Diciembre ha terminado estableciendo el escenario para dar los primeros pasos en materia de inversión estratégica durante 2017, y esto podría significar malas noticias para la econmía de Bolivia en el corto plazo. Son básicamente tres los factores para tal afirmación.
- Precios del petróleo
La primera tiene que ver con las expectativas sobre los precios del petróleo. Para nadie es sorpresa que la política económica de Bolivia ha dependido directamente de la cotización internacional del petróleo extraordinariamente elevada durante una década, y aunque más en unos momentos que en otros, ha sido hiperexpansiva durante todo este tiempo, y además en un entorno de permanente de incertidumbre macroeconómica global.
Pues justo cuando parece que las cosas finalmente empiezan a cambiar, y que lo único que se mantendrá estable al menos hasta la segunda mitad de 2017 son los bejos precios del petróleo. El problema es que guiándose por el anuncio de elecciones generales en 2019 y el consecuente inicio de campañas, y la formulación del Presupuesto General del Estado 2017 con un barril de petróleo a $45, la lógica del gasto a manos llenas se mantiene como cuando se lo proyectaba alrededor de los $80.
Esto no hará más que generar aún mayores tensiones que las que ya existen con un déficit fiscal cercano al elevadísimo 8% y una caída de las exportaciones al ritmo del mensual. Sin ajuste inmediato alguno sobre estas cuentas el peligro se cierne una vez más por el lado del incremento de impuestos, la inflación mediante una virtual devaluación cambiaria, y mayor rigidez laboral y productiva.
- Incremento de tasas de la Reserva Federal
La Reserva Federal acaba de incrementar las tasas de interés en otro cuarto de punto porcentual, hasta el 0.75%, y además ha anunciado tres subidas más durante 2017.
Aunque mala, la Reserva Federal se ha apegado todo el tiempo a una teoría, la del Plucking Model de Milton Friedman, y parece haber sido consecuente, tanto así que cuando existen datos de una mejora relativa en la economía estadounidense, sobre todo en relación a la tasa de desempleo y el Producto Interno Bruto, ha decidido abandonar las políticas de estímulo gradualmente.
Con esto podría decirse que no es que haya que esperar a que la economía vaya mal para bajar las tasas y estimular la economía, sino que -al menos en apariencia- hay que subirlas cuando no es necesario estimularla. Al menos desde el anuncio, que no ha sido sorpresivo, ha provocado una reacción positiva de los mercados.
En Bolivia, en cambio, se hiperestimula la economía, vayan bien o vayan mal sus fundamentales, y sin temor a consecuencias de recalentamiento que escapen a las capacidades estadísticas del Estado. Pues ya sea que parezca que la manera de hacer política económica ha cambiado al menos en los últimos dos años, y que en Bolivia nadie se ha enterado, es mejor que haya más dólares en la economía boliviana para depender más de la improvisación de la Fed que de Hacienda y el BCB.
EE.UU. parece recuperarse en el corto plazo y Bolivia no deja de desacelerarse. De una u otra manera, el gran argumento técnico para la política expansiva de Bolivia ha sido “porque los demás lo hacen”, pero veremos si el hiperestímulo ahora iría terminando “porque le estamos enseñando al mundo capitalista cómo hacer las cosas”. Sus fundamentos empiezan a desacoplarse hasta ver una paulatina y mayor apreciación del dólar y una inevitable depreciación (que no una devaluación) del boliviano.
Así la presión sobre el tipo de cambio seguirá creciendo todavía más, pero la respuesta debe darse desde la flexibilización del régimen laboral mediante el congelamiento del gasto. Las subidas de tasas de la Fed no son agresivas, y esto le da cierto margen de maniobra de ajuste a Bolivia, que debe empezar hoy.
- El Dow Jones superinflado cerca de los 20.000 puntos
Ya en la segunda mitad de 2014 el Dow Jones se encontraba operando por encima de los 17.000 puntos por primera vez nunca, superando los niveles del pico de la burbuja inmobiliaria que explotó en 2008 o un 45% por encima del pico de la burbuja del Nasdaq en el año 2000. Hoy el índice por fin se encuentra operando muy cerca de los 20.000. Esto quiere decir que los precios de los activos que cotizan en bolsa están más caros que nunca. Bonos y acciones, los mercados emergentes y las economías avanzadas, torres de oficinas urbanas y las tierras agrícolas de Iowa, entre otros, están siendo negociados en el mercado bursátil a precios que resultan los más altos en términos históricos en relación a los fundamentales.
Los 20.000 están llegando tres años mas tarde de lo previsto por algunos como Jeremy Siegel y Jeremy Grantham, que identificaron temprano la burbuja tecnológica e inmobiliaria respectivamente. Estas no pueden ser buenas noticias. El retraso de tres años solamente quiere decir que si realmente se ha estado cebando una burbuja con la política monetaria de la Fed allá donde fuere que se ha creado esta vez, solamente ha crecido más aún, y podría reventar inevitablemente en 2017, incluso antes de su límite estimado. La gran corrección podría estar llegando pronto, aunque el incremento de tasas de la Fed no la provoque de momento.