Respuesta al doctor Morales, en defensa del oro

El doctor Juan Antonio Morales acaba de publicar su última columna, El oro sin brillo, con el desafío que ya significa escribir sobre el aspecto que probablemente más se ha escrito en la Ciencia Económica, pero también sobre el que más se ha discrepado. Puntualmente, arremetió contra el oro como dinero e inversión segura, y ha cuestionado al Banco Central por las compras del mismo. Ni por casualidad seré yo quien defienda esta resabia institución planificadora, sino quien aborde el debate planteado por el profesor Morales en apelación a su elegante militancia de las polémicas que inicia y no deja de responder descontando el tamaño de su contrincante, virtud que su colega y amigo, el profesor Gonzalo Chávez, tuvo a bien destacar en su debido momento.

El dinero no es creación de ninguna mente brillante, es una institución de origen espontaneo y evolutivo, y para que en su momento el oro llegara a ser el mejor dinero pasó por un proceso de monetización de 4.000 años en cuanto a sus virtudes como unidad de medida, medio de cambio y reserva de valor, hasta que por dictamen burocrático fue eliminado de golpe y porrazo hace tan sólo 100 años con las consecuencias que ahora veremos.

El patrón oro no se fracturó en 1929, como tradicionalmente se anota, fue abolido al mismo tiempo en que se fundaba la Reserva Federal de EE.UU. en noviembre de 1913, con el objetivo gubernamental de deshacerse de esta camisa de fuerza para expandir el crédito y el dinero de cara a costear la Primera Guerra Mundial y evitar o mitigar el impacto de los ciclos económicos; cuando Roosevelt declaró la posesión de oro como ilegal en manos de sus ciudadanos en 1933, hasta terminar de confiscarlo en favor del Estado como único poseedor de oro y el único facultado para intercambiar dólares por oro, el ratio de reserva dólar/oro ya no era del 100%, sino tan sólo del 40%.

Más tarde, mientras EE.UU. no se había embarcado aún en la Segunda Guerra Mundial, había recibido oro de todo Occidente como pago por sus provisiones, creando, además, el mito de que las guerras estimulan el crecimiento económico. Cuando EE.UU. llegó a poseer dos tercios del total mundial de oro para respaldar su moneda en 1944, las Fuerzas Aliadas declararon al dólar como moneda internacional de reserva, registrándolo en los balances de sus bancos centrales sin establecer ratio alguno con el oro.

Para el momento en que Charles de Gaulle devolvió los dólares en reclamo del oro francés a fines de los 60, EE.UU. llegó a perder alrededor del 50% de sus reservas metálicas. Debido a que la Reserva Federal había creado un monto de moneda nacional 12 veces superior a las reservas de oro, Nixon (apoyado por Friedman) eliminó la convertibilidad de forma definitiva en 1971, postergando así el derrumbe del sistema monetario internacional y la bancarrota estadounidense. Desde aquel entonces todo país alrededor del globo amplía el crédito y el dinero sin discreción, pero teniendo el dólar como uno de sus principales colaterales, moneda cuya base a su vez ha sido erosionada más que ninguna otra desde el inicio de la Gran Recesión hace cinco años, tal y como nadie menos que Bolivia hasta 1985.

Aquello en lo que el sistema monetario y financiero internacional haya empezado a convertirse frente a este problema es una verdadera incógnita, si permanecerá a siniestra merced de los grandes gobiernos o del mercado ante su posible colapso absoluto. Sin embargo, a pesar de sus ataques, hoy el oro permanece como depósito de valor con una producción anual del 1.5%, sobre todo comparada con la producción infinita de papel con tinta verde que así ha perdido el 95% de su valor en los últimos cien años, y más del 50% frente al oro en los últimos 40. Es así que, en definitiva, el dinero es demasiado importante para dejarlo en manos del Estado y sus bancos centrales.

Finalmente, la caída del oro durante 2013 se explica por las dudas respecto del rompimiento del euro, que hace uno o dos años eran muchísimo mayores que hoy, cuando opera precisamente como pseudo patrón oro. Dicho esto, quien recomiende comprar oro se referirá al oro físico, no a futuros. Los operadores de oro en papel están vendiendo porque piensan que el mercado alcista ha terminado; es cierto que el precio del oro físico está determinado por el precio del papel, pero sólo hasta que éste terminara colapsando. Lo curioso es que los principales compradores de oro son justamente los bancos centrales, que lo retienen porque saben que su disponibilidad en el mercado es la que hoy –más que nunca- hace inefectivas sus políticas inflacionistas.

Artículo publicado en Página Siete.

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