Bolivia vuelve a los paros y los bloqueos contra las medidas del Gobierno, pero esta vez es distinto, la sociedad civil organizada ya no sale a las calles para arrancar un pedazo de la torta que el Estado acapara, sino para que no le saqueen sus bolsillos; la burocracia se ha terminado de gastar el dinero de los demás.
¿Alguien recuerda la Guerra del Agua, Febrero Negro u Octubre Negro de 2003? Supuestamente fueron levantamientos ciudadanos contra el ajuste de la economía mediante el incremento de tarifas e impuestos, en particular a la renta. El Gasolinazo de 2011 fue distinto porque al ser otro gobierno y al haber reculado en la medida, significa que tuvieron margen de maniobra.
Hoy Bolivia presume de tener el crecimiento más elevado de la región, pero lo ha logrado inflando artificialmente la demanda durante más de 11 años; la energía, incluyendo hidrocarburos, fue artificialmente barata durante todo este tiempo, pero ahora lo paga el conjunto de la población mediante el incremento de impuestos.
Todo subsidio se paga tarde o temprano, y este es sólo el comienzo. Lo que queda por ajustar, inevitablemente, será en proporción directa al tamaño e intensidad de la fiesta previa, pero eso sí, el ajuste no puede venir por medio del incremento de impuestos (también debió saberlo Sánchez de Lozada), sino por recortes agresivos del gasto y mediante el llamado simultáneo y creíble (con condiciones garantizadas de libre competencia) de las ingentes cantidades de ahorro que se necesitan del exterior en forma de inversión privada, para liberalizar por fin el mercado eléctrico.