Chile comienza finalmente una nueva era con la serie de estocadas que el modelo diseñado e implementado por los Chicago Boys recibió no sólo desde 2019, sino al menos desde el primer gobierno de Michelle Bachelet.
Boric comienza su mandato dando inicio a una nueva era definitivamente inclinada hacia la izquierda radical y con el desafío de que la Convención Constituyente elabore y entregue una nueva Constitución con una aceptación suficiente.
Al mismo tiempo, entre estos desafíos se encuentra una economía con sifras macro muy difíciles de manejar. Piñera entrega ahora a Boric una economía con el 7,2% de inflación y tres veces superior al nivel de tasas de interés, con más de $100.000 millones de deuda, un déficit fiscal del 14% (aunque es cierto que el desequilibro tuvo inicios en el primer gobierno de Bachelet, cuyo ministro Andrés Velasco rompió la regla de equilibrio fiscal) y apenas otro 14% de ahorro nacional, además de un sistema de ahorro previsional descapitalizado y, por tanto, destruido, y con al menos $60.000 millones que se fueron del país probablemente para no volver.
Pues lo mínimo en lo que esta herencia se traduce políticamente es que la idea de que un cambio radical en Chile es lo correcto y deseable para su gente. Lo que lamentablemente sólo el tiempo dirá, es si Boric es si las ideas y objetivos de Boric y sus socios pasan por al menos equilibrar las cuentas.
Pero primero hagamos una breve evaluación de lo que ha sido el segundo mandato de Piñera.
¿Piñera fue demasiado permisivo con las imposiciones de la izquierda radical?
Quienes todavía defienden a Piñera en su despedida lo hacen con el argumento de que no pudo hacer mucho porque no contaba con mayoría en el Congreso, y que, en todo caso, no cedió ante las exigencias de renuncia. Sin embargo, también es cierto que cedió en todo, e incluso llegó a pedir perdón a los terroristas callejeros que incendiaron y saquearon todo Santiago de Chile, y tuvieron a la ciudadanía en ascuas durante semanas a finales de 2019. Si Piñera se doblegó ante la izquierda radical en cada decisión importante que debía tomar, ¿qué sentido tendría su renuncia?
Por ejemplo -y esto fue probablemente lo más reprochable de su mandato-, se se señala a Piñera por haber entregado la Asamblea Constituyente para salvarse a sí mismo. Probablemente sea injusto, pero el solo hecho de que esto sea discutible ya es suficiente.
Ogualmente, Piñera fue quien propuso el primer retiro de aportes a las AFP, y encima obviando el paso indispensable del Tribunal Constitucional. Cuando llegó el momento del cuarto retiro ya no sabía dónde meterse.
La popularidad de Piñera cayó hasta el 11% porque había perdido el apoyo incluso de quienes lo votaron y más defendieron, y ahora se va con apenas un 15% de aprobación.
No obstante, si algo hay que reconocer a Sebastián Piñera, es su capacidad extraordinaria para gestionar la crisis de la pandemia, a la vez que de la campaña de vacunación. En esto último fue indiscutiblemente el mejor del mundo por encima de los países más capitalizados.
Nada de esto se debe olvidar, porque esto recién empieza.
Gabriel Boric no tiene un pelo de moderado
Ahora bien, Gabriel Boric fue finalmente posesionado este viernes como el trigésimo sexto presidente de Chile con apenas 36 años de edad, convirtiéndose así en el mandatario más joven en ocupar dicho cargo, e inaugurando un nuevo ciclo político para el país.
En este escenario, y en esta fecha de inauguración de su gobierno, el optimismo sobre el futuro de Chile con Boric es relativamente mayor que en toda la campaña presidencial, e incluso más luego de la primera vuelta, que fue un gran valdazo de agua fría, porque ha moderado el tono.
Sin embargo, no hay muchos motivos para creerle, al menos no de inmediato, porque lo primero que prepara para su presidencia es el indulto a los terroristas que incendiaron Santiago y pretendieron derrocar a Piñera, y crear un impuesto contra los más ricos, pero además le cuesta condenar con determinación la violencia que no cesa en la Araucanía.
Pero por si fuera poco, ¿qué tanto puede haber cambiado Boric desde que vistió orgulloso la polera con la imagen del senador asesinado Jaime Guzmán, o desde que fue hasta Francia para visitar a Ricardo Palma Salamanca, el asesino? ¿Qué tanto puede haber cambiado Boric desde que fue a visitar en la cárcel a quienes incendiaron Santiago?
Además, si desde el momento en que fue a segunda vuelta hasta que la ganó y el día de su posesión se ha mostrado como moderado, incluso con el muy sorpresivamente apoyo de Mario Marcel en Hacienda, es porque espera la nueva Constitución antes de actuar.
¿Por qué Boric espera la nueva Constitución? Porque, así como sucedió en Bolivia con Morales, pretende que el plebiscito que la aprobaría sea lo que le permita dar el gran salto de legitimidad para permanecer en el poder más de 4 años, o incluso todo lo que pueda.
No va a lanzarse antes a la piscina con reformas estructurales sin nueva Constitución. Sin legitimidad por medio del voto, las reformas la piscina está relativamente vacía. Su imagen de moderación va a durar menos de un año a partir de ahora.
Al mismo tiempo, será el compás de espera de todos quienes lo llevaron al poder, pero sobre todo de los radicales: el Partido Comunista, su mayor socio.
Es decir, otorgarle el beneficio de la duda será un error táctico político de la oposición muy importante. De nuevo, pasó en Bolivia con Morales. Gran parte de la gente que lo votó en 2005 lo hizo con la idea de que no sería capaz de sostenerse en el gobierno; ¡se quedó 15 años! Y se quedó solamente hasta que la gente en las calles, con protestas totalmente espontáneas y pacíficas, a la vez que con la negativa del Alto Mando a ponerse de su lado, lo obligaron a presentar su renuncia.
Pero lamento decir que ya es tarde. Las probabilidades de que Boric y sus socios (no solamente en Chile) no tengan éxito en alcanzar sus objetivos, son extremadamente reducidas.