El fracaso del doble aguinaldo… Y del modelo

Acabo de terminar de escuchar a Arce Catacora en conferencia de prensa sobre la desaceleración de la economía y el doble aguinaldo.

La situación preocupa mucho porque la actitud de soberbia sobre el diagnóstico de la economía no ha cambiado. Cuando hay problemas la causa es externa, pero cuando la economía crece es gracias al hiperestímulo de la demanda interna, es decir, entre otras cosas, el doble aguinaldo.

Al final en qué quedamos? El crecimiento depende del estímulo de la demanda interna (gasto, consumo, deuda), o de los precios internacionales de los hidrocarburos? Sin precios internacionales no hay recursos, y sin recursos no hay gasto, es cierto, pero el problema está en la mala asignación anterior (no futura) de esos recursos.

Se les acaba de caer el discurso, y por favor no sigan haciéndole creer a la gente que la desaceleración tiene causa en un simple devenir de la naturaleza (que todo lo que sube simplemente tiene que bajar), acepten que se han equivocado y que la imposibilidad de pagar el segundo aguinaldo es una ilustración más de esa equivocación (porque si es por eso que la economía crece, habría tercer, cuarto y quinto aguinaldo). No es un tema de ser agoreros o no, Ministro.

Todo el empresariado privado formal en el país ha reaccionado con alivio, pero un alivio relativo, porque si bien no se pagará el doble aguinaldo, la presión impositiva, la rigidización del sector laboral y el aparato productivo, los controles de capitales y la amenaza de la devaluación cambiaria siguen siendo un factor de asfixia para todos ellos, y, por tanto, para el consumidor.

Para que esta economía (y cualquier otra) crezca sana y sostenidamente deben reducir radicalmente el número de atribuciones y competencias del Estado (incluyendo autonomías) sobre la economía; deben dejar de encarecer la inversión para atraer capital privado externo para el largo plazo, y deben flexibilizar el sector laboral y productivo; empiecen por dejar de gastar y endeudarse, y fundamentalmente por dejar de apostar todo a que los precios del petróleo se mantengan elevados en el corto plazo, porque el riesgo de hacerlo no es sólo para el gobierno, sino para el país.

La demanda interna no sostiene la economía, acéptenlo, y los precios internacionales solamente sostienen planes económicos simplones. Esta es una derrota más de la mala teoría en la que se sostiene la política económica del gobierno, y cuánto más tarden en reconocerlo y en actuar en consecuencia, cuanto más agravarán las condiciones para la inversión y el crecimiento económico de largo plazo.

Esto era de esperarse. La buena teoría económica que permite adelantarse a los hechos no por adivinanza, sino por un simple análisis de causa y efecto, es irreemplazable. No es necesario esperar los datos porque así se habla simplemente del pasado, cuando ya es demasiado tarde para reaccionar. Todavía, todavía hay tiempo para corregir el rumbo. Háganlo y gobernarán los 40 años que alguna vez anunciaron.