Yo sé que tu legítima capacidad de generar riqueza ha significado mucha ilusión, esfuerzo y sacrificio en los últimos años de auge, pero no lo eches todo a perder pensando que a tí no te pude pasar como a Mike Tyson, que luego de lograr $400 millones terminó debiendo $24 millones; como a Francis Ford Coppola, que quebró tres veces; o como a Michael Jackson, que luego de alcanzar ingresos de hasta $2.000 millones murió dejando una deuda de $300 millones. Ninguno de ellos sospechó siquiera que el flujo de ingresos se detendría alguna vez.
Pero siempre existen mejores maneras de administrar y gestionar el patrimonio personal y familiar, y el primer paso es reconocer que es demasiado poca la gente en el mundo que es tan extraordinariamente privilegiada por la misma naturaleza para generar ingresos a largo plazo como Mike Tyson, como para subestimar el agravamiento de una crisis y no prepararse para ella.
En España no se convencieron del reventón de su burbuja inmobiliaria de 2007 sino hasta 2009, y lo peor de la crisis llegó recién en 2011. Y créeme, llegué a Madrid en esa época justamente para vivir, estudiar y especializarme en crisis económicas, reformas estructurales y estrategias de transición, y lo que vi fue un auténtico drama que dejaremos para otro momento.
Uno de mis aprendizajes más interesantes en Madrid provino de Daniel Lacalle, un economista español y gestor de fondos en Londres, que se ha ido haciendo muy famoso en muy corto tiempo, ya sea por el éxito y tamaño de su cartera de inversiones, o su faclidad para explicar los problemas económicos no sólo de España, sino del mundo.
En una de sus presentaciones en 2013, en plena Gran Vía de Madrid, Lacalle le dijo al público que lo único que tenía que hacer para convencerse de cómo estaban las cosas en ese momento era ver por la ventana cuántas personas caminaban con bolsas de compras por la mano; la técnica funciona.
Siempre resulta útil hablar con los taxistas, que son quienes más contacto permanente y directo tienen con el público para saber qué ánimos y expectativas tienen, pero ahora que acabo de volver a Santa Cruz luego de cuatro meses me he encontrado con algunas nuevas evidencias de la brecha y la descoordinación económica cada vez más amplia entre oferta y demanda.
Vi un enorme letrero cerca del famoso ‘triángulo de oro’ de Equipetrol Norte que reza “Invertí en el único lugar donde el valor sigue en aumento”, con una enorme grúa de construcción por detrás. Esto no puede estar bien: en la misma imagen las grúas todavía incrementan una oferta para unos letreros que reconocen que, aún siendo artificial, la demanda ya cae.
Si algo está claro con la economía de Bolivia, y como diría el mismo Lacalle, es que “el último barril de petróleo no valdrá millones de dólares, sino cero”, y que “la industria invierte siempre a partir de la falsa creencia de que nadie más va a hacer lo mismo que ella está haciendo”.
Si esto se trata de una burbuja de proporciones siderales (todo apunta a que sí), la pregunta para terminar de convencerse sería “entonces, ¿cuándo explota todo por los aires?”. Mi respuesta sigue siendo la misma de hace años: no quieres salir de la duda ni esperar a que suceda sin antes haber tomado precauciones, preferiblemente invirtiendo de manera legal y estructurada en el exterior y a largo plazo.
Si necesitas de mi ayuda personal para evitar convertirte en una víctima de la mayor transferencia forzosa de riqueza de los últimos tiempos, una vez que inevitablemente termine el hiperestímulo de la demanda y la oferta se ajuste, escríbeme un par de párrafos idenificándote y describiendo tu situación. Te responderé pronto.