Esta semana los principales medios financieros reportaban en sus portadas que la bolsa americana abría abandonando sus máximos históricos, debido a -entre otros temas- preocupaciones sobre la creciente propagación del covid-19, su variante Delta en los Estados Unidos y su posible impacto en la economía.
Aunque dijo mantener su pronóstico de un crecimiento de 6.6% este año gracias al avance del proceso de vacunación, Goldman Sachs dice que el crecimiento se desacelerará entre 1.5% y 2% durante la segunda mitad del próximo año debido a que algunas vacunas son menos efectivas para frenar la nueva variante.
Para ilustrar este problema, el rendimiento del bono americano a 10 años está siendo especialmente castigado, cayendo a mínimos históricos.
Por lo tanto, el mundo está muy lejos todavía de vencer del todo a la pandemia del covid-19, y los mercados empiezan ya a tomar sus recaudos.
Con datos al 25 de julio de 2021, Bolivia ha vacunado al 6,82% de su población, ocupando la tercera peor posición luego de Paraguay y Venezuela.
Hasta aquí los datos sobre el avance de la vacunación no son en absoluto halagüeños. Sin embargo -y para peor- una cosa es que las vacunas no sean efectivas contra la nueva variante del coronavirus, y otra cosa muy distinta es que un país como Bolivia -donde el Estado ha monopolizado la gestión de la crisis de la pandemia- no cuente con la cantidad suficiente de vacunas contra el Covid-19, fundamentalmente de la rusa Sputnik V llevando a un 13% de la población vacunada solamente con una dosis.
El régimen de Arce firmó contratos confidenciales con el de Vladimir Putin para adquirir 5,2 millones de dosis de Sputnik V a finales de diciembre, pero Rusia no ha cumplido. Las demoras han sido cada vez mayores y, por tanto, la gestión de la crisis de la pandemia en Bolivia es cada vez más deficiente.
Hasta el momento, Bolivia ha recibido apenas 1.235.000 dosis de Sputnik V de las 5,2 millones comprometidas por contrato. Por esto mismo es que el país socialista decidió extender el período de espera de inoculación entre la primera dosis y la segunda. En enero, cuando llegaron las primeras vacunas rusas, el período de espera fue de 21 días.
En abril llegaron solamente 225.000 primeras dosis, y ante la falta de segundas dosis se decidió extender el período de espera de 21 a 90 días. Sin embargo, las segundas dosis tampoco llegaron en el plazo establecido, entonces el régimen de Bolivia y el de Rusia decidieron ampliar el período de vacunación entre la primera y segunda dosis hasta 180 días, basados en un anuncio del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), que a su vez se ampara en un estudio del Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya -que produce las vacunas en cuestión- que habría sido publicado en la revista Vaccines.
Ante las críticas por su más que deficiente gestión de las vacunas, la mañana de este mismo lunes, Luis Arce Catacora ha afirmado: “Hemos visto cómo la derecha no tiene argumentos, porque la salud, la educación y economía avanzan en nuestro Gobierno. Hay ataques de la derecha que están empezando a decir una u otra cosa sobre la vacuna (…). La Sputnik-V representa sólo el 25% de vacunas que llegó al país; el 75% es de otras vacunas; y por lo tanto están garantizadas y no pueden estar diciendo que está en riesgo la vacunación”.
Además ha agregado: “para la vacuna Sputnik-V, dependemos del suministro de una empresa rusa. Nos dijo que teníamos un contrato según el cuál, tenía que traernos la vacuna desde marzo”.
Lo notable de tales afirmaciones es que, dado que los contratos son confidenciales, no es posible afirmar cuáles podrían ser las consecuencias del incumplimiento de Rusia, y qué tanto están siendo afectados los intereses de la ciudadanía de Bolivia. Lo peor de todo es que Arce está justificando las deficiencias del régimen amigo afirmando: “hay problemas en todo el mundo en la vacunación, hay rebrotes en Europa y se toman recaudos ante una eventual cuarta ola”.
Hasta el momento se puede observar que hay peores casos que el de Bolivia viendo el porcentaje de población vacunada con una sola dosis en América, pero el porcentaje de vacunación plurinacional con dos dosis es superior solamente al de Paraguay y Venezuela. Es decir, la vacunación en Bolivia es deficiente por donde la mire, y lo menos a lo que el régimen de Arce está obligado es a poner en conocimiento los términos explícitos de los contratos con Rusia.
En el entretanto, solamente en Santa Cruz son casi 400 mil personas las que esperan la segunda dosis de Sputnik V, sobre cuya fecha de llegada no se tiene conocimiento alguno.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el 28 de julio de 2021.