Por supuesto que la crisis de Silicon Valley Bank y Credit Suisse, y todo en lo que ha degenerado, tendrá un impacto considerable en América Latina, aunque de manera diferenciada con la mejor de las suertes.
A diferencia de la Gran Recesión iniciada en 2008, cuando cayó Lehman, los grandes capitales se dieron vueltas por todo el mundo y terminaron refugiándose en las economías emergentes, América Latina en particular.
América Latina refugió grandes capitales, pero no por mérito propio, sino porque, primero, la relación riesgo/rentabilidad explotó en las primeras economías, y luego porque los estímulos previos (fundamentalmente monetarios) de las primeras economías provocaron el primer super ciclo de commodities hasta 2014. Invirtieron aquí muy a pesar del enorme riesgo tradicional. Fue gracias a los precios extraordinarios de materias primas.
Ahora las crisis de las primeras economías y las de los emergentes están coincidiendo en etapa, aunque las principales causas de sus problemas son demasiado similares, cuando no las mismas.
El asunto es que los principales bancos centrales del mundo acaban de acordar que harán lo mismo que en 2008, 2011 y 2020: rescates masivos que zombifican la economía real y que anulan la posibilidad de generar rentabilidad ‘al uso’ en el sector bancario y financiero.
Pero ahora los grandes capitales tienen que lidiar con una situación mucho más difícil que en 2008 en adelante. Las economías de América Latina no tienen las mismas condiciones que en aquella época, sino peores o nulas.
Solamente es cuestión de ver a Petro en Colombia, Boric en Chile, Lula en Brasil, post Castillo en Perú o Arce Bolivia nada más. Ya ni hablemos de Venezuela o Argentina. América Latina es un auténtico desastre para invertir. Ya no ofrece oportunidad alguna de aprovechar el segundo súper ciclo de commodities.
Acuérdense que países como Argentina, Brasil y Venezuela destruyeron sus economías mucho antes de que cayera el petróleo en 2014. Entonces, por tener estructuras económicas similares o iguales, y el mismo régimen de políticas altísimamente intervencionistas, el desafío será mayor.
¿Qué tanto más difícil será? Antes, con toda la llegada de capitales y alza de commodities, los gobiernos no tenían incentivos a ser fiscalmente responsables. En realidad fueron voraces. Ahora no llegarán los capitales privados, ni el crédito internacional llegará más fácil que antes.
No hay alternativa a los ajustes y reformas estructurales. En esta nueva etapa que se abre, veremos mucha, pero que mucha más inestabilidad económica, política y social en los años venideros por toda la región, que la que vimos al menos desde los errores de Macri, Piñera, Duque.
En definitiva, esto se parece cada vez más a la nueva década perdida de América Latina.