Así como con la crisis del agua, sobre la que presuponen que el problema se solucione solo esperando que llueva, la política económica ha sido diseñada con el mismo criterio al menos desde el inicio de la desaceleración a mediados de 2013. No se puede decir cuándo ni dónde la economía terminará haciendo “crack” como el agua, donde el detonante fue la sequía, por eso estos fenómenos se los interpreta recurriendo a la metáfora de una burbuja, pero vamos rápido en ese camino, esperando que los precios del gas simplemente reboten en cualquier momento y se mantengan altos.
Veamos: la economía ha entrado en una etapa en la que el ajuste es inevitable, pero de un tiempo a esta parte no puede ser que sea solamente el sector doméstico de la economía el que asuma el ajuste, no puede ser que quien asuma el esfuerzo y sacrificio por cambiar los hábitos de consumo, gasto y endeudamiento sean quienes menos posibilidades tienen de hacerlo. La gravísima crisis del agua que enfrentan cinco de los nueves departamentos del país, es solamente una ilustración más de un problema
mucho más grande.
Por ejemplo, en la formulación del Presupuesto General del Estado 2017, por un lado se asigna menos del 1% al problema de infraestructura, abastecimiento y redes de distribución de agua potable en el país; y por el otro, se observa un muy pequeño ajuste del gasto, apenas representativo; si los ingresos cayeron a niveles de 2006, el Estado, incluyendo autonomías departamentales, municipales y universitarias, debe ajustarse en la misma medida.
Es pues el Estado el que debería ajustarse primero; la burocracia, que por definición no genera valor en la economía, debe abandonar el sector público para buscar trabajo en el sector privado y generar valor identificando y solucionando antes que nadie, problemas de gente que ni siquiera conoce a cambio de un legítimo beneficio, pero, además, no sin que antes se establezcan al menos impuestos bajos como incentivos para el libre ejercicio de la función empresarial.
Ayer fueron las universidades públicas, hoy es el agua, y mañana será cualquier otra cosa, pero es necesario anticipar que la manera en que tratan graves problemas generalizados es cuanto menos preocupante hacia futuro: primero elaboran grandes discursos que consideran al país como la próxima gran potencia continental, luego los niegan, después responsabilizan a terceros y más tarde y mal, improvisan agravando el problema que pretenden solucionar. Ellos mismos lo han dicho, “la única solución al problema del agua son las lluvias“. Ojalá no fuera que para los problemas económicos generalizados del país haya que solamente esperar a que los pecios del gas reboten y se mantengan extraordinariamente altos como la única solución.
Son tiempos muy complicados, los problemas no son coyunturales, anecdóticos, pasajeros y sectoriales, sino estructurales, sistémicos, generalizados y profundos. Parafraseando al mismo Morales, tal vez sí sea cierto que hay que prepararse para lo inevitable.
Artículo publicado por el CATO Institute y el PanAm Post.