Es interesante la manera en que en las últimas semanas el sector bancario financiero ha ido pasando a convertirse en uno de los protagonistas de las noticias, tal vez solamente luego de YPFB. Así como desde 2007 los bancos centrales son los grandes protagonistas de la crisis económica internacional, que pagan el precio de la estabilidad de corto plazo incrementando el tamaño de sus balances sin estrategia alguna de salida, el Banco Central de Bolivia empieza a cobrar mayor protagonismo también, y esto podría ser un síntoma de que finalmente el río suena.
No siempre está claro el motivo por el cual los entes emisores y los regulatorios se manifiestan en determinando momento sobre la solidez de un sistema financiero, o antes de que hubiera algún evento relativamente extraordinario que lo justifique. Por lo general, esto siempre resulta sintomático; es como un descargo anticipado de culpa. Ellos solamente hacen su trabajo, pero es necesario advertir que si eventualmente se registra una crisis sistémica será simplemente inevitable.
Si bien se ha insistido varias veces en que la predicción en términos de tiempo y espacio no es atribución de la Ciencia Económica, no es aceptable que por el este motivo los bancos centrales y entes regulatorios en general se concentren invariablemente en buscar distintas maneras de tapar huecos financieros en vez de evitar crearlos. Al menos desde la Gran Depresión de los años 30 se piensa que la banca central fue creada para mitigar el impacto de las crisis económicas, cuando en realidad son justamente su causa. Por eso el debate al respecto nunca ha sido más álgido que ahora en el mundo académico y el de la elaboración de políticas económicas.
Sin embargo, no porque el problema sea tan grande y las decisiones para cambiar esta situación las tomen las grandes potencias no le compete a Bolivia. Justamente con el pretexto de que “la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra lo están haciendo”, muchos países como este han estado cometiendo los mismos errores que la gran banca internacional ha cometido hasta 2007, pero hay muchas formas de mitigar el impacto de una crisis económica mientras el enfoque sea el acertado.
Por ejemplo, ¿qué sentido tiene que el índice de morosidad sea el más bajo de la región si su incremento sostenido y sistemático no denota un problema aislado y pasajero, sino un problema estructural que rápidamente se agrava; si el Coeficiente de Adecuación Patrimonial se encuentra por encima de la norma, si la norma, aunque proviniera de Basilea, no identifica las causas, sino los síntomas del problema; y si, por tanto, ninguno de estos criterios realmente ha ayudado a identificar ni garantizar que vuelvan a suceder episodios como de Bear Stearns, Lehman Brothers, y toda la cola por detrás hasta el Banco Popular, a quienes las calificadoras otorgaban la máxima nota posible muy pocos meses antes de su colapso?
Muy pocas metodologías de evaluación consideran factores cualitativos y dinámicos, sino sólo cuantitativos y estáticos. Solamente considere, por ejemplo, que en el análisis de un balance no se toma en cuenta la capacidad que cada uno de los activos que se ha adquirido durante una etapa de “exuberancia irracional” tiene para no perder valor conforme se incrementa su cantidad vendida, es decir, si tienen propiedades de “vendibilidad“.
Esto será lo que en gran medida vaya determinar el margen y capacidad de maniobra de cualquier empresa con estrategias mínimas de capital circulante saneado fente a la competencia, mucho antes de que desde las entidades emisoras y regulatorias se decida incrementar o no las tasas de interés, el tipo de cambio o el encaje legal. El desafío está en identificar hoy los activos basura para liquidarlos mientras los precios de burbuja aún son relativamente favorables, antes que ponerse a pensar en cómo se tapará el agujero donde serán desechados.
Si esta fuera una decisión generalizada adelantaría una crisis, con seguridad, pero la alternativa es negar los errores del auge, justificarlos, o seguir inflando la burbuja; nada de esto impide que estas decisiones sean tomadas de manera aislada sin provocar el adelanto de una crisis generalizada.
No espere las previsiones de las autoridades, prevea que el último centavo lo gane alguien más.