A las fechas hay que llevarles el apunte, sobre todo cuando no faltan motivos para celebrar y compartir. En este caso saldremos un poco de los esquemas establecidos desde un principio en este espacio no sólo para contar que este mes de diciembre cumplo exactamente diez años luego de la publicación de mi primera columna de opinión sobre coyuntura, cuando apenas me acercaba a terminar la licenciatura, sino también para apuntar algunas ideas que con la experiencia de esos diez años pondrían servirles a todos quienes quieran seguir pasos similares. Aquí diez puntos sin orden ni importancia en particular:
1. Si uno piensa en escribir constantemente y además ser creativo, deebe saber que sobre todo en un lugar como Bolivia con muy poco medios para dedicarse a ello a tiempo completo, debe saber que debe elegir cómo llevar adelante la escritura como una actividad paralela constante, entre el multitasking diurno y las altas horas de la noche.
Pocos son quienes podrían recomendar el multitasking con conocimiento de causa. Enloquece, pero muchas veces no hay alternativa, dicen. Así el día no alcanza para nada, corriendo con el riesgo, además, de no hacer bien ninguna de las tareas simultaneas. Si las ideas fluyen de día hay que tratar de escribirlas en ese momento sin esperar a la noche, antes de que se pierdan. Hay que escribirlas donde se pueda y en cuanto se pueda. Y además sacrificar buena parte de la noche tratando de recuperarlas, con el problema de bregar con el pesado sueño durante el día siguiente y nuevamente ser poco eficiente y productivo.
Sin embargo, las mejores ideas vienen tarde por la noche, sin duda alguna. Lamentablemente el proceso creativo empieza justo antes de dormir. Escribir de noche también tiene consecuencias, pero menos riesgos y más ganancias que el multitasking diurno. Esto me recuerda que Rothbard, uno de los autores más prolíficos y que más he seguido en este tiempo, empezaba la jornada al medio día. Trabajaba mientras los mortales dormían y descansaban; así era capaz de escribir hasta 8 páginas por hora en promedio sin errores en una antigua máquina de escribir.
2. Quien escribe tiene qué decir. Sobre todo con la mal llamada generación de los millennialls, no saber qué se quiere de la vida pasa por tener varias facetas en corto tiempo sin haber concretado nada realmente. Hoy en día no es raro encontrar autores accidentales que dicen mucho pero que no dicen nada, que van a todo lado pero que no van a ningún lado, jamás llegarían a cumplir las 10 mil horas de práctica de Gladwell; todo es “YOLO” (solo se vive una vez). Yo disfruto mucho de escribir, pero no escribo por escribir. Escribo porque es parte de un propósito muy claro. De existencialismo y falta de pertenencia y personalidad, nada. Escribiendo se dan preguntas, las respuestas están en la lectura.
3. Quien escribe lo hace porque también lee mucho. Tengo la fortuna de haber estado muy vinculado al mundo académico de investigación y producción de ideas durante algún tiempo, lo cual me ha permitido mucha práctica entre el desarrollo teórico y la páctica leyendo y escribiendo mucho. Tengo varias publicaciones, entre ensayos, papers, libros coeditados y hasta aquí un libro enteramente mío, que a la vez que fue mi tesis de maestría, fue parte de mi propuesta de investigación doctoral. Nada de esto es posible sin el enorme gusto por la lectura y un apetito voraz por el conocimiento útil. Tal vez a estas alturas escribir no sería más que la intención de poner en orden las ideas que surgen de la lectura. Siempre he tenido una larga fila de libros por leer más que por escribir.
4. Hay que estar dispuesto a cambiar. Este blog ha sufrido al menos tres grandes giros en estos diez años. En realidad empecé escribiendo en el colegio, pero en relación al blog todo empezó por la gran insatisfacción del contenido de estudios universitarios y su desconexión absoluta con la realidad. Eran tiempos muy complicados sobre los que muchos o todos los profesores tenían opiniones muy poco elaboradas, y que en realidad provenían de la opinión pública generalizada. Mi interés era que se aplicara la teoría a la realidad de lo que sucedía en ese momento. Sólo después entendí que el problema era la teoría, que era muy mala, y claro, peor su interpretación. A estas alturas el blog se llamaba La Bolivia del Disenso; rebeldía pura y dura.
El segundo gran giro fue cuando me di cuenta del nivel y profundidad de conocimiento con el que arrancaba mi maestría y más tarde el doctorado en Madrid, muy lejos de Bolivia. Fui en un momento clave, a un programa muy concreto. Siempre estuve fascinado con todo lo que fueran crisis económicas generalizadas y los programas de estabilización y ajuste. Era 2011-2012, momento en que luego de negar y luego agravar la crisis económica de la Gran Recesión en España, Rodríguez Zapatero adelantaba las elecciones generales. Llegué a Madrid para estudiar y vivir la profunda crisis de primera mano. Era una situación demasiado parecida a la de los años 80 en Bolivia que tanto había estudiado. Por nada más terminé confirmando la idea de que -modestia aparte- yo tenía algo qué decir no sólo a España, sino a la Unión Europea, a Estados Unidos, a Occidente; ¡cometían los mismos errores absurdos que Bolivia 25 años antes! Y el programa me ayudó mucho a ordenar ideas y escribir un libro muy ambicioso. Todo ese proceso se fue manifestando en una columna mensual como mínimo en el blog, que ya llevaba mi nombre completo en la cabecera, y el subtítulo era Economía de Tradición Libertaria.
Y el tercer giro empezó a darse al menos desde mediados de 2014, cuando decidí dedicarme a cuestiones más prácticas en las cuáles aplicar un conocimiento con muy alto valor agregado: la industria de las inversiones, fundando primero Crusoe Research en septiembre de 2014 y Genea Wealth Management en agosto de 2016. Pienso que este será el pivote sobre el que gire el blog en el largo plazo. Todo cambio es bueno si se sabe asumirlo. Hoy el blog ya es más una página personal con un blog sobre inversiones no convencionales, actualizado semanalmente, o algo así.
5. Combinar el proceso creativo y la constancia no es nada fácil. Nunca me faltaron ideas, pero sí encontrar el tiempo para acomodarlas de la mejor manera posible. En realidad es muy duro. Muchas veces hay que sacar ideas a la fuerza, en otras hay que saber reconocer que lo que se ha escrito es cualquier cosa y que no sirve, por decir lo menos. Hay que estar abierto a las críticas, pero también hay que tener siempre presente de quién vienen. Muchas columnas han quedado en el tintero, pero la clave de todo es la constancia. Siempre he procurado que cada publicación en el blog fuera una columna publicada en algún medio reconocido de prensa escrita. Si la columna no llegaba al papel, pues tampoco al blog. El objetivo era publicar al menos una columna mensual, pero hoy las cosas son distintas y que prefiero dejar para otra oportunidad; una era de complacencia, mediocridad, autocensura, impostura, confusión entre democracia y libertad… Por ahí va el asunto.
6. Siempre, siempre hay tiempo para escribir, sobre todo luego de haber logrado convertir la frecuencia en un buen hábito, sano y sobre todo espontáneo cuando supe manejar la ansiedad por cumplir metas peronales, aunque también supongo que algo de experiencia y sabiduría fui ganando en todo el proceso. “Repetition is the mother of skills“, dicen, pues ahí vamos.
7. No hay que tener temor en escribir. Recuerdo que cuando empecé escribía muy largo y confuso, pues hoy ya lo es menos. Primero hay que tener claro a quién uno no quiere parecerse, es decir, identificar la prosa que incomoda, que confunde a propósito y distrae la atención del verdadero problema, como muy bien hacen los socialistoides para terminar de anclar su mensaje general, que es lo que mejor saben hacer; la velocidad y estrategia para comunicar una idea, saber identificar en uno mismo las viejas taras, muletillas viciosas. Todo esto es más que importante.
8. Hay que tener muy claro qué es lo que vende el blog. Nunca me han faltado visitantes, sobre todo cuando he tratado de que la frecuencia de publicación no superara el mes. Tampoco he querido recurrir a varias de las técnicas con las que algunos de mis muy buenos amigos han tratado de persuadirme para usar. Esto lo decidí porque el lector para mí está antes que el lector cliente. Hay páginas con un flujo impresionante, que usan técnicas y estrategias que atraen muchos visitantes, pero que terminan agrediendo la vista, la estética de la prosa (sí, existe), el ritmo de lectura, y un muy largo etcétera. Así, los que vuelven de visita son Google y sus robots, no seres humanos de una pequeña comunidad interesada en temas concretos para discutir.
Tampoco he tratado de escribir sobre otra cosa que no fuera de economía, política y coyuntura. He querido escribir sobre música y guitarristas y guitarras en particular, pero esto no era un blog personal ni un diario de quinceañera. Tenía un objetivo de largo plazo muy claro sobre economía, mi carrera profesional.
9. Hay que tener una estrategica para escribir y publicar inteligentemente, sobre un tema que suena más que otro y en el momento preciso, en el medio preciso, compartiendo alguna línea de la editorial del medio donde se publica. Hay algunas cosas que han causado polémica, por decir lo menos, tanto en el mundo académico como en el político. Nunca borré ninguna columna, nunca caí en la autocensura política. Más bien encontré la manera artística o elegante de seguir diciendo lo mismo, aunque tampoco faltó nunca quien cuestionara mis columnas diciendo que no se trataba más que de rosas para los chanchos, que este país no se merece esfuerzo ninguno por desarrollar intelecto, que -total- era lo más ingrato que podía haber, o que trabajaba para el imperio yankee. Eso sí, podré no haber borrado algunas columnas, pero algunas desistí en publicarlas en el blog.
Total que ni se me pasó nunca por la cabeza vivir de esto, ni jamás se me ocurrió escribir para nadie en particular, sino para mí mismo en ese objetivo de ordenar ideas con todo lo nuevo aprendido y por aprender. Mucho menos se me ha pasado por la cabeza dedicarme a la política, aunque haya sido tentador en determinado momento, afortunadamente estuve demasiado cerca de las personas equivocadas, así como de las correctas, para haber llegado a escarmentar mucho y siendo muy joven y no querer saber más nada al respecto.
10. Extra: Muchas veces se me ha acercado gente que no conozco para decirme que me leen, casi nunca para mal, o que me leen siempre en el periódico, por lo cuál estoy más que honrado y agradecido como desde la primera vez. Sin embargo, el mejor cumplido que he podido recibir fue que si bien uno podía o no entender lo que escribiera, se notaba que todo tenía un espíritu metalero de rebeldía. Aunque yo prefiero decir que se trata más de una rebeldía más roquera que metalera, y de que con el paso del tiempo ha sabido refinarse, eso es lo que espero que mantenga siempre que pueda seguir leyendo y escribiendo.