A seis años del inicio de la crisis económica internacional, una de las lecciones a aprender es que las políticas de inflacionismo crediticio y monetario inducen el sobreendeudamiento de familias y empresas, que al tener efectos sobre sectores de la economía fuera de la “canasta básica” pueden estallar en cualquier momento en forma de depresión. El caso en Bolivia no es distinto, y le llaman auge, pero a pesar de que desde 2006 la inflación acumulada solamente de tal canasta ronda el 50%, a los candidatos a la Presidencia se les ha recomendado no hablar de economía porque el tema no consigue votos. Pues como en alguna oportunidad ya sostuve que para entender lo que podría suceder con la crisis internacional hay que mirar a la Bolivia de los 80, y que para advertir lo que podría suceder con la economía nacional es importante observar lo que hoy sucede con la economía internacional, es necesario repasar algunos aspectos insoslayables desde el punto de vista estrictamente económico.
Luego de haber crecido al 12% en 2007, y probablemente cerrar 2014 desacelerándose hasta el 5%, China parece haber entrado finalmente en una profunda crisis que se temía desde hace mucho, esperando además un inevitable aterrizaje forzoso. La burbuja inmobiliaria que el gobierno decía tener bajo control parece haber explotado. De hecho, sólo en mayo las ventas de vivienda en China cayeron un 18%, y el gobierno parece haber lanzado un paquete de rescate en 6 ciudades para enfrentar corridas y bancarrotas bancarias locales.
Estados Unidos, por su lado, registró la peor caída del PIB del primer cuatrimestre desde 2008, uno de los peores momentos desde el inicio de la Gran Recesión. Es cierto que Wall Street se mantiene exuberante con un Dow Jones que hasta fin de año podría llegar a operar en máximos históricos de 20.000 puntos, pero incluso el último Nobel de Economía, Bob Shiller, aunque no termina de encontrar el vínculo entre las políticas expansivas de la Fed y las burbujas de activos, justifica el temor de vasta cantidad de analistas que están seguros de que una nueva gran corrección bursátil comparable a la de 2008 llegaría en cuestión de meses, reflejando finalmente los problemas pendientes del sector real.
La Unión Europea en su caso, con Alemania en una recesión del -0.2%, y con Francia e Italia estancadas o convirtiéndose en objeto de próximos rescates, se prepara para el lanzamiento de un programa de monetización de deuda directa al estilo de la Reserva Federal, siguiendo el mismo patrón de la peor crisis de Bolivia de los años 80, y que por tanto puede resultar en un auténtico desastre, pero además ya no entre empresas y familias como en Estados Unidos, sino entre países.
En tal entorno, la crisis ha terminado afectando también a las economías emergentes, que venían sosteniendo el crecimiento global. Argentina nuevamente al borde del default con una inflación del 58% anual y con previsibles nuevas devaluaciones con un dólar paralelo que alcanza máximos de 15.81 pesos; y Brasil, que se involucró en una guerra monetaria con China y Estados Unidos desde 2010, y con un tipo de cambio insostenible con tanto proteccionismo, hiperestimuló el gasto y el consumo de la clase media a base de crédito hasta provocar la recesión a principios de año, y que además agravó con los gastos del Mundial que se suponía que estimularían la economía.
Uno de las consecuencias de este problema ha sido la desaceleración del comercio global, pero a pesar de tantos motivos de alarma, Bolivia permanece complaciente con el crecimiento más acelerado de Sudamérica y pretendiendo convertirse en una potencia continental con una economía de 100 mil millones de dólares hasta 2020. Extravagantes cifras que, desde luego, así como en Argentina y Brasil en su momento, sin mencionar el infame caso venezolano, no significarán absolutamente nada, pues sucede que Bolivia se encargó de cometer todos y cada uno de los errores anteriormente mencionados, incluyendo que la posibilidad de realizar ajustes sin sobresaltos es menor a medida que los posterga.
El hecho de que las condiciones de liquidez derivadas sólo del contexto externo estén cambiando drásticamente pudo ser un elemento más que suficiente para el programa y debate de los candidatos a la Presidencia, pero si de algo sirve, esto también demuestra que la política no es ni por asomo la única ni la mejor manera de prepararse para un período cargado de mucha mucha volatilidad e incertidumbre.
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Lic. ya que se viene lo inevitable. Donde nos resguardamos? Alguien gana, o pierde menos, cuando ocurren estas cosas?
Desde luego que se puede hacer algo. En realidad se puede hacer mucho. Como dijimos, afortunadamente la política no es la única ni mucho menos la major manera de hacerlo. Envíanos tus contactos por mensaje privado y nos comunicamos contigo de inmediato.