Bill Easterly acaba de publicar una reseña sobre el nuevo libro biográfico de Nina Munk sobre Jeff Sachs (The Idealist: Jeffrey Sachs And The Quest to End Poverty) titulada The Big Aid Debate is Over. Para pena de muchos, el rico e interminable debate entre Easterly y Sachs, o entre altruismo y capitalismo para terminar con la pobreza, realmente podría haber terminado, aunque eso no quiera decir no poder contentarse con el trabajo de ambos durante mucho tiempo más.
Para quienes no saben quién es Sachs, es un economista oriundo de Denver y catedrático de la Universidad de Columbia. Se convirtió en un auténtico rockstar (palabras de Newsweek) a nivel mundial luego de que con tan sólo 30 años llegara de enseñar en Harvard a Bolivia para involucrarse en el proceso de estabilización de la mayor depresión económica de Bolivia entre 1983 y 1985, que incluyó una hiperinflación del 24.000% anual, y cuyo éxito lo llevó a trabajar en otros países en similares circunstancias a la boliviana muy cerca a la caída del Muro de Berlín, como Polonia y la misma Rusia.
Más tarde, Sachs pareció cambiar de opinión respecto de las causas que logran vencer la pobreza; la gran dosis de libertad económica y sentido común que en 1985 se estableció en Bolivia con el DS 21060 parecía ser, de un momento para otro, importante sólo como método de estabilización urgente y de solución a bancarrotas soberanas, pero no para vencer la pobreza. Quién sabe cuál fue el umbral entre un momento y otro, es decir, el momento en que la economía es una en momentos de derrumbe y hundimiento monetario, y otra a partir del momento en que se alcanza la prosperidad, quizás solamente lo sepa el mismo Sachs pero que guardaría con el recelo más grande.
Ahora, para quienes no saben quién es William Easterly, es un economista experto en desarrollo económico que renunció al Banco Mundial siendo senior adviser del grupo de investigación, con una carta sumamente elocuente en contra del organismo de Bretton Woods, en general por los tan reconocidos como equivocados métodos contra la pobreza, pero en particular por la obstinación en seguir utilizándolos; en 2005, como en esta reseña cuenta el mismo Easterly, empezó a hacerse más famoso aún con una crítica al libro de Sachs The End of Poverty (donde cuenta su experiencia en La Paz) para convertirse en su cuerpo antitético: el debate entero se resumía en si las ayudas (‘aid’, compasión o el altruismo al que Ayn Rand se refería como una desfachatada inmoralidad) podían o no terminar con la pobreza. El debate incluso alcanzó una dura crítica de Easterly a la candidatura de Sachs para la dirección del Banco Mundial, aquel polémico organismo burocrático internacional.
Easterly escribe esta reseña como un punto final a un largo debate de 8 años con Sachs, debido a que Munk ha dedicado nada menos que 260 páginas al trabajo de éste último, y sobre todo sobre el proyecto “Millennium Villages” que llevó adelante en el África como el gran proyecto promesa contra la pobreza, pero que hoy ha resultado ser solamente un derroche de recursos y buenas intenciones.
El debate ha sido siempre interesante porque, entre otras cosas, ambos han invocado la sabiduría liberal hayekiana de manera recurrente, y para mi eterna intriga, Hayek, al igual que Sachs en Bolivia, jugó un papel muy importante en el proceso de estabilización chilena luego de Allende, pero el mérito en las reformas en Bolivia, aunque ni se asemeje a lo que hoy es Chile, radica en la paz; se trató de una auténtica reforma liberal sin concesiones probablemente inédita en el mundo de los últimos 30 años.
No espero encontrar lo que más me interesa y más creo que ayudaría a terminar cerrando la causa detrás del libro de Munk y darle mucha mayor materia, es decir, el motivo que llevó a Sachs a pensar que la experiencia del 21060 podría haber sido solamente una excepción en terminar con la pobreza y en favor del avance de la civilización (sin exagraciones), pero sí que espero con ansia encontrar en Munk la posibilidad de que estas evidencias de los errores de Sachs en el África sí sean el motivo de la vuelta de aquel rockstar al que la libertad en Bolivia tanto le deben, sin siquiera advertirlo ninguno, él y el país desde 1985.
Eso sí sería objeto de una auténtica y merecida biografía que me gustaría no leer, sino escribir como la obra de alguien tan grande como para reconocer errores y como uno de los integrantes de una historia que siempre me ha generado más preguntas que respuestas, pero por el momento ya viene 2014 y me encuentro elaborando mi lista de lecturas para entonces. Una cosa a la vez, dicen por ahí.