La empresa familiar y la preservación de su patrimonio en entornos de profunda crisis como la actual

Hoy en día la crisis económica internacional, derivada de la manera en que las autoridades pretendieron solucionar la Gran Recesión, y de cómo pretendieron encarar la crisis de la pandemia del Covid-19 y los encierros (incrementando impuestos, generando más inflación o incluso mediante eventuales confiscaciones de depósitos), está planteando desafíos que obligan a alejarse del pensamiento convencional y plantear estrategias de preservación de la riqueza y de refugio.

De esta manera cabe pues preguntarse por dónde empezar, cómo hacerlo, cuáles son aquellas instituciones que se debe proteger y por qué, cuáles son las instituciones que al ser modificadas o menoscabadas pueden provocar un agravamiento todavía mayor de los problemas generalizados que aquejan al menos a Occidente, qué rol juegan las familias, sus valores, su visión y sus empresas en este contexto, que pueden hacer al respecto, e incluso cuáles podrían ser los casos de mayor éxito para copiar sus estrategias.

Qué es la familia, brevemente

Durante los últimos dos o tres siglos, la familia se ha convertido en una de las maneras de organización voluntaria y espontánea más importantes para el progreso de la humanidad y su civilización, así como se ha convertido una de las mejores maneras de asegurar los fundamentos de la generación de riqueza en una sociedad libre. Esto es así debido, entre otros aspectos, a que la familia se trata de una institución de ética y tradición que fundamentalmente se mantiene a lo largo del tiempo gracias al libre vínculo contractual implícito y no forzoso sobre el que se desenvuelve.

La familia es pues una organización generalmente de origen eminentemente consuetudinario, y además altamente eficiente en cuanto fuera suficientemente pequeña para fundarse en vínculos contractuales libres, y no demasiado grande de vínculos hegemónicos forzosos como para amenazar su permanencia a lo largo del tiempo, lo cual, además, la obliga a cooperar en los mismos términos con otras organizaciones o familias de similares convicciones y fundamentos.

Ludwig von Mises ha escrito sobre la familia como institución en Socialismo: Análisis Económico y Sociológico de 1922, donde destaca a la familia como uno de varios elementos de refutación del socialismo en el sentido de que los oponentes de una sociedad libre tienen una amplia agenda que comienza con un ataque contra la familia como un símbolo e institución burguesa, y la menoscaban estableciendo primero un conflicto mayor al que realmente debería es entre el hombre y la mujer, y luego sobre los derechos de propiedad y herencia.

Y más recientemente Steven Horwitz ha dedicado también mucha investigación al respecto hasta uno de sus últimos trabajos en 2015, Hayek’s Modern Family, ya con un enfoque actualizado y moderno, estudia la familia sobre todo respecto de los desafíos que la modernidad representa para la familia de hoy.

Será este el enfoque fundamental con el que trabajaremos algunos de los principios que fundamentan la necesidad de elaborar una estrategia de preservación del patrimonio familiar en el largo plazo.

Por qué es importante conservar la familia

La familia ha llegado a ser una de las maneras que el hombre ha encontrado para convivir en sociedad y, como ya se apuntó, de capacidad de generar de riqueza. Desde luego que no es la única manera ni representa garantía alguna para generar riqueza en el largo plazo, pero el no tener familia lo hace con seguridad bastante más complicado.

La familia pertenece a esa larga lista de instituciones de origen consuetudinario que se han formado a lo largo del tiempo mediante una serie de actos de comportamiento pautado relacionado a la cultura, la tradición, la moral, la religión o la historia, que les han permitido lograr sus fines y, por tanto, generar riqueza a través de las generaciones, que han aprendido a seguir y adoptar de manera tácita y espontánea, y que finalmente han logrado resistir al cambio con más que sobradas evidencias.

Si se trata de una familia empresaria

Cuando se han destacado ya las ventajas y virtudes de una familia y de tratar de mantenerla unida, sobre todo en materia de eficiencia administrativa y de control sobre las reglas del juego, no tendría que ser extraño pensar que esta organización derive en una empresa formalmente constituida.

No todas las familias, por muy arraigados que tengan sus valores conservadores, son devotos del capitalismo y el libre mercado, es decir, el tipo de instituciones de las que estamos hablando. Es más, muchas familias con grandes patrimonios dan por sentado que no existe peor idea que la de sostener negocios o construir empresas con los amigos o la familia. El mismo Mises escribió en The Anticapitalistic Mentality de 1954 que quienes piensan de esta manera podrían simplemente sentir que la ambición y el egoísmo individual son la mayor amenaza para la conservación del núcleo, los valores y la tradición familiar.

Podría pensarse que quienes se oponen a los negocios o las empresas familiares estarían en lo correcto, pues las estadísticas los acompañan. Las transferencias de riqueza de la primera a la tercera generación fracasan en un 70%, mientras que, en el caso de familias con empresas y grandes patrimonios, el fracaso es incluso de un 90%, causando un daño económico y sentimental muy grande e incluso irreparable.

Sin embargo, la amenaza más grande para la institución familiar es justamente la mentalidad anticapitalista de quienes van mucho más lejos que la simple crítica, y de manera perversa diseñan el curso de vida de la sociedad y, claro, de la familia. Una de las más importantes ilustraciones de lo mencionado es la intervención forzosa y permanente de una tercera instancia en el matrimonio a lo largo y ancho del globo, en este caso, y como no podía ser de otra manera, el Estado, determinando si tal o cual unión de individuos en matrimonio está permitida, o peor aún, cuántos hijos, en qué momento, de qué manera tendrían permitido concebir y hasta con qué objetivo.

De esta manera muchos entienden que quien garantiza los derechos individuales de propiedad privada o de las relaciones e interrelaciones humanas, es el Estado. De esta manera buscan que sea el Estado que reconozca garantice la unión de individuos, y por tanto se le otorga el poder de planificar sus vidas, definir sus prioridades y determinar la manera en que se sostendrán.

En el debate más actual y controvertido, por ejemplo, se plantea la discusión de que se permita o no la unión en matrimonio de parejas homosexuales, y fundamentalmente si deberían tener hijos, si deberían adoptarlos o no, y si estos podrán beneficiarse de la herencia de sus padres o, en suma, beneficiarse de los mismos derechos que el Estado les confiere.

Sin embargo, desde un inicio el debate se ha alejado del punto que es en realidad el crítico: no se trata de que el Estado permita o no el matrimonio de, por ejemplo, parejas homosexuales, sino que debe mantenerse fuera de todo matrimonio, incluyendo el heterosexual. En este sentido, cuando las parejas homosexuales buscan la aprobación del Estado, podrían no saber realmente lo que están demandando.

Quien debe, pues, decidir el ingreso o expulsión del núcleo familiar son quienes componen la propia familia y establecen las reglas iniciales de convivencia en función de lo que entre ellos hubieran acordado que fuera o no lo correcto y más beneficioso para ellos. El Estado no entiende ni sabe de los valores y tradiciones de tal o cual familia en específico, y por tanto debe permanecer fuera del matrimonio y, por ende, de la familia como institución.

Es más, no sólo es que el Estado no entiende ni sabe de los valores y tradiciones de cada familia, sino que en muchos casos la burocracia del aparato público considera la familia como una institución burguesa en el sentido más consabido del socialismo marxista clásico. La familia es pues una asociación espontánea y voluntaria generadora de riqueza.

Ahora bien, dicho esto, es importante tener en cuenta que la instituciones del capitalismo y la economía del libre mercado son perfectamente compatibles con la institución de la familia, en tanto y en cuanto se tenga en cuenta ciertos principios, como que la familia no tiene porqué sentirse culpable de generar riqueza, que puede haber maneras de conservar el vínculo familiar a lo largo del tiempo indistintamente de las fortalezas y virtudes de unos, y de las debilidades y vicios de otros familiares en cuanto a su capacidad para generar riqueza, o lo que se mencionaba antes sobre la serie de actos de comportamiento pautado de tipo cultural, tradicional e histórico, religioso, o incluso, aunque con menor importancia relativa… la raza.

Asesorar empresas familiares y familias con grandes patrimonios

El capitalismo moderno está ofreciendo distintas formas de crear riqueza de manera cada vez más eficiente, pero no necesariamente van en contra de la familia ni la amenazan, como en muchos casos podría presuponerse, sino que desafían los resabios del concepto preindustrial y precapitalista de cuando la familia era la protagonista únicamente instrumental y directa del proceso de producción, y significaba solamente protección física y comida, que de alguna manera aún quedan hoy.

Actualmente el estatus legal de los niños y las mujeres ha cambiado radicalmente, y la base del matrimonio está relacionado más con el vínculo emocional y sentimental, pero cuando las familias han creado una empresa, también han mantenido una conexión sentimental con ella. Esto no está mal, pero debe tenerse en cuenta cuáles son sus ventajas y sus desventajas.

Más aún, hay un elemento que es fundamental a tomar en cuenta: el contexto y todo aquello que se requiere para el asesoramiento para la preservación del patrimonio familiar, que supera el asesoramiento tradicional de la familia, o, en todo caso, se separa de él y crea una nueva línea de asesoramiento moderno e innovador, porque una cosa es asesorar empresas familiares y otra muy distinta es asesorar a familias con grandes patrimonios por preservar.

Como toda estrategia, debe considerarse primero el entorno y las condiciones, como por ejemplo, el hecho tomar en cuenta que hoy se cierne una crisis económica internacional que ha sido comparada únicamente con la Gran Depresión de los años 30.

Así, lo primero es tener una correcta interpretación de la crisis y sus verdaderas amenazas y consecuencias sobre el entorno económico en general, y en especial sobre la preservación del núcleo familiar primero y la empresa familiar y la empresa patrimonial después.

La preservación del patrimonio familiar en entornos de crisis

Con las obras de los ya citados Mises y Hayek ya se dejó claramente establecido a lo largo de toda su obra que los problemas sociales más comunes no tienen no en el capitalismo y la economía de libre mercado en la que las familias y sus empresas se han desarrollado positivamente, sino en la manera en que la lesión de otras instituciones igualmente comparables, de origen consuetudinario, que han surgido de manera espontánea y evolutiva a lo largo de muy dilatados períodos de tiempo, y que permiten la convivencia en sociedad, provocan grandes crisis económicas generalizadas de manera recurrente, como la moneda y el crédito.

No abundaremos en las causas del inicio de la Gran Recesión entre 2007 y 2008, que sobre esto suficiente se ha escrito ya, ni tampoco sobre la crisisi sanitaria del Covid-19, pero la economía internacional en su conjunto, y fundamentalmente la de Occidente (el hemisferio que de mejor manera ha sabido conservar los valores sobre los que se sostiene la misma civilización), está sufriendo hoy una crisis generalizada que comenzó hace ya varios años y que fue considerablemente agravada por las políticas aplcadas desde marzo de 2020.

Entre estos riesgos, por no citar otros que son innumerables, es necesario destacar el que existe sobre la familia como organización con capacidad casi innata de generación de riqueza. Cuando se ha registrado un auge económico artificial no es extraño que, mientras éste dura, los lazos de cercanía, confianza y valores sean los primeros a los que se recurra para encarar un emprendimiento, pero cuando tal auge termina estos son también los valores que primero se desafía y pone a prueba.

Por lo general, cuando la etapa de corrección generalizada de malos proyectos inducidos a realizarse por error termina cundiendo, muchos proyectos deben sufrir un ajuste muy fuerte o simplemente tienen que ser liquidados. Este resulta un proceso muy complicado sobre todo porque suele tratarse de rescatar empresas o proyectos que ni siquiera debieron llevarse a cabo en un principio.

Cuando dijimos que hoy la familia suele tener un fundamento moderno mucho más sentimental que antiguo de supervivencia, se puede advertir que la etapa de liquidación para una empresa común puede ser muy distinto al de una empresa familiar, pues esta última suele tener un lazo sentimental muy arraigado por el que se suele tratar de postergar el ajuste o la liquidación con mayor frecuencia que la primera, por tanto, podría significar no sólo un incremento innecesario de los costos, sino el sacrificio mismo del patrimonio familiar; la familia trata de rescatar un proyecto inviable sacrificando todo lo que en un principio les permitió ganar.

En este proceso lo primero que una empresa familiar debe evitar es tener un diagnóstico errado sobre el contexto. Es importante tener muy claro si la empresa realmente existe porque responde a una demanda real efectiva de mercado, o si existe simplemente por la ilusión de riqueza que se ha creado con la política económica de un gobierno determinado.

Y lo segundo a evitar es caer en el error de decir que “no pueden dejar caer la empresa que al abuelo tanto le costó construir”.

Para esto lo que se requiere es la elaboración de una estrategia clara de largo plazo que empiece por separar el patrimonio familiar del capital empresarial, porque ambas esferas requerirán de un tratamiento muy distinto el uno del otro. De esta manera, si el proyecto que durante un tiempo le permitió ingresos a la familia tiene que lamentable e inevitablemente tiene que ser liquidado, pues habrá un fondo de reserva, ya sea para emergencias o nuevos emprendimientos.

Ahora bien, la idea no es intervenir en la empresa familiar, porque nadie pretenderá decirle a la familia cómo generar ingresos en el largo plazo, cuando, máxime, se le podrán hacer sugerencias y recomendaciones respecto de cómo mejorar ciertos procesos. Lo que se hará es asesorar y acompañar a la familia o el tomador de decisiones en el proceso de la separación de un monto determinado de capital a ser invertido, de acuerdo siempre a su propia aversión al riesgo, con criterios relativamente conservadores de preservación de su patrimonio en el largo plazo, conformado lo que se llama un Family Office.

Por lo general, el principal objetivo del Family Office es librar a empresas familiares o familias con grandes patrimonios de aspectos que los distraen de dedicarle el mayor esfuerzo y concentración en su trabajo cotidiano de generar riqueza, ya sea desde detalles relativamente menores como aspectos legales, la contabilidad y la cancelación de impuestos de la empresa o la organización de las vacaciones familiares de fin de año, hasta la gestión directa de su fortuna y sus inversiones más delicadas.

Sin embargo, los anteriores problemas por los que se establece un Family Office constituyen solamente un 3% de las principales causas del fracaso en la transferencia de riqueza intergeneracional. Un objetivo aún más importante es el de las tensiones familiares que se van generando a través de largos períodos de tiempo, sobre todo cuando hay mucho dinero o un gran patrimonio involucrado de por medio. Todas tienen que ver con una falta de visión compartida de largo plazo, pasando por reestructuraciones organizacionales a la elaboración de estrategias de sucesión.

Aunque tampoco abundaremos, los hay de varios tipos, como los single family office cerrados, que se dedican a la gestión exclusiva del patrimonio de una familia; los abiertos, que aceptan participaciones de capitales externos y conforman un fondo de inversión conjunto de distintos esquemas limitados e ilimitados; o los multi family office, también abiertos o cerrados, que son relativamente más grandes y que se dedican al asesoramiento y acompañamiento de los procesos mencionados de varias familias.

Pero esto, la gestión de un patrimonio familiar por parte fundamentalmente de un profesional o conjunto de ellos, altamente cualificados y de la confianza absoluta de la familia, suele ser lo convencional. Lo importante, y en realidad fundamental a destacar en esta oportunidad es la capacidad de diagnóstico interno y externo, y además de gestión en función del mismo.

La internacionalización del patrimonio de la familia

Dentro de lo convencional, el inicio del trabajo de un Family Office suele arrancar, desde luego, por la elaboración de un diagnóstico interno y externo, tanto sobre la empresa familiar como sobre la situación del patrimonio, que procure ajustarse lo más posible a la realidad. Como mencionamos, es de suma importancia tener en cuenta si la empresa tiene suficientes y correctas políticas de trabajo y estrategia interna por un lado, y si responde a una demanda real efectiva de mercado o a una ilusión de riqueza provocada por una política económica de estímulo de la demanda por el otro.

Luego, la definición o identificación del propósito de la conformación del Family Office que ayude primero con un mapping del patrimonio, para ver cómo está conformado, y más tarde con la planificación fiscal y sucesoria: la segunda generación suele ser la dilapidadora del capital creado por la primera, porque tal vez al no establecerse con claridad y fortaleza cuestiones como el vínculo entre esfuerzo y recompensa, los hijos pueden considerar que la seguridad que sus padres les han garantizado durante toda su vida o la mayor parte de ella, los consideran, tal vez inconscientemente, como recursos dados o como una situación normal y permanente gracias a determinada política económica.

Ahora bien, aunque para el diagnóstico interno y externo de la empresa familiar, el mapeo del patrimonio de la familia puede resultar relativamente convencional para los Family Office o los Family Trusts, y que la diferencia puede marcarla el enfoque más ajustado sobre la realidad fundamentalmente económica, la innovación y fortaleza más grande para competir con otros gestores patrimoniales que hubiera en el mercado es definitivamente la cualificación de sus directivos en cuanto al conocimiento profundo que posean sobre la naturaleza de este tipo de instituciones, cómo se desempeñan y cómo se las socava, y además saber identificar las mejores oportunidades de beneficios que surjan en el entorno.

Y finalmente, pues, es este el punto en que se cierra el círculo, desde que la familia surge como una organización de origen consuetudinario para la subsistencia precapitalista y preindustrial con la recolección, más tarde con la producción, luego el intercambio y el comercio, y finalmente, y de manera igualmente natural, como empresa moderna hasta su internacionalización en la búsqueda de los entornos con mayor libertad relativa que aquel en el que se desenvuelve. De esta manera, considerar el entorno actual resulta determinante.

Las inversiones de los Family Office

Continuando con el enfoque convencional para rescatar lo bueno de él y añadir el diagnóstico miseano hayekiano sobre el entorno de crisis económica internacional generalizada para el asesoramiento de inversiones, un caso particular muy ilustrativo sobre una buena gestión del patrimonio familiar de largo plazo es el de la familia Rothschild.

Mayer Amschel Rothschild fue un exitoso banquero en Alemania, y su éxito pudo haber terminado con él. No obstante, envió a sus cinco hijos a las cinco capitales financieras del momento Londres, París, Frankfurt, Viena y Nápoles, y les hizo un préstamo para que iniciaran un negocio permitiéndoles quedarse con las ganancias luego de que honraran el préstamo.

No a todos les fue bien, de hecho el primer fracaso fue en Frankfurt, pero Rothschild, teniendo un propósito y visión familiar de largo plazo bajo el lema de “Concordia, Integritas, Industria” (armonía, integridad, desarrollo) estampado en su escudo familiar de armas, la estrategia de diversificar la riqueza o sus inversiones internacionalmente les permitió construir una dinastía que ha durado por más de 250 años, superando obstáculos como nada menos que las Guerras Napoleónicas o, como judíos, la Segunda Guerra Mundial. Así, la visión compartida de la familia respecto de quiénes son suele guiar las decisiones colectivas y así perpetuar su legado.

De esta forma, muchos de estos elementos podrían copiarse para elaborar una estrategia de inversión de largo plazo.

La economía global, su estructura y condiciones actuales para el crecimiento plantean un desafío considerablemente importante. Las economías emergentes y América Latina en particular, han sufrido cambios muy importantes en cuanto a su estructura productiva en los últimos diez o quince años, cuando las principales economías del mundo iniciaron su crisis y de repente dejaron de ser la locomotora del crecimiento económico global.

Muchas empresas han crecido mucho más de lo que en un principio pudieron imaginarse, provocando la improvisación y la toma de decisiones apresuradas y cortoplacistas, pero en lo que respecta al asesoramiento de inversiones a familias con grandes patrimonios se destacan algunos de los criterios más importantes actualmente para la revisión de sus posiciones y el planteamiento de un cambio de estrategia para la preservación de riqueza en el largo plazo.

Una vez que se ha definido el propósito para el patrimonio de la familia, la estrategia y la conformación del portafolio de inversión suele ser un rompecabezas muy complicado de construir y además someter a consenso, pero para facilitar el proceso y saber por dónde empezar resulta muy útil saber en qué y cómo suelen invertir otros family office de éxito alrededor del globo.

Indagando en el UBS Global Family Office Report 2022, se sabe que los Family Office siguen las posiciones más tradicionales del 60/40 incluso en momento de busca de nuevas opciones en tiempo de muy poca previsibilidad, aunque también invierten muchas veces en instrumentos financieros muy sofisticados y bajo las estrategias de los hedge funds más agresivos.

Asset allocation and portfolio construction 2021

Hasta hace solamente unos cinco años atrás, la posición más común de los portafolios familiares era en bienes raíces. Por ejemplo, Pontegadea, el Family Office de Amancio Ortega, el hombre más rico del mundo a sus 80 años en 2016, con 67 mil millones de dólares como dueño de Inditex, llegó a gestionar hasta aquella época más de 6 mil millones de dólares de su patrimonio familiar invirtiendo fundamentalmente en bienes raíces de las principales calles y avenidas comerciales de Londres y Nueva York.

Sin embargo, a pesar de que el entorno actual plantea desafíos muy importantes que presionan para cambiar de estrategias, hoy Pontegadea sigue con las mismas convicciones y estrategia, lo que le ha permitido duplicar su beneficio y ganar más de 1.600 millones de euros en 2021.

Estos son datos que llaman la atención sobre las decisiones que están tomando las familias con grandes patrimonios alrededor del globo. Si bien The Wealth Report 2022 y las conclusiones del Credit Suisse Global Wealth Report 2022 sostienen que las principales preocupaciones de las grandes dinastías para la preservación de su patrimonio, tanto en los últimos 10 años como las perspectivas para los próximos 10 años, encierran principalmente el futuro de la economía global con la creciente inflación y la recesión, el incremento de impuestos a las grandes fortunas y los planes de sucesión, el criterio para invertir no ha cambiado de manera significativa habiéndose registrado la peor crisis económica internacional de los últimos 90 años, y toda la maraña consecuente de interminables regulaciones estatales que los gobiernos han ido estableciendo.

Es decir, con la explosión de las burbujas inmobiliarias en lugares como Estados Unidos y en Europa desde 2007, y la crisis de la pandemia del Covid-19 entre 2020 y 2022 y el desplome de los mercados a velocidades y niveles históricos, las grandes inversiones de largo plazo con estrategias de preservación se han mantenido en el mismo sector o han mantenido posiciones muy similares, probablemente sin advertir qué es lo que ha sucedido exactamente durante todo este tiempo, a la espera de que la economía termine de pasar por este mal momento y pronto se recupere sola.

Strategic asset allocation has remained stable
(private equitiy is the exception)

Claro, estas decisiones no son casualidad. Quienes durante la etapa del auge ficticio, la euforia y el sobreoptimismo se mantuvieron relativamente cautos y han mantenido un balance conservador y capital circulante saneado, el inicio de la crisis o de liquidación en el sector era probablemente el momento para comprar, pero sin duda la posición tiene que ser revisada a pesar de que los bienes raíces suelen tratarse del sector sobre el que más conocimiento general tienen los inversores convencionales. Sin embargo, entre quienes han invertido de esta manera se encuentra Lynn Forester de Rothschild.

Pues con la idea de ir modificando estrategias poco a poco, las inversiones alternativas pueden incluso ser más atractivas a través de gestoras de fondos dedicadas a ello, llegando a representar el 70% de una cartera con rendimientos del 15% anual durante 20 años, porque quién mejor que la familia propietaria para vigilar que los gestores están velando por los intereses de la familia en el largo plazo.

Desde luego, es importante destacar que es necesario cuidarse del nepotismo o que familiares no cualificados se involucren demasiado en la gestión directa de la empresa, que por conflictos de intereses la van deteriorando de manera paulatina, sobre todo si se trata de una tercera generación de la familia que con el tiempo ya no tiene tan marcados los valores de la primera que fundó la empresa.

Invertir en empresas familiares que preferiblemente coticen en bolsa por la liquidez y la transparencia que por tanto implican, que sean capaces de generar valor en el largo plazo, con un buen patrimonio y con los capitalistas que tienen intereses alineados con el resto de accionistas y, desde luego, la gestión directa con visión de más largo plazo, es mucho menos riesgoso.

Al mismo tiempo, para algunos gestores es igualmente importante conocer a los gestores y las políticas que implementan en la empresa, su cultura, que se trate de una empresa “aburrida”, sin demasiadas inclinaciones por el crecimiento rápido que implique decisiones precipitadas y orientadas al sobreendeudamiento y la escasa liquidez, contrariamente a lo que sugiere el pensamiento financiero moderno.

Para esto hay legislaciones que no permiten que estas gestoras nombren consejeros en las compañías en las que invierte para no influir en la gestión, que sería lo ideal, pero hay otras en las que esta práctica no está sancionada por ley y es posible hacerlo, y cuando se lo hace es a través de Family Office con una estructura, uno oferta de servicios y capacidad de gestión internacional perfectamente claras, y, desde luego, con una cultura de trabajo compartida.

Al menos en Europa, de acuerdo con un estudio del Credit Suisse Research Institute de 2015, desde 2006 la rentabilidad de empresas de tipo familiar ha superado en un 4.5% a la del conjunto del mercado. (experience.afrotech.com) Sin embargo, si estas empresas tuvieran un departamento desarrollado de relaciones públicas o de relación con los inversores, y si prestaran más atención al comportamiento del mercado, con seguridad que tendrían mejores resultados.

A la vez que todo esto constituye el criterio básico para invertir en la generación de otras empresas familiares, también es el elemento para que otros inviertan en la propia.