Fue una época tan larga como desagradable en la que unos adolescentes sin experiencia alguna generaban rentabilidades extraordinarias invirtiendo el dinero de sus ahorros e incluso el de sus familias, en crypto, meme stocks y NFTs a través de aplicaciones como Robinhood, y se burlaban sistemáticamente de inversores legendarios como Warren Buffett (92) y Charlie Munger (98), y los mandaban al retiro y la jubilación “por haber perdido el toque” o porque no entendían de tecnología debido a su avanzada edad.
No, mentira, también ha habido adultos como Max Keiser, quien aseguró hace solamente unos meses atrás que Bitcoin cotizaría en $2 millones en 2027, que ridiculizó cada que pudo a cualquier escéptico de esta crypto. Desde luego, sus seguidores proliferaron exponencialmente, y se pusieron ‘laser eyes’ en sus fotografías de perfil en redes sociales alardeando de sus argumentos y rentabilidades. Era (y sigue siendo) vergonzoso.
Ahora, lo que es extraño es encontrar esos perfiles. La confianza en Bitcoin y las stablecoins se está perdiendo a una velocidad y unos niveles sin precedentes. Luego del escándalo de FTX, Bitcoin ha seguido cayendo hasta romper el soporte de los $16.000 cotizando alrededor de los $15.480, nivel por debajo del costo promedio de minería.
Pero lo peor de todo es que finalmente se ha confirmado una de las más grandes paradojas: mientras todavía no había declarado la bancarrota de la empresa, el fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, intentó recaudar dinero en efectivo en EEUU. Vale decir, el mundo crypto necesita del rescate del mundo fiat, hecho que no podría ser más lapidario.
Peor aún, el argumento fundamental de los inversores en crypto era escapar de un sistema financiero y sobre todo monetario controlado por el Estado, y ahora, con la quiebra de FTX -y ahora muy probablemente también Genesis, Coinbase y demás- solamente les queda la esperanza de que el sistema de quiebras controlado por el Estado les permita recuperar algunos de los activos que han perdido.
Igualmente, y aunque este no representa el caso de pedantería observada en el mundo crypto, sino el de la inversión complaciente en cualquier cosa que simplemente suba, como el caso de Cathie Wood (al menos no se la vió con ‘laser eyes’. El Nasdaq, y sobre todo las FAANG, que representan el 50% del índice, se ha hecho trizas durante el año. Por ejemplo, solamente Meta ha caído un -75% desde máximos, y ya corre el rumor de que Mark Zuckerberg pondrá su cargo de CEO de la compañía a disposición en 2023.
Cuando uno comenta sobre estos hechos en redes sociales o las entregas del newsletter pago, no ha faltado el fundamentalismo religioso y condescendiente de algún bitcoiner maximalista: “claro que Bitcoin está cayendo, Mauricio, así como todo lo demás también está cayendo”. Es que el problema con Bitcoin es justamente ese, que tendría que salvar a la humanidad y la civilización comportándose como el mejor activo de refugio de valor posible en entornos justamente como el actual, como tanto han asegurado desde algín foro de Reddit, y no como cualquier otro activo que se comporta de manera procíclica.
Pero el que ríe al último ríe mejor. Mientras Tesla y Amazon acumulan caídas del -44% y -39,5% respectivamente, y alguien como Nayib Bukele -uno de los que más ridiculizaba a los demás- acumula pérdidas de más del -60% con el dinero de la ciudadanía salvadoreña en el último año, Buffett y Munger lograron una rentabilidad del 39% entre mediados de 2021 y mediados de 2022, y ahora están en positivo incluso cuando Berkshire mantiene una posición del 40% en Apple, y luego de que tuvieran que escuchar durante años que el value estaba muerto. Algo más que el común de los mortales sabrán, pero no alardean de ello ni pretenden ridiculizar a nadie.
Warren Buffett es conocido por un sinfín de frases célebres en las que no podría tener mayor razón, pero una de las más útiles en este entorno es: “solamente cuando baja la marea se sabe quién ha estado nadando desnudo desnudo”. Es decir, si alguien sabe de fundamentales y de saber esperar con confianza a que esos fundamentales identificados afloren, o de que la enorme brecha entre precios y valor que han generado los bancos centrales termine de corregir aunque el proceso tarde años, ese es el oráculo de Omaha.
Otros, menos conocidos pero que invierten con los mismos principios de Buffett y Munger, han acumulado más del 50% de rentabilidad en lo que va de 2022 gracias a que las acciones value, los productos industriales y los materiales básicos han resurgido de los escombros de la misma manera en que lo hicieron luego de las burbujas del 2000 y 2020, y no por golpe de suerte; en 2021 acumularon una rentabilidad de casi el 40% y llevan rentabilidades anualizadas del 12% en los últimos 7 años. También ellos mantienen un perfil más discreto y conservador, y dejan que sus resultados hablen por ellos.
Sin embargo, lo interesante de todo esto es que esta vez las oportunidades surgen luego de la mayor serie de errores de política monetaria que los principales bancos centrales del globo han cometido nunca, habiendo provocado ya no burbujas en sectores concretos, sino a lo largo y ancho de toda la economía, y aunque la recuperación de energéticas y commodities (que es donde más se han posicionado algunos de estos gestores) ha sido verdaderamente excepcional, todavía le queda mucho trecho por recorrer al alza, el potencial sigue siendo muy elevado.
Igualmente, también a bancos como la Reserva Federal y el Banco Central Europeo les queda mucho trecho por recorrer incrementando tasas de referencia y más aún reduciendo el tamaño de su balance contable, teniendo los niveles de inflación medidos por el IPC en 7,8% y 10,7% en octubre respectivamente (aún en máximos de 40 años), y teniendo el objetivo de alcanzar niveles de apenas el 2%.
Por eso se sostiene que al menos a corto plazo se observarán mayores caídas en la bolsa. De hecho, las distorsiones que todavía existen hoy en los mercados siguen siendo tan grandes que, por ejemplo, se ha sabido recientemente que Carl Icahn se ha puesto corto con GameStop, y Michael Burry ha vendido todas sus acciones y ha comprado solamente una en el tercer trimestre.
Para Jeremy Siegel o Nassim Taleb, el momento actual ofrece definitivamente un buen entorno para posicionarse a largo plazo. Para quienes operan a corto plazo nadie puede asegurar lo que puede suceder.
Pues bien, ¿entonces cómo puede uno -sin ser Buffett, Munger, Icahn o Burry- posicionarse para todo esto? La mejor manera es contratando un ETF o un fondo mutuo. La segunda mejor manera es contratando un ETF industrial o de materiales básicos, o un fondo mutuo. La tercera mejor manera es tratando de elegir personalmente algunas acciones value, para lo cual habrá que invertir en aprender cómo hacerlo, o investigar, encontrar y confiar en un equipo que lo haga por uno a cambio de una comisión y mucha paciencia.
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