Arranqué con la idea de internacionalizar activos a través de distintos vehículos legales para reducir el riesgo de crisis económica e inseguridad jurídica, hace ya cuatro años y medio, exactamente el 10 de septiembre de 2014. Nunca dudé del potencial de esta forma de ayudar a la gente a preservar su legítima capacidad de generar riqueza en el largo plazo, de manera tal que empecé a hacerlo a tiempo completo en cuanto tuve la oportunidad hace más de dos años, y en tan corto tiempo he ganado experiencia y mucho más conocimiento, y he logrado construir una sólida -aunque todavía pequeña- cartera de clientes y proveedores en el exterior que conozco personalmente.
También he conocido perfectamente la historia de quienes lo perdieron todo -mucho- en las dos peores crisis posibles de la región y Bolivia en los últimos 60 años, alrededor de la Revolución de 1952 y de la depresión de los 80. Y con esto en mente estoy abocado a evitar que esto le vuelva a suceder a todos quienes estén de acuerdo conmigo en que el esfuerzo, el sacrificio y un legado de largo plazo son demasiado importantes para dejarlos en manos de la complacencia y el sobreoptimismo de corto plazo de los incautos.
En este sentido, estoy seguro de que los problemas más serios para la economía de Bolivia, a consecuencia de todos los errores que se cometió e indujo a cometer durante la etapa del auge, finalmente empezarán a materializarse entre 2019 y 2020. Claro que los elementos que juegan en contra para semejante afirmación no son pocos, y no es que ahora me adelante a justificar error alguno, sino que los números oficiales ya no ilustran la realidad, si acaso lo hicieron alguna vez. El asunto se resume así: no hay forma de seguir financiando el mayor programa de estímulo de la demanda que el país jamás haya conocido, por tanto, no hay manera de que la demanda agregada no caiga de manera generalizada eventualmente.
En este tiempo me he encontrado con mucha gente a la que no puedo ayudar, ya sea porque simplemente sus activos no son bien habidos, o porque están seguros de que el escenario será tan similar al de los 80 con la UDP o al de los 50, que ya saben cómo actuar en escenarios similares. Sin embargo, aunque respeto mucho su idea, difiero de ella. Si bien es cierto que al quedar muy pocas fuentes para seguir financiando el modelo eventualmente no habrá más alternativa que la devaluación, tampoco tienen reparo alguno en recurrir a la mentira, tanto así que han triplicado el presupuesto para ello. Es decir, quién sabe si ya están devaluando para autofinanciarse, o si para cuando reconozcan que lo han estado haciendo dirán la verdad sobre cuánto han devaluado realmente. Esta es una diferencia fundamental con los dos períodos de crisis mencionados, cuando las malas buenas intenciones eran aplicadas by the book. Ahora simplemente juegan al desastre, a la revolución.
No obstante, también he conocido muchos clientes potenciales que todavía no han tomado la decisión de diversificar el riesgo internacionalizando sus activos denominándolos en otra moneda, trasladando su residencia fiscal a otra jurisdicción más estable y con mayor seguridad jurídica, “porque no conozco ninguno de esos bancos,” “porque no sé nada de esto,” “porque tengo un trabajo, una familia, un gato que alimentar.” Está bien, pero yo estoy justamente para despejar esas dudas. Y si bien aún hay tiempo para hacer las cosas con suficiente detenimiento, si tomas decisiones hoy, el tiempo se acabará tarde o temprano.
Me dedico a ayudar a mis clientes a tomar las mejores decisiones, a saber elegir la mejor jurisdicción posible, el mejor asesor financiero, el mejor banco privado, el mejor despacho de abogados, los mejores contadores locales, los mejores fondos y gestores de fondos de inversión independientes, los mejores servicios de venta y custodia de metales preciosos, etc. Mi trabajo es hacer lo que tú no quieres ni estás dispuesto a hacer. Lo único que necesito es saber dónde te encuentras ahora y cuál es tu objetivo, tu propósito, para que yo te ayude en el proceso de toma de decisiones para lograrlo, en al menos trazar una hoja de ruta.
Claro que puedes hacer distintas pruebas sobre lo que se te recomienda que se ajusta más a lo que necesitas, aprovechando un viaje de negocios, un viaje familiar, o incluso de manera remota sin moverte de tu escritorio. Puedes averiguar por cuenta propia lo que se requiere para invertir en bienes raíces, o para abrir una cuenta personal o corporativa con un banco comercial, y luego caer en cuenta de que, dependiendo del caso, puedes conseguir un permiso de residencia permanente, o incluso un segundo pasaporte. Así podrías haber empezado el viaje de la preservación patrimonial sin siquiera haberte dado cuenta, y será un viaje prometedor y de nuevas perspectivas, pero el tiempo se agota.
Hacer estos cambios no implica empezar de nuevo, sino todo lo contrario, significa establecer una estrategia suficientemente ajustada a tus requerimientos específicos como para no tener que empezar de cero en ningún caso. ¿Qué pasos estás tomando hoy para preservar tu patrimonio y el de tu familia a largo plazo? Ahórrate 4 años de estudio, investigación y práctica. Toma ese primer paso reuniéndote conmigo ahora para prever lo más seguro para tu patrimonio y el de tu familia.
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