Aunque todavía tímidamente, desde hace algunas semanas se ve en los medios que se pretende atraer capital extranjero privado hacia Bolivia, particularmente desde España, casi a la desesperada para compensar la caída de ingresos petroleros. No es mala idea, pero lo están haciendo pésimamente y definitivamente tarde; nadie conoce los planes concretos de inversión que se deberían estar presentando en el exterior, ni se conoce a quienes compraron los bonos soberanos tampoco. Toda esta información debería ser pública.
Ahora bien, al menos desde el inicio de la Gran Recesión el capital de los países del primer mundo han ido a parar a las economías emergentes que hoy, como Brasil, luego de presuponer que el auge artificial de los commodities y su consecuente crecimiento sería eterno, se encuentran en la peor crisis económica que han tenido al menos desde la Gran Depresión de los años 30, y sin que las primeras economías se hayan recuperado del todo desde 2007, improvisando con tasas cercanas al 0% e incluso negativas como en Japón. Lo curioso es que mientras todo esto ha sucedido, el capital no ha llegado realmente a Bolivia, su economía no ha sido atractiva en ningún momento durante los últimos diez años de auge de materias primas siquiera, o al menos no para nadie que no haya representado algún gobierno amigo (cómplice).
Para ser más concretos, sólo en 2015 la fuga de capitales de España ascendió a €70.200 MM. ¿Cuánto de ese capital llegó a Bolivia, o se pensó en atraerlo ya en ese entonces? Peor aún, ¿qué les hace pensar que haciendo exactamente lo mismo que se ha hecho durante los últimos diez años (sin dar un giro de 180 grados) en cuanto a política económica, ahora sí llegaría, y además para quedarse? Y eso no es nada todavía, ¿qué les hace pensar que el capital privado español llegaría al país cuando la política económica ha sido exactamente la misma que se aplicó durante la burbuja española que allá explotó en 2007, y más aún durante el Plan E de Zapatero que la agravó considerablemente desde entonces?
Aparentemente, a la cruzada por atraer inversiones se estarían sumando organismos internacionales. ¿Qué tienen ellos que ver en el entierro? Si los planes claros de inversión realmente existen, son serios y confiables, nadie se pondría a pensar que desde la nacionalización de los hidrocarburos en 2006 se podría haber trabajado en función de que YPFB cotice en bolsa; hoy la historia sería radicalmente distinta.