Bolivia vive su cuarto día consecutivo de protestas generalizadas y cada vez más virulentas en las principales ciudades del país, frente a la pretensión del régimen de Luis Arce Catacora por imponer el socialismo clásico que alguna vez explicó y prometió, mediante una batería de leyes como la Ley N° 1386 de Estrategia Nacional de Lucha contra la Legitimación de Ganancias Ilícitas y Financiamiento al Terrorismo, coloquialmente conocida como la «ley madre», que fue aprobada el pasado agosto.
A la ciudadanía no le cabe la menor duda que el objetivo de llevar a Bolivia por el sendero del más rancio socialismo clásico, se debe a que, finalmente, el modelo impuesto por Morales en 2006 puede terminar explotando en cualquier momento, y que en medio del caos el Movimiento al Socialismo (MAS) puede seguir ensayando cualquier cosa para atornillarse todavía más al poder.
Una de los síntomas más importantes que ilustran el agotamiento del modelo y que se arrastran desde principios de esta gestión que ya termina es el fracaso en la colocación de bonos soberanos por 2.620 millones de Euros con los que se tendría que haber financiado el Presupuesto General del Estado (PGE) 2021.
Las preguntas sobre los motivos de tal fracaso -o al menos de que el proyecto todavía siga pendiente- son muchas, pero para tratar de dar respuestas, podríamos remitirnos algunos elementos muy ilustrativos.
La explicación de la macroeconomía de García Linera en 2014
En diciembre de 2014, el ex vicepresidente Álvaro García Linera ofreció una entrevista a CNN sobre su búsqueda de capitales privados internacionales en Nueva York, en la que expone los motivos por los que explicarían el posterior éxito en las dos colocaciones de bonos por 436 millones de Euros cada uno, con vencimientos en 2022 y 2023, y nuevamente otros en 2017 por 837 millones de Euros con vencimiento en 2028.
La entrevista se desarrolló como sigue:
Xavier Serviá (CNN): La pregunta que se hacen algunos es: ¿será el gobierno de Bolivia otro que esté preocupado por la caída de los precios del petróleo? Tenemos al vicepresidente Álvaro García Linera.
Hemos estado hablando con economistas, y me dicen: “a corto plazo el gobierno de Bolivia no se tiene que preocupar por la caída de los precios del petróleo, porque el gobierno tiene un buen estado fiscal: superávit y baja deuda”. Sin embargo, hay una preocupación sobre las inversiones para extraer gas a largo plazo: el contrato con Petrobras vence en 2019. ¿Será esa la razón por la que usted está en Nueva York, para buscar plata e inversionistas para que vayan al país a sacar el gas de la tierra?
Álvaro García Linera (AGL): La caída de los precios del petróleo va a afectar la economía mundial, así como la latinoamericana. En el caso de Bolivia va a tener una repercusión secundaria. Siempre hemos sido muy precavidos con la economía y el presupuesto con un barril de petróleo a 60 Euros. Aparte de ello, tenemos una economía con un crecimiento sostenible; el segundo mayor crecimiento de Latinoamérica; 5,6% de promedio en los últimos cinco años. Tenemos las mayores reservas internacionales de América Latina, equivalentes al 50% del PIB. Y evidentemente, tenemos una situación privilegiada, una especie de mercado cautivo: vendemos gas a Argentina y Brasil, y estamos en negociaciones para vender gas a Paraguay y Uruguay con precios competitivos.
CNN: La razón por la que usted está en Nueva York es para buscar capital privado y decirles a los inversionistas que inviertan en Bolivia, porque, a largo plazo, se necesita sacar más gas de la tierra y poder incentivar mayor producción para ayudar al crecimiento económico y fortalecer las políticas sociales.
AGL: Tenemos empresas chinas, francesas, inglesas, españolas, y si hay otras que se animan a invertir en Bolivia con las condiciones que el país tiene sobre el control de excedente, son bienvenidas, pero no sólo en el ámbito del petróleo. Tenemos otras parejas muy importantes, como la minería, el litio -tenemos el 70% de reservas del litio del mundo- y la agricultura.
Entonces, sobre la base de las reglas y procedimientos y los ingresos del Estado, estamos invitando a las empresas extranjeras en distintas áreas de la economía.
CNN: Usted se identifica como marxista clásico, ¿correcto?
AGL: ¡Comunista total!
CNN: Es interesante ver cómo un marxista clásico, un comunista total, está en la capital del capitalismo del mundo buscando capital privado -usted sabe que Marx estaba en contra de la propiedad privada-, para ayudarlo a que inviertan en su país. El marxista clásico es más una cuestión de retórica, una cuestión más de política, pero, a la hora de la verdad, como me dijeron los economistas en Bolivia, el gobierno está entendiendo que en la economía hay que ser pragmáticos.
AGL: Le doy un dato, Xavier: Lenin, conductor de la revolución soviética, en 1920 y 1923 convocó a empresarios extranjeros de Estados Unidos, Alemania e Inglaterra a que invirtieran y desarrollaran la tecnología de un país que tenía una economía muy atrasada.
La revolución no se hace a escala de un solo país, la revolución será un producto de todos los países del mundo, y mientras tanto, se tienen que crear condiciones mínimas de satisfacción de necesidades básicas de la gente.
Nuestra presencia, nuestra búsqueda de inversión en distintas áreas, tiene que ver con crear las condiciones básicas del desarrollo de nuestro país sin perder de vista que también hay que potenciar las partes comunitarias de la sociedad, las formas asociativas de la sociedad que, a largo plazo, crearán la base económica de una nueva sociedad por encima y más allá del propio capitalismo.
Un cambio radical en solamente siete años
Sin embargo, las cosas han cambiado radicalmente luego de siete años de aquella entrevista. Por ejemplo, ya en 2019, mucho antes de la pandemia, Bolivia acumulaba el mayor déficit fiscal de América Latina.
Igualmente, el sector hidrocarburos en Bolivia ha dejado de ser una promesa, al punto en que la economía no se recupera con un precio del barril de petróleo ni siquiera en 120 Euros: el país no puede cumplir con los envíos de gas a Argentina y recibe sanciones por ello: en un par de años tendrá déficit energético; y hasta 2030 se verá forzado a importar gas para abastecer la demanda interna.
Asimismo, no sólo la Inversión Extranjera Directa (IED) ha caído por sexto año consecutivo, sino que incluso ha sido negativa durante 2019 y 2020: son varias varias empresas las que han abandonado el país últimamente. Solamente para mencionar algunas de ellas, se fueron American Airlines, Glencore, y ahora mismo Sumitomo podría ser la siguiente.
De la misma forma, la deuda pública se encuentra alrededor de los límites del 60% del PIB, y las reservas internacionales están por debajo de los 4360 millones de Euros.
Y por si fuera poco, el régimen de Arce ha fracasado en la misión de emitir una nueva ronda de bonos soberanos por 2620 millones de Euros, tal y como había prometido para el primer trimestre de este año.
Incluso el comunismo peruano ha conseguido financiamiento
Pues bien, frente al oscuro escenario macroeconómico de Bolivia, y contrariamente a lo que se podría suponer luego de que se ha observado una larga temporada de fuga de capitales y fuerte devaluación del Sol, además del bochornoso gabinete de Pedro Castillo, Perú acaba de anunciar el éxito de una segunda colocación de bonos en los mercados de capitales, incluso después de que Fitch Ratings rebajó su calificación de riesgo de ‘BBB+’ a ‘BBB’ en octubre.
Es decir, ¿qué tanto peores pueden ser las condiciones macroeconómicas de Bolivia como para que incluso el Perú, donde gobierna Sendero Luminoso y plantea copiar el modelo de Morales y Arce Catacora, tenga mayor margen de maniobra de política económica?
Fitch ha afirmado que, a pesar de la rebaja, “Perú es un acreedor externo neto y el pequeño déficit en cuenta corriente se financia con IED. Los sólidos precios internacionales del cobre respaldan los ingresos por exportaciones, pero el aumento de los precios de las importaciones de combustibles y materias primas ha desacelerado las ganancias en los términos de intercambio”.
Y además agrega: «El índice de liquidez internacional de Perú es superior al 200% con reservas internacionales de 66.000 millones de euros al 6 de octubre, y tiene acceso a una línea de crédito flexible del FMI por 9600 millones de euros».
En suma, la ciudadanía en Bolivia debe seguir planteándose si lo que quiere es comunismo o libertad, porque, así como son cada vez más quienes lo afirman, esta podría ser la última lucha para evitar que se convierta en la nueva Cuba o la nueva Venezuela. En caso de que así no sea, solamente cabe la resistencia pacífica.