¿Crisis internacional? El eterno hombre de paja

Es cierto, los mercados han estado reflejando el temor generalizado sobre las condiciones de crecimiento de la economía global, al menos durante el último año. Sin embargo, así como el arranque de 2018 estuvo caracterizado por el sobreoptimismo generalizado del crecimiento global sincronizado que terminó siendo relativamente pasajero, y que luego fue seguido por una corrección, las caídas del último trimestre de 2018 también estuvieron marcadas por un pesimismo generalizado por el Brexit o la guerra comercial China-EEUU. Ya habíamos ensayado cómo podría afectar la temida gran corrección que los más avezados inversores en el mundo advierten, pero ¿cómo puede interpretarse el presagio del Gobierno de Bolivia al decir que 2019 será un año difícil por la coyuntura internacional, aunque no piensa devaluar “salvo un efecto fuerte”?

Primero, la coyuntura internacional: hoy se registran ya dos meses de recuperación continua superior al 10% en todos los mercados desarrollados, de casi el 20% en algunos mercados emergentes y casi un 30% en China. Los factores, fundamentalmente políticos, que provocaron la volatilidad de fines de 2018, empezaron a disiparse con mayor claridad: hoy existe un posible acuerdo comercial entre China y EEUU; el Brexit podría ser ordenado hacia el 29 de marzo o encaminarse hacia luego un segundo referéndum; Macron va recuperando credibilidad y la confianza de los franceses desde las manifestaciones de los chalecos amarillos; los temores de que la desaceleración europea y la tendencia a la desaceleración estadounidense se conviertan en recesión global son mucho menores; los grandes bancos centrales moderan su incremento de tasas y reducción de balances para el resto del año (lo que ha mejorado la rentabilidad de los bonos a niveles globales); el precio del petróleo se ha estabilizado entre los $55 y $60; y finalmente los resultados empresariales han sido positivos.

Luego, la coyuntura nacional: como el viejo adagio popular dice, no news is good news, pero esto es exactamente lo contrario. Primero anunciaron una caída de más de $1.200 millones de reservas en todo 2019 para seguir estimulando la demanda, y menos de una semana más tarde anuncian una provisión de liquidez en dólares de manera directa y en efectivo a las casas de cambio. ¿Caerán alguna vez en cuenta que el problema no es de falta de demanda, sino de exceso de oferta? La caída de reservas se debe fundamentalmente a que Bolivia ya no exporta nada relevante para el mundo, ni lo hará pronto. ¿Qué pasará cuando los dólares de la deuda pública también terminen por agotarse? ¿O ya está sucediendo?

Pueden anticiparse e incluso engañar al mercado una sola vez, pero ya no dos: aunque por el momento, de manera muy rudimentaria, poco convencional y hasta improvisada, están satisfaciendo la demanda de dólares, pero al mismo tiempo envían la señal de que hay una cantidad de dólares relativamente menor, generando el efecto contrario al que buscan con la medida en un principio. Para mayor ilustración de su ineptitud, la incertidumbre se incrementa con cada semana que pasa sin que revelen el nivel óptimo de reservas que se supone que han calculado para sostener el tipo de cambio. Y para que a nadie se le escape la liebre, aquí ya se está lidiando con el incremento de la demanda de dólares del conjunto del mercado, y ya no sólo del sistema bancario y financiero.

Así las cosas, el Gobierno de Bolivia finalmente mira el corto plazo con preocupación. A los ojos de cualquier inversor de largo plazo esto no debería preocupar, pero sabemos que esto no representa la generalidad cuando, lamentablemente, los mayores aciertos empresariales provienen más del hiperestímulo de la demanda de los últimos 13 años, que de una auténtica conquista del mercado. Por el momento, si hasta fin de año no hubo crisis internacional, dirán que la economía aguantó gracias al nuevo modelo como en 2009 luego de Lehman (cuando realmente los commodities rebotaron gracias al mayor programa de monetización de deuda que la Fed implementó nunca), pero si se ven forzados a devaluar, los incautos verán confirmadas todas nuestras cábalas demasiado tarde.

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