Luego de cierto compás de espera, este pasado miércoles la Reserva Federal finalmente recortó tasas de interés en cuarto punto (de 2.50% a 2.25%) por primera vez desde 2008, habiendo fracasado en su intento de normalizar la política monetaria. ¿La medida evitará que la desaceleración de EEUU degenere en recesión? ¿Los efectos en el resto de la economía global serán los mismos que desde 2008?
Si bien la medida era ampliamente anticipada por el mercado, Powell introdujo una importante dosis de incertidumbre sobre los efectos de la medida no solo porque en el pánico de 2008 se la implementó como una emergencia y hoy se la revive cuando la economía esté creciendo un 2% y la tasa de desempleo sea del 3,7%, sino también por calificarla como un confuso “ajuste de medio ciclo,” con lo cual los mercados no reaccionaron positivamente como con cada recorte en el pasado. Pues esto podría generar el efecto similar también en la economía real internacional.
A partir de 2008 EEUU exportó inflación al mundo con su política de QE y ZIRP, que fue a manifestarse particularmente en la cotización récord de commodities, generó el mayor ciclo expansivo bursátil nunca antes visto, y de manera simultánea, y muy a pesar del riesgo que implica, los capitales fueron buscando rentabilidad en economías emergentes. Estos nuevos recortes van a volver a favorecer a las economías emergentes de la misma manera en que lo hizo mientras las economías de primer mundo se recuperaban de la Gran Recesión, pero sobre todo aquellas que hicieron sus deberes.
Sin embargo, todavía no está claro si el recorte realmente evitará que la desaceleración estadounidense degenere en recesión, o que más bien la termine precipitando, dado que, al menos históricamente, el nivel requerido de tasas para combatir una recesión debe estar entre el 4% y el 5%. No por nada Trump, que sabe muy bien lo que está haciendo a pesar del riesgo que esto conlleva, se ha adelantado a decir que un recorte de tasas sea suficiente.
Igualmente, tampoco está claro si los nuevos recortes impactarán en la cotización de commodities al alza, dado que la caída de 2014, fundamentalmente petrolera, fue debido a la disrupción del fracking, que le ha permitido hoy a EEUU alcanzar la autosuficiencia energética e incluso producir hasta 2 millones de barriles/día de petróleo más que Arabia Saudí.
En todo caso, lo mejor de la noticia es que la Fed a corto plazo es que dejará de reducir su balance, es decir, dejará de generar escasez de dólares en el mundo, lo que a su vez generaba problemas en los sistemas financieros emergentes con pasivos que se financiaron en dólares.
Ahora, si bien en el pasado uno de los mejores aliados posibles de regímenes autocrático y petróleo-dependientes como el actual de Bolivia en los últimos 14 años fue justamente la Reserva Federal, ¿los recortes de la Fed volverán a ayudar? Tal vez sí, pero no lo suficiente, dado al avanzado deterioro de su economía en los últimos años.
Dado que las perspectivas de riesgo ahora son negativas (sobre todo por los escandalosos niveles de déficit y reservas internacionales), que el país ya tiene sanciones de EEUU encima y que su régimen democrático institucional será cuanto menos cuestionable a partir de octubre, el recorte de la Fed no es suficiente para ayudar a que Bolivia pueda seguir financiando el modelo de estímulo de la demanda mediante mayores contratos de deuda pública externa: el modelo del estímulo de consumo interno ha reducido el saldo exportable de lo poco que produce prácticamente al máximo.
De la misma forma, hasta hace no muchos años atrás, Bolivia cabía de alguna manera en la bolsa de las economías emergentes por la dependencia de sus exportaciones a Brasil. Sin embargo, ahora tiene que competir contra los precios del fracking, la autosuficiencia energética argentina y brasilera. Más aún, tiene desafíos de la guerra comercial y el nuevo escenario político que exige inclinarse hacia el Mercosur o profundizar relaciones con el Foro de Sao Paulo y China, Rusia e Irán.
Además, el desafío está en atraer todo ese capital que antes llegaba incondicionalmente en forma de precios de commodities extraordinariamente inflados, en forma de capital privado internacional de calidad, y muy a pesar de todo el riesgo que implicaba, con una condición macroeconómica radicalmente distinta a la de 10 años atrás.
Finalmente, y por si fuera poco, hay que recordar el motivo por el que se estableció el tipo de cambio fijo a fines de 2011: para controlar la inflación importada. ¿Qué pasaría con el tipo de cambio si el efecto del recorte de las tasas no sólo no provoca el incremento de precios de commodities, sino que además termina de precipitar la economía de EEUU en medio del recrudecimiento del nacionalismo y de la guerra comercial?
Artículo publicado en El Instituto Independiente.
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