Estonia es otra de muchas otras jurisdicciones verdaderamente atractivas para quienes buscan libertad económica fuera de su país de origen.
Estonia se hizo famosa primero porque en apenas dos años, de 1992 a 1994, el gobierno de Maart Laar, quien atribuye sus mejores ideas a Libertad de Elegir de Milton Friedman, fue el primero en toda Europa en introducir la recaudación tributaria simple a través del Flat Tax, (los “impuestos planos” o impuestos de tipo único) que, además, evita la doble tributación como el impuesto sobre el patrimonio, de sucesiones y de capitales; privatizó la mayoría de la industria nacional en licitaciones públicas transparentes, abolió los aranceles y subsidios, estabilizó la economía y equilibró el presupuesto. Sí, exactamente al estilo del DS 21060 de Bolivia en agosto de 1985 o incluso mejor.
De esta manera, hoy el sistema fiscal de Estonia ha sido calificado como el mejor del mundo por la Tax Foundation en su Índice de Competitividad Fiscal 2019. Entre los principales elementos que se puede destacar, están:
- Un solo impuesto del 20% a las sociedades, pero únicamente a la hora de distribuir utilidades. Si éstas se reinvierten, no se paga impuestos.
- Compensación de pérdidas acumuladas.
- Libre amortización de activos.
- Impuestos a bienes inmuebles sólo aplicado al suelo y no a las construcciones.
- Solamente un impuesto plano del 20% para los ingresos personales, excluyendo los ingresos muy bajos, pero además no penaliza los salarios altos, que son los que terminan aumentando el nivel de ahorro.
Igualmente, y por si lo anterior no fuera poco, en 2014, como parte de las reformas que el conjunto de países bálticos asumió frente a su severa crisis en el contexto de la Gran Recesión, el gobierno de Toomas Hendrik Ilves estableció la innovadora e-Residency, que ha permitido a Estonia dar un salto tecnológico admirable y encontrar la senda de la modernización y la prosperidad de largo plazo de manera simultánea, atrayendo así una enorme cantidad de capital privado internacional fresco.
La e-Residency permite a los emprendedores digitales de cualquier lugar del mundo iniciar y administrar en línea una empresa con sede en la Unión Europea, incluyendo la firma de contratos y otros documentos. Además, por si fuera poco, la iniciativa se ha ido expandiendo tan sólo en los últimos dos años a la banca digital (aunque por el momento solamente tres bancos que apoyan la e-Residency, el SEB y Swedbank de Suecia, y el LHV de Estonia), permitiendo a proveedores de pagos en línea aceptar pagos de clientes de todo el mundo, y encontrar contadores fiscales, consultores legales, proveedores de pagos y otros servicios comerciales también de manera remota; perfecto para, por ejemplo, todo tipo de free-lancers.
No obstante, sí que también es necesario aclarar lo que no es la e-Residency:
- No se trata de una residencia real, no otorga ningún derecho a permanecer en Estonia, la Unión Europea o la zona Schengen, ni otorga ningún otro derecho social en Estonia ni en ningún otro lugar.
- No es una manera de evadir el pago de impuestos en el país de residencia real.
- Tampoco se trata de una ciudadanía, ni recibirá apoyo consular alguno del gobierno de Estonia para mantener una e-Residency.
- No es un documento de viaje ni constituye un documento de identificación personal.
Aun así, ¿acaso no podría ser este el inicio del fin de los Estados-Nación? Absolutamente, es el camino hacia una sociedad mucho más transparente, abierta, libre. Esta es una opción más para iniciar una internacionalización de activos paulatina, sobre todo para las mentes más modernas y entendidas en los alcances de la tecnología.