La flamante primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, y su ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, acaban de anunciar una grata sorpresa, sobre todo para los tiempos que corren: los mayores recortes de impuestos desde 1972.
Truss y Kwarteng han presentado un plan que se basa en “tres prioridades: reformar el lado de la oferta de la economía, mantener un planteamiento responsable en las finanzas públicas y recortar impuestos para impulsar el crecimiento”.
En este sentido, han comenzado anulando la subida de sociedades y dejando el tipo general en el 19%, y anulando también el tope de bonos que ganan los ejecutivos de la banca. Reducen también el impuesto sobre la renta de los trabajadores al 19% un año antes de lo previsto y hasta 2023, y eliminan el tipo máximo del 45%. Asimismo, se suprimirá el aumento del 1,25% en los impuestos de la Seguridad Social.
Además reducen el impuesto en la compra de viviendas y reducen las restricciones de planificación del uso del suelo.
También anuncian la creación de nuevas “zonas de inversión” con menores regulaciones para quienes constituyan empresas.
Otro compromiso es anular el aumento previsto de los impuestos sobre el alcohol, y reducir los impuestos a los turistas extranjeros.
Los recortes de impuestos son para celebrar siempre, en cualquier momento y lugar, pero Truss y Kwarteng también anuncian reformas estructurales en las que se indagará a medida que sucedan pronto, pero desde ya que se debe decir que es algo que se debió hacer inmediatamente después o incluso de manera paralela al Brexit bajo el principio de competencia fiscal para no prolongar la agonía económica que el Reino Unido arrastra desde entonces, y más aún por los encierros de la pandemia.
Y por si fuera poco -principal motivo de optimismo-, los anuncios pueden ser comparados solamente con lo que Margaret Thatcher y su titular en Economía, Nigel Lawson, hicieron en su momento, con lo cual es de esperar que los efectos positivos sean también comparables.
Tal y como debe ser, las políticas de oferta para encarar una crisis (reformas estructurales para fortalecer el crecimiento) se las toma de un solo tirón y como máximo en los primeros 20 días de gobierno, y no por medio de temerosos gradualismos. Caso contrario, el fracaso está asegurado por muy buenas que sean las intenciones.
No queda más que felicitar al gobierno de Truss y el conjunto de su gabinete, donde destacan las ideas de Kwasi Kwarteng en favor de las libertades individuales de la ciudadanía británica.
Alas y buen viento.