Aún marcada por la pandemia, los fallecidos por covid-19 y la incertidumbre sobre los planes de vacunación -que difieren mucho entre los países que la componen-, América Latina está embarcada en la recuperación económica.
Sin embargo, además de que la velocidad de recuperación de cada país es distinta, también es necesario tomar en cuenta la solidez de su crecimiento en función de su grado de libertad económica relativa, pues, se presume que las políticas económicas implementadas para estimular sus economías podrían tener efectos distintos.
Por ejemplo, suponiendo que a mayor libertad económica, mayores son las posibilidades de que una economía crezca de manera sana y sostenida, unos países se recuperarán de manera más sólida que otros, indistintamente del nivel del rebote de su Producto Interno Bruto como efecto de la reapertura.
En este sentido, de acuerdo con el Índice de Libertad Económica de la Heritage Foundation, de EEUU, el país con mayor libertad económica en la región es Chile, con lo cual se convierte en un punto de referencia para Iberoamérica.
Como se puede observar, si bien todas las economías latinoamericanas han sufrido las mismas consecuencias de las cuarentenas masivas y forzosas, no todas han estado igualmente preparadas para una recuperación suficientemente sólida.
En este sentido, Brasil es, sin duda alguna, una de las economías latinoamericanas más importantes a observar por su tamaño en influencia en la región junto a la de México y Argentina.
Sin embargo, y a pesar de que el Gobierno de Jair Bolsonaro se había embarcado inicialmente en una serie de reformas estructurales lideradas por su ministro de economía Paulo Guedes e inspiradas en las reformas que Chile implementó entre los años 70 y 80 y que lo llevaron a ser el país más próspero de la región, todavía quedan pendientes.
Las reformas más importantes, como la privatización del sistema de pensiones, todavía podría traducirse en una muy importante atracción de inversión extranjera directa que dinamice la economía carioca.
Pero la recuperación en Brasil también está condicionada por una incertidumbre cada vez mayor en el ámbito político. Bolsonaro ha sido duramente criticado por su administración de la crisis de la pandemia, ha tenido problemas con su gabinete de ministros -concretamente con Sergio Moro, uno de sus hombres más fuertes-, y ahora Lula Da Silva recobra fortaleza como uno de sus principales adversarios políticos a raíz de ser -al menos de momento- liberado de cargos por el caso Lava Jato, y poder perseguir nuevamente la presidencia.
México, por su cuenta, también ha sido cuestionado por su capacidad en la administración de la crisis de la pandemia, así como por la imagen que López Obrador proyectó sobre su estilo de gobierno en cuanto se hizo cargo de la presidencia, como la cancelación de las obras del aeropuerto de Texcoco. Además de otros elementos, esto provocó una fuga de capitales a niveles récord justo al inicio de la pandemia.
Desde luego, dicha fuga provocó que la caída de su PIB durante 2020 haya sido probablemente mayor a la que hubiera registrado de otra manera, a la vez que también se convierte hoy en una de las principales causas por las cuales su economía podría no recuperarse tan pronto ni de la manera más sólida posible.
Argentina, por su lado, es -inconfundiblemente- una de las economías que más ha caído en el mundo durante 2020: -10,4% del PIB. A pesar de que por el momento se proyecta una recuperación del 4,5% durante 2021, la incertidumbre aún ronda los riesgos de corto plazo sobre la inflación -que ha registrado un repunte en febrero-, los controles cambiarios, de depósitos y capitales, con lo cual hoy el riesgo país ronda los 1.700 puntos, muy cerca de los niveles máximos de las PASO de 2019.
Eso es lo que marca a la economía latinoamericana de acuerdo con sus principales economías. No obstante, de acuerdo con Focus Economics, 2021 es un año particularmente dinámico en el ámbito político, pues se habrán celebrado varios procesos electorales: departamentales y municipales en Bolivia, segunda vuelta (11 de abril) y legislativas (21 de noviembre) en Ecuador, legislativas en El Salvador (28 de febrero), presidenciales y legislativas en Perú (11 de abril), legislativas en México (6 de junio), Argentina (24 de octubre), Chile (21 de noviembre) y Honduras (21 de noviembre), y presidenciales y legislativas en Nicaragua (7 de noviembre).
De esta manera, si bien la OCDE ha mejorado las proyecciones de crecimiento de Brasil, México y Argentina, América Latina seguirá siendo presa de la incertidumbre política ante la manera en que se ha encarado la crisis de la pandemia y la economía.
Artículo originalmente publicado en La Gaceta de la Iberoesfera, el domingo 14 de marzo de 2021.