir una crisis económica generalizada e inevitable en Bolivia, y en consecuencia, a asesorar a la gente a que pueda construir una estrategia financiera de preservación patrimonial, tomando también en cuenta el muy poco amigable contexto internacional para el ahorro en medio de una intensa guerra monetaria desde el inicio de la Gran Recesión, ¡ahora ya con tasas nominales negativas!

Pues hoy el trabajo no es distinto, aunque sí cada vez más especializado y más cercano a los clientes. Esta vez estamos en Santa Cruz. Por supuesto, aprovechando de todo lo que esta ciudad del oriente ofrece en un fin de semana extendido, pero también por un motivo fundamental.

Nos estamos enfocando en ayudar a quienes a partir del momento más lo necesitan. Santa Cruz ha sido la ciudad de Bolivia donde más ha crecido el crédito y más se ha inducido al empresario a cometer errores cualitativos de inversión generalizados, y que necesitan asumir una fase de liquidación ordenada.

Desde la última visita que hicimos hace tan solo seis meses, la ciudad ya muestra importantes síntomas de marcada desaceleración; el comercio minorista high end (de algunos de los principales centros comerciales) se ha mantenido en pie y continua con aparente buen ritmo de crecimiento, pero algunos edificios que se preparaban para constituirse en emblemáticos desde hace ya tres años han quedado a media construcción. Sintomático.

Pero es necesario superar de una vez la etapa de eterno diagnóstico, y tener siempre en cuenta que las decisiones en la buena dirección no vendrán de la mano del Gobierno Central ni los departamentales o incluso municipales, sino todo lo contrario, estos siempre terminan agravando el problema por la carrera del gasto a manos llenas que han emprendido entre ellos y en desmedro siempre de la capacidad del emprendedor de generar valor en el sector privado de la economía; prolongan la agonía pretendiendo superar una liquidación forzosa e inevitable.

En estos días estuve reunido con un par de clientes importantes para conversar brevemente sobre la construcción de su propio portafolio de inversión. Uno de los principales componentes, el de la internacionalización, es cada vez más sólido y claro, y en algo más de un año y medio desde su arranque, las alternativas son cada vez mayores.

Por lo pronto iremos poniéndolos al tanto sobre las principales características de este portafolio, a la vez que sobre la evolución de un modelo de negocio propio de alrededor de año y medio de vida. Hay buenas noticias, pero sería apresurado contarlas por este medio antes de del próximo retorno.

Pronto se publucará más análisis de los principales hechos de coyuntura que afectan sus decisiones empresariales, pero también ampliaremos algunas de las posibilidades para componer el portafolio de preservación patrimonial. Por ejemplo:

Destinar un ratio de entre el 10% e incluso el 20% de su portafolio en oro físico en guarda y costodia de bóvedas seguras del exterior; un 20% en tierra de locaciones importantes de la región latinoamericana como en el norte argentino, y además con potencial para la agricultura; otro 10% en obras de arte que incluso alcanzan calidad de exposición de museo; un 20% en manos de gestoras de fondos internacionales que comparten nuestro diagnóstico, y aplican una técnica de value investing de largo plazo que identifican las mejores empresas que generan valor en los índices bursátiles más importantes del exterior; y finalmente un 30% restante de dinero en efectivo, preferiblemente dólares fuera del sector financiero.

Habrán más novedades, así como un incremento en la frecuencia de visitas a esta ciudad capital, así como sobre la maduración de un plan de crecimiento propio como empresa de preservación patrimonial.