Luego de unas fiestas patrias deslucidas por discursos oficialistas de confrontación, división y mentiras sobre el fraude cometido por Morales en 2019, la Organización de Estados Americanos (OEA) reiteró sus hallazgos sobre dicho proceso dejando al descubierto, una vez más, las pretensiones de venganza del Movimiento al Socialismo (MAS) con la sociedad civil que se organizó a nivel nacional en una rebelión pacífica.
Tal como habíamos advertido recientemente, el discurso de Arce por las fiestas patrias fue agresivo y se concentró en la división de los bolivianos, insistiendo machaconamente en el relato de un supuesto golpe de Estado contra Morales en 2019, calificando al gobierno de Jeanine Añez como “gobierno de facto” en numerosas oportunidades, y sosteniendo que “quiso prorrogarse en el poder utilizando la pandemia para seguir vulnerando derechos”.
Es más, Arce dijo “golpe”, “dictadura” y “gestión de facto” en su discurso al menos 50 veces.
Desde luego, y como no podía ser de otra manera, el mandatario socialista provocó la reacción de parlamentarios opositores que interrumpieron su discurso en varias oportunidades con gritos de «¡fraude!», “títere” y “¡democracia sí, dictadura no!”, y dando la espalda a la testera.
A pesar de que, así como denuncia Carlos Sánchez Berzaín, el MAS -sumando el régimen de Morales y el de Arce- acumula cerca de 45 presos políticos y más de 1.800 exiliados en su historial en el poder, todo lo sucedido alrededor de estos actos podría haber quedado solamente en una bochornosa anécdota, pues la oposición actual no apunta a exigir siquiera que se realice una auditoría exhaustiva al actual padrón electoral, del que se presume que cuenta con al menos 1,5 millones de votos fantasma, ni mucho menos interpelar a Arce por impedirlo.
Morales tampoco fue parte de los actos oficiales junto con Arce, como muchos temían luego de que sí lo fuese en el Perú con Pedro Castillo, lo cual hubiera dado un potente mensaje al país, la región y el mundo respecto de quién manda realmente en Bolivia, y de todo lo que el MAS está dispuesto a hacer para permanecer en el poder.
En el aniversario de las Fuerzas Armadas, Arce también tuvo al menos 10 frases importantes que ilustran sus objetivos, entre las que, por ejemplo, destacan: “El proceso de cambio debe seguir adelante y para ello necesitamos el concurso de todos, especialmente de las Fuerzas Armadas”, a las que confirió un carácter “indígena e independentista».
Sin embargo, la OEA decidió -con mucha pertinencia- ratificar los motivos por los cuales realizó un informe exhaustivo sobre el fraude cometido por Morales y su partido en 2019 -además de recordar lo encontrado en su investigación-, en un comunicado de 9 páginas.
En este comunicado, la OEA apuntó que el fraude de 2019 en Bolivia “constituye una vergüenza hemisférica por el cúmulo de irregularidades y por la manipulación flagrante del proceso electoral”, y que “intentar validar este conjunto de irregularidades y manipulaciones, a través de estudios extemporáneos, constituye una grave afrenta a la democracia en el hemisferio”.
Pero la OEA no se ha manifestado únicamente por el relato permanente y machacón del régimen de Arce en actos oficiales de las fiestas patrias, sino debido a que la Fiscalía de Bolivia decidió dar por cerrado el caso sosteniendo que no existe evidencia suficiente del fraude, fundado a su vez en un informe que encargó específicamente a Juan Manuel Corchado, profesor de la Universidad de Salamanca, ya consignado en este espacio.
Sobre el informe de Corchado, la OEA ha dicho que “se refiere única y exclusivamente a temas informáticos con base en información desconocida y proporcionada por el ente estatal, y no abarca otros asuntos de suma importancia para comprender de manera integral los hechos de 2019”.
Entre las 21 irregularidades de las elecciones de 2019 detectadas en el informe del mismo año que el propio régimen de Morales encargó y determinó como vinculante, indistintamente de los resultados que expusiera, la OEA destaca “la utilización de dos servidores ajenos a la estructura tecnológica establecida para el sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP)”, y que “el entorno permitía la manipulación de los datos, suplantación de actas o cualquier otra maniobra a través de usuarios con privilegios”.
Es por todo esto y más, que el ente regional ha reafirmado su posición de manera contundente y con una demoledora frase que debe quedar registrada en todos y cada uno de los libros de historia que se esté escribiendo sobre tan infame proceso electoral: “de las elecciones observadas por la OEA en la última década, la de octubre de 2019 en Bolivia es probablemente la peor de todas”.
En definitiva, y así como bien señala la OEA, “nunca se va a poder tener confianza en la elección de 2019, por la manipulación, la cantidad de irregularidades, y por la destrucción de evidencia informática y material, por lo que consideran que el estudio pagado por la Fiscalía y otros estudios a pedido, marcan el fracaso de aquellos que intentan de cualquier manera validar lo imposible”.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el 15 de agosto de 2021.