En días recientes ha vuelto a repetirse un caso cuanto menos curioso que probablemente está pasando desapercibido por la opinión pública, y que tal vez esté explicando mucho más de lo que los socios de Nicolás Maduro en la región quisieran reconocer: el problema que el éxodo masivo venezolano significa para la región en su conjunto, aunque con excepciones.
Desde hace ya varios días, una vez que las restricciones por la pandemia han empezado a suavizarse, Chile está tratando de lidiar nuevamente con el ingreso masivo ilegal de venezolanos o que buscan refugio, esta vez por el paso fronterizo Colchane-Pisiga, es decir, en la frontera con Bolivia.
Esto no es nada nuevo. En 2018, la cifra de venezolanos que emigraron desesperadamente de su país era de aproximadamente 3 millones. Fue ese el momento en que la OEA afirmó que Venezuela vivía la peor crisis humanitaria que el continente hubiera visto, y que aquella crisis representaba el mayor éxodo de las Américas. Hoy esa cifra asciende a los 5,4 millones según la ONU.
Arce Catacora no se cansa de repetir que las causas de la mayor crisis económica del país en 67 años están detrás de los 11 meses de gobierno de Jeanine Áñez en 2020, y que él ha asumido el desafío de solucionar estos problemas.
Si es así ¿por qué los venezolanos no deciden vivir hoy en Bolivia en vista de que pronto volvería a “repetirse el milagro económico”? ¿Será un problema de falta de solidaridad del gobierno de Arce Catacora con el régimen de Maduro o con el pueblo venezolano?
Pero más aún, ¿por qué los venezolanos que siguen escapando de la dictadura pasan de largo del “milagro económico boliviano”, del “oasis económico continental”, del país donde el autor del Evonomics tiene hoy mucho mayor poder que en el pasado para garantizar el éxito de sus medidas contra la crisis de la pandemia, desde mucho antes de 2020?
En 2018, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), realizaron un estudio sobre el flujo migratorio de los venezolanos, y entre las cosas que encontraron está el hecho de que los principales destinos que eligen quienes logran escapar de Maduro son Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Argentina, Brasil, España y Estados Unidos, pero Bolivia ni siquiera figura en la lista.
Encuestados por país de destino final deseado
Son muchas las preguntas que surgen al respecto. Tal vez los venezolanos no tengan necesariamente un destino preferido más que aquel en el que los reciban y les den la oportunidad de volver a empezar de cero. Sin embargo, tampoco es que hay que hacer un esfuerzo analítico sobrehumano en busca de respuestas, pues llama definitivamente la atención que Bolivia no haya sido una opción para los refugiados en ningún momento, y esto no ocurre porque hay mejores destinos, sino porque rechazan este país.
Claro que hay algunos inmigrantes venezolanos en Bolivia, ¡pero incluso Argentina -con una crisis comparable sólo con la de Venezuela en la región, justamente- es una alternativa que les resulta más atractiva!
Ahora bien, ¿qué es lo que los emigrantes venezolanos están advirtiendo sobre lo que pasa en Bolivia? ¿Acaso tienen el temor de que Bolivia se convierta en la próxima Venezuela, y que, por tanto, no estén dispuestos a apostar ni a la mínima probabilidad de que así sea?
Siempre se ha sabido que, así como habría dicho Rahm Emmanuel, quien trabajó como asesor con Bill Clinton y Barack Obama, “nunca hay que desaprovechar una buena crisis”, pero, al menos por el momento el gobierno de Arce Catacora ha sido relativamente poco dañino con sus medidas, sobre todo si se las compara con todo lo que aún podría hacer en un entorno de inestabilidad e incertidumbre como el actual, que constituye el caldo de cultivo ideal para los experimentos políticos.
Hay muchos conflictos relacionados con la gestión de la crisis sanitaria y la económica, sobre los que no se han tenido novedades desde hace unas semanas, pero esto no quiere decir que hayan dejado de ser problemas que se están haciendo cada vez más complejos, aunque se pretenda minimizarlos.
Probablemente se esté a la espera de que pasen las elecciones de marzo para retomar estos asuntos tan ásperos para la popularidad del presidente, y además se conozcan los resultados para tomar más y mayores decisiones.
Todo puede suceder aún, pero puede ser que la execrable experiencia más cercana con el chavismo y la reticencia de ayer y hoy de los emigrantes venezolanos por evitar Bolivia, sea el mejor olfato.
Artículo originalmente publicado en La Gaceta, de España.