Si bien la incertidumbre sobre la estrecha diferencia de votos entre Donald Trump y Joe Biden en EEUU marca notablemente el inicio de la jornada de este miércoles, hay algunos elementos que con el recorrido del conteo son irreversibles indistintamente de quién gane, unos positivos y otros no tanto.
Los mercados
El Dow Jones, por ejemplo, abrió este miércoles en positivo, siguiendo con la tendencia al alza iniciada al menos desde el lunes; sabían algo que las encuestas no. Unos afirman que se debe a que ante una victoria de Joe Biden aparentemente cada vez más cercana, las empresas verdes serían favorecidas.
Sin embargo, la explicación tiene más sentido fundamentalmente por lo siguiente:
- El mercado no se ha sorprendido con los resultados, que han sido tan distintos respecto de lo expresado por la gran generalidad de las encuestas, que no apuntaban a un cierre tan estrecho.
- El Senado ha sido retenido por los republicanos, lo cual significa que las pretensiones del Partido Demócrata no sólo que no podrá establecer nuevos impuestos ni mucho menos incrementar antiguos, sino que le será imposible echar por tierra las reformas impositivas de Trump.
- Los mercados se están concentrando también -y sobre todo- en la política económica frente a la pandemia y los confinamientos masivos y forzosos, que se concentrará en seguir estimulando tanto por el lado fiscal como por el monetario, gane quien gane. De hecho, la Reserva Federal no se ha visto forzada a intervenir ni manifestarse siquiera a primera hora de este miércoles.
Libertad de expresión en riesgo
Por otro lado, si bien los errores de las encuestadoras han vuelto a ser tan grandes como en el mismo proceso de 2016, lo que sí dicen las encuestas ante los resultados, es que hay un voto silencioso muy grande en favor de Trump, un voto que ha sido acosado de manera permanente sobre todo en el último año por grupos altamente radicales como Antifa y Black Libes Matter, que simpatizan con el Partido Demócrata, y que pone en riesgo nada menos que la Primera Enmienda de los EEUU.
De hecho, en la noche del martes 3, BLM amenazó con salir nuevamente a las calles para generar disturbios en caso de que Donald Trump ganara las elecciones.
Y por si fuera poco, los medios de comunicación, paradójicamente, han quedado ampliamente desprestigiados por su militancia abierta mayoritariamente en favor de un candidato concreto, tal vez como nunca antes.
Polarización y deterioro institucional
Sin embargo, lo que sí preocupa es lo dañada que podría estar quedando la institucionalidad democrática en EEUU, dado que Donald Trump recurre ahora a disputar legalmente las elecciones abriendo un caso en la Corte Suprema de Justicia.
Ciertamente, Trump se apresuró en la madrugada de este miércoles al afirmar que ya había ganado las elecciones, pero que ante un repentino cambio de tendencia en plazas importantes y muy disputadas como Michigan, Wisconsin y Pensilvania, terminó denunciando fraude. Haberlo hecho sin tener pruebas ha sido cuanto menos irresponsable, aunque Joe Biden, de la misma manera, una hora antes se dirigió al público para generar expectativas en su favor también sin tener definida aún la votación.
Aunque no es la primera vez que sucede (ya en el año 2000, cuando la votación fue tan estrecha con George W. Bush, pasaron 37 días hasta que Al Gore reconoció su derrota, y Hillary Clinton, por su lado, no lo hizo hasta hoy desde 2016), las denuncias de fraude son realizadas con cada vez mayor liviandad tanto por demócratas como republicanos según convenga, deteriorando cada vez más la confianza que el público pueda tener en sus instituciones democrático republicanas, construyendo un escenario para cualquier experimento radical.
Con todo esto se observa un escenario equilibrado propiciado por el propio sistema estadounidense: sin la Blue Wave que aseguraban las encuestas, los republicanos retienen el Senado y los demócratas la Cámara Baja y el Ejecutivo por los próximos dos años. Ahora sólo cabe seguir esperando los resultados finales oficiales para confirmarlo.