Son dos los elementos a destacar de este 22 de enero: lo que se dijo y lo que no se dijo sobre la economía, y la estrategia marcada con los cambios en al Gabinete.
Para fines de 2014, cuando la caída de precios internacionales de commodities parecía ser sostenida y agravaba las condiciones para asumir la desaceleración desde mediados de 2013, se anunciaba que había que ajustarse a una nueva realidad, que incluso buscaban expertos internacionales para que les dijeran qué hacer frente a la crisis. Hoy, sin embargo, la figura no ha cambiado realmente; de austeridad, nada.
En los discursos de celebración del nacimiento del Estado Plurinacional se anunció la cifra récord de inversión pública de $13.000 millones para los próximos años, pero no se habló del déficit comercial, que al menos hasta noviembre rondaba los $900 millones, el nivel más bajo de los últimos 18 años; ni del déficit fiscal, que se acumula por quinto año consecutivo y aparentemente es superior al 10%, según cálculos privados; ni del incremento de la deuda pública, que entre la interna ($9.110 millones) y la externa ($7.268 millones) alcanza escandalosamente los $16.378 millones, cerca al 30% del PIB; o de la recaída de las Reservas Internacionales hasta los $9.875 millones.
Respecto de los recientes cambios de Gabinete, dijimos que ante la creciente adversidad económica era muy importante observar cambios en carteras como las de Hidrocarburos (y YPFB) y Hacienda, además de Comunicación, Gobierno, Defensa y Presidencia (sin dejar Salud de lado), para saber cuál sería la actitud con la que asumirán la inestabilidad e incertidumbre en el corto plazo. Por ejemplo, Guillén fue ratificado en Hacienda sin haber cumplido con una sola de las asignaturas pendientes de la cartera desde mediados de 2017, tal vez porque la consigna es otra.
Probablemente haya cambios en el Gabinete antes del próximo 22 de enero, porque hacerlo ahora es apresurado. Al no manifestarse sobre las elecciones del 2019 en su discurso se mantienen en pie de guerra, porque todavía esperan más batallas y todavía más duras. A excepción de Rada en Defensa, que recuerda la etapa de la Asamblea Constituyente y la aprobación de la nueva Constitución, todavía no hay figuras fuertes en el Gabinete.
Finalmente, al no presentar un diagnóstico claro y una prescripción consiguiente, se deduce que no existe un objetivo institucional alguno, sino que simplemente se elaboran estrategias en función de la acumulación de poder, y esto erosiona significativamente la confianza depositada en el Gobierno a través de las instituciones de la democracia formal desde los años 80, así como, por supuesto, las libertades que recaen en la defensa de los derechos individuales de propiedad privada; recuerde, pues, que para determinar de la manera más inmediata posible el grado de confianza que el público deposita en un país y sus instituciones es la demanda de su moneda, que ahora ya es un aspecto por demás sensible en la economía de este año.
¿Cómo se resumen los mensajes del 22 de enero? Seguiremos cavando todavía más profundo para salir de este hueco.