Especial cautela con el BCB

 

Necesito ir poniendo en contexto a los suscriptores de las últimas semanas sobre aquello de lo que generalmente trata este blog. Son ya varios años que voy en esto de especializarme en crisis económicas generalizadas, tanto así que  a muchos de mi entorno y mis primeros clientes y suscriptores hace al menos cuatro años que los tengo agotados de tanto repetir algo en lo que, de todas maneras, hay que seguir insistiendo, dada su gravedad. Sin embargo, y al mismo tiempo, también están quedando relativamente asombrados sobre lo práctica que resulta una buena teoría para interpretar la realidad y sus fenómenos en términos de causa y efecto.

Lo que apunto, por un lado, es que la intervención estatal en el crédito y la moneda es lo que por lo general -cuando no siempre- constituye la semilla primero de un auge lleno de aire, y luego de las crisis económicas generalizadas que menciono, y justamente los sustos de las últimas semanas con la moneda nacional, el sistema financiero, el Banco Central de Bolivia y las declaraciones de su presidente, así como una última entrevista reciente con el ex titular de Hacienda, reafirman el hecho de que ya no sólo hay serios problemas estructurales de corto plazo que afectan al propio sector financiero, que hasta hace muy poco presumía de su solidez y crecimiento sin precedentes, sino también al resto del sector real de la economía.

En este sentido, valga llamar la atención primero a varios otros protagonistas de este símil de historieta del Rey Desnudo, entre ellos los economistas convencionales que defienden la necesidad de incurrir en una devaluación cambiaria, y que difícilmente practican lo que predican ahorrando en moneda nacional a largo plazo, pues dado su silencio parecerían estar dándose cuenta de la metáfora del once the toothpaste is out of the tube, it is really hard to put it back in again, es decir, que una devaluación sería muy grave, especialmente para el sistema financiero dada la muy deteriorada calidad del conjunto de su balance, y que el problema no es simplemente contable ni se circunscribe únicamente a la balanza comercial o la de pagos.

Y quién sabe si por distracción o simple desconocimiento, no ha sido menos importante el silencio tanto de los nuevos candidatos presidenciales como de las plataformas del 21F sobre el mismo tema. Para estos últimos en particular, cuando sea inevitable abordar el tema, es necesario que estén mínimamente al tanto de lo siguiente:

  • El problema estructural fundamental actual está en el sector monetario, y por tanto hay que tener especial cautela con lo que el BCB vaya determinando desde la fecha.
  • Los problemas que se señala sólo tímida o apenas incipientemente sobre el conjunto del sistema financiero constituyen parte de un problema más complejo que el aparente y el que puede apreciarse únicamente en los niveles de mora, que no quieren decir nada sobre su salud realmente.
  • Una devaluación cambiaria no es un simple truco para solucionar los desequilibrios estructurales, que no es tan sencillo volver atrás si genera inflación (que indiscutiblemente lo hará), y que solamente constituye una transferencia de riqueza injusta y forzosa de ahorradores y asalariados hacia los sectores sobre endeudados y manirrotos, empezando por el propio Gobierno Central.
  • Hay dos elementos clave a apuntar para velar por la estabilidad económica del país en el corto plazo: el precio del barril de petróleo y el nivel de reservas del BCB.
    • El precio del petróleo es importante no solamente para saber qué niveles de gasto proyecta el Estado para 2019, sino también para saber si el nivel de reservas caerá por debajo del nivel óptimo de reservas que el BCB habría calculado para sostener el actual tipo de cambio.
    • Cuál es el cálculo que el BCB ha hecho sobre el nivel óptimo de reservas que se necesita para sostener el actual tipo de cambio, y si lo ha hecho por qué no es de conocimiento público.

Aún así, es importante considerar la reciente calma del público ante una posible devaluación, calma que, por cierto, no la ha logrado precisamente el presidente del BCB con sus declaraciones, porque ya no se puede seguir con la simple retórica de la queja o la complacencia, sino hay que empezar a asumir responsabilidades con medidas concretas, pero la gente ya debe desenvolverse con especial cautela respecto de lo que el BCB vaya determinando en los próximos meses, sino semanas.

Lo que sí me atrevo a decirle al público en este sentido (de hecho, mis clientes ya lo saben), es que aunque no existe garantía alguna para que el país no se convierta en una Venezuela, todavía es una posibilidad muy remota, y que esto, al menos por ahora, en realidad se parece cada día más a la Argentina -la tierra de las más grandes paradojas económicas posibles- de los fines de los Kirchner y la actualidad del macrismo.

Entre los errores más graves y patéticos de Mauricio Macri estuvieron no haber acertado en el diagnóstico de la gravedad de la herencia peronista de los Kirchner, no haberlo comunicado ni mucho menos haber presentado un plan económico paliativo, aunque, eso sí, siempre supo que las medidas necesarias serían impopulares; intentó diferir las medidas urgentes en la ingenua esperanza de que en el camino se diluyeran, pero el descontento de todas maneras llegó, fue todavía más virulento, y ni siquiera se han tomado las medidas necesarias para corregir el error, que tendrán que ser todavía más urgentes. Si Macri es reelegido en 2019, la victoria será comparable a la de Mariano Rajoy en 2012, donde los desaciertos del oponente terminaron pesando más que las virtudes propias.

Hoy el Gobierno de Bolivia va de lleno a cometer estos mismos errores, empezando por la enorme cantidad de tiempo que pierde para corregirlos todavía sin sobresaltos mayores que los recientes con las reservas. De manera más concreta, siendo que un recorte decidido del gasto público parece una quimera, si no se observa al menos un incremento paulatino de las tasas de interés sobre la marcha, dado el inicio del período de liquidación del ciclo que la economía ya atraviesa, los próximos meses no serán en absoluto halagüeños, y las medidas serán torpes, improvisadas y hasta irresponsables.

Risk builds slowly, then happens fast.