Una de las preguntas más frecuentes que he venido recibiendo de mis clientes últimamente está relacionada al riesgo de aceptar y aprovechar la oportunidad de involucrarse en un nuevo proyecto, dadas las dificultades y muy elevada incertidumbre económica en la que hoy se encuentra Bolivia, o por el contrario, si tal o cual momento es el ideal para bajarse de la ola.
Desde luego, la decisión final de involucrarse en nuevos proyectos es siempre del protagonista y de su innata capacidad y perspicacia empresarial para descubrir o darse cuenta antes que nadie de una oportunidad de beneficio que surge en su entorno y tomar legítima ventaja de ella. Sin embargo, es mucho lo que se puede hacer para ayudar a este empresario a tomar la decisión correcta o lo más acertada posible en este sentido, aportando algunos elementos fundamentales en una etapa de liquidación como la que hace ya al menos unos 3 años atrás ha empezado a registrarse.
Como ya anotamos en varias oportunidades, la desaceleración de la economía no responde a un simple devenir pasajero de la naturaleza al estilo newtoniano donde todo lo que sube simplemente tiene que bajar, sino a un problema sistémico, un problema estructural en el que se ha implementado un modelo que no se ajusta ni le permite a la gente ajustarse fácilmente a una nueva realidad económica en el país, donde durante demasiado tiempo los hábitos individuales de consumo no cuadraron con sus propias capacidades o habilidades personales para adaptarse al entorno.
En otras palabras, durante la etapa del auge -en gran medida ficticio- se ha cometido e inducido a correr con riesgos e incertidumbres muy superiores a las que podrían haber considerado en condiciones de libre mercado, para terminar cometiendo toda una serie de errores generalizados de inversión que ni siquiera debieron llevarse a cabo en un principio, o que simplemente tendrían que haber sido considerablemente menos ambiciosos, y que, por tanto, tendrían que liquidarse o sufrir un ajuste muy agresivo. Ya son muchos los sectores donde se observa una caída natural de precios, incluso en medio de los efectos inflacionarios de la política económica actual, y que apesar de, por ejemplo, las enormes facilidades forzosas que existen para el crédito, están sufriendo un ajuste muy marcado.
¿Cuáles son esos criterios que permiten asumir esta etapa de liquidación forzosa? Tan sencillo como revisar y analizar la calidad del balance del proyecto o la empresa en función de su valor y fundamentalmente su liquidez. Todo tiene mucho que ver con la valoración misma de una empresa, pero antes de tal paso la evaluación de la calidad del balance resulta fundamental.
Por lo general se suele considerar como liquidez todo aquello que signifique dinero en efectivo o saldos de tesorería en caja o banco. No obstante, no todo saldo de tesorería es propiamente una posición de liquidez y sobre todo solvencia del balance, sino incluso todo lo contrario. El concepto más ajustado de liquidez tiene que ver con la capacidad que determinado bien o activo financiero tiene para acumular o no perder valor en el tiempo conforme aumenta su cantidad vendida, si es fácilmente divisible, fácilmente vendible.
Los ejemplos para ilustrar la idea son interminables, pero uno de los más útiles en las actuales circunstancias donde la gente en general ha adquirido bienes muy ilíquidos y específicos como una grúa o una máquina muy específica, es el de los saldos de tesorería denominados en dólares o bolivianos.
Actualmente una de las mayores amenazas para que los activos no pierdan valor en el tiempo para su intercambio, es una eventual devaluación cambiaria. El proceso gradual, aunque también muy agresivo y forzoso de la desdolarización, bolivianización o nacionalización monetaria en el país ha llegado a ser de más del 90%, a la vez que la dificultad para realizar transacciones libremente en dólares es relativa y considerablemente mayor, y por tanto resulta un activo financiero escaso, muy útil y altamente demandado.
Si pronto se incurre en una devaluación cambiaria para financiar el déficit gubernamental, -esto es emitir moneda discrecionalmente para autofinanciarse- habrá muchos más bolivianos disponibles aún en el mercado, y si a la producción de dinero nacionalizado por parte del Banco Central de Bolivia ya la se le aplica la ley de la utilidad marginal decreciente, se puede inferir que la gente preferirá refugiarse o huir de sus posiciones en bolivianos hacia activos reales para preservar el valor de sus transacciones en otros activos de intercambio indirecto relativamente más escasos como, entre otros, el dólar. En mayor o menor medida, esto ya sucedió antes.
Por tanto, el permanecer con grandes saldos de tesorería denominados en bolivianos, sobre todo si de repente no están contemplados para caja chica, podría más bien significar que se mantiene en una posición altamente ilíquida, así como la calidad del balance podría estar anticipadamente deteriorado. Si la generalidad del público o incluso sólo sus proveedores prefieren dólares, ¿quién aceptará bolivianos? No será fácil deshacerse de ese dinero sin antes perder mucho valor liquidando algún bien de mucha utilidad para el proyecto o la empresa. De esta manera, para abordar o abandonar rápidamente determinado proyecto, usted siempre sabrá cuál de sus activos será relativamente más valioso y líquido dónde y cuándo sea escaso que dónde y cuándo sea abundante.
Todas estas son lecciones que provienen de la ya clásica -aunque, honestamente, no demasiado útil-efficient market hypothesis de Eugene Fama, pero también de teorías económico financieras con fundaciones mucho más sólidas y poco convencionales como las del value investing de Benjamin Graham o Peter Lynch, la Teoría Austríaca de los Ciclos Económicos de Mises, Hayek y Huerta de Soto, y los principios y conceptos sobre la liquidez de Carl Menger, que ayudan identificar en gran medida la posibilidad de que se estén gestando auges económicos ficticios o muy endebles, o cebando determinadas burbujas de activos en el mercado. Todas se resumen aquí gratuitamente para proveerle de un servicio de muy alto valor agregado. Si está interesado en saber más sobre nuestros servicios de asesoría de inversiones o consultoría de empresas, escríbame y pronto me pondré en contacto.
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