La mañana de este lunes se ha registrado un desplome de la lira turca del 17% frente al dólar estadounidense, así como la bolsa local también cayó cerca de un 10%, debido a que Recep Tayyip Erdoğan, presidente de Turquía, decidió destituir sorpresivamente el viernes por la tarde al gobernador del banco central, Naci Ağbal, porque este decidió incrementar las tasas de interés de referencia del 17% al 19%, en un esfuerzo por controlar una tasa inflación que alcanza ya el 29% anual, según Steve Hanke, profesor de la Universidad de Johns Hopkins.
El primer efecto para la región iberoamericana ha sido la caída del 1,8% en el Íbex 35 español, debido sobre todo a la exposición directa del banco BBVA a la economía turca. Además, se vio que las monedas locales han reaccionado a la baja durante el día, aunque sin movimientos bruscos. Sin embargo, el temor de una crisis mayor por lo que la coyuntura turca pueda terminar ocasionando en la región, no está del todo descartado.
Primero, la lira turca podría seguir cayendo y la inflación local incrementándose. Es decir, que el agravamiento de la crisis en Turquía podría generar un efecto dominó en otras economías emergentes, mismas que están demasiado expuestas o simplemente no están preparadas.
La crisis turca no es nueva ni mucho menos sorpresiva. Comenzó en agosto de 2018, cuando la lira sufrió otro desplome del 15% –fruto del descontrol del crecimiento artificial del crédito de entre el 15% y el 30% anual por lo menos desde 2010–.
Ağbal fue el tercer gobernador que pasó por el banco central en dos años, y el segundo en apenas cinco meses.
De esta manera, solamente en los últimos 29 meses, la lira turca ha perdido la mitad de su valor, mientras Turquía registra, además, una tasa de desempleo del 13,6% y un déficit por cuenta corriente del -5,2% del PIB.
Ante el complejo escenario en el país otomano, los bancos centrales emergentes se ven obligados a incrementarl las tasas de interés en respuesta a las salidas de capitales relativamente bruscas que se puedan generar en sus economías. Esas salidas provocarían una caída en la demanda de las monedas locales, un incremento consecuente de la inflación y una mayor presión sobre sus tipos de cambio.
Desde luego, y al igual que en Turquía, lo más probable es que los gobernantes de la región busquen impedir dichos incrementos de tasas, porque reducirían su margen de maniobra para seguir estimulando la recuperación de sus economías en el corto plazo.
Sin embargo, el público, al sufrir un deterioro cada vez mayor de sus ahorros debido a la inflación creada anteriormente por sus gobiernos, seguirá abandonando la moneda local para encontrar refugio en el dólar estadounidense.
Dicho de otra manera, aunque por el momento podría no ser lo más probable, la región iberoamericana debe prepararse ante un posible efecto dominó que puede generar Turquía, así como sucedió en la crisis asiática de finales de los 90, que generó los famosos efectos “tango” y “samba” en Brasil y Argentina, respectivamente.
En este sentido, ante las noticias en Turquía, Argentina observó caídas iniciales en el Merval, pero el hecho de que su ministro Martín Guzmán haya retomado las negociaciones con el FMI terminó teniendo más peso para recuperar las pérdidas conforme avanzó la jornada.
Brasil, por su lado, incrementó recientemente sus tasas de referencia por primera vez en seis años y sin generar sobresaltos, para contener la pérdida constante del valor adquisitivo del real y la consecuente y creciente inflación, con lo cual podría encarar el corto plazo de mejor manera.
A Bolivia, viendo la manera en que siguen cayendo las reservas del Banco Central por debajo de los $5.000 millones -llegando a mínimos de 15 años- ya desde enero, se le podría hacer muy difícil encarar una crisis, pero esto podría ocurrir incluso por causantes locales.
La incertidumbre que está provocando el deterioro democrático reciente o la sola creación del Impuesto a las Grandes Fortunas, ya serían suficientes problemas para el gobierno de Arce Catacora, pues la salida de capitales y la presión consecuente sobre el tipo de cambio aún persisten.
Finalmente, ante un posible efecto dominó de la lira turca, a la región la resta mantenerse alerta sobre posibles movimientos bruscos en los mercados globales, sobre todo los emergentes, empezando por tener claro que, en la medida que los gobiernos tengan control sobre la política monetaria de la misma forma que Erdogan la tiene en Turquía –que ejerce presión sobre las tasas de interés para mantenerlas artificialmente bajas durante demasiado tiempo–, seguirán provocando un incremento de la inflación local, y, por tanto, mayor crisis.
Artículo originalmente publicado en La Gaceta de la Iberosfera, el martes 23 de marzo de 2021.