Qué curioso que David Choquehuanca viaje hasta Madrid para hablar mal de ella y de su herencia en Iberoamérica e incluso más allá del mundo hispanoparlante. Viaja una vez más para ofrecer una conferencia sobre la «Geopolítica del vivir bien» en el Auditorio Gabriela Mistral, Casa de América, este jueves.
No es casualidad que esto suceda. Personajes de la política de extrema izquierda en España como Íñigo Errejón, quien ha escrito su tesis doctoral en Bolivia, o Pablo Iglesias, Irene Montero y Juan Carlos Monedero, se han dedicado a contribuir a la construcción de una narrativa política de acumulación de poder en ambos lados del Atlántico, fundada en una serie de mitos sobre la historia de América Latina y el papel que ahí jugaron los españoles.
Esta vez Choquehuanca vuelve a España para continuar con la divulgación de aquellos mitos con ese objetivo de alcanzar y acumular poder, pero ¿quién es David Choquehuanca y qué representa tanto en el régimen de Arce y el Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, y por qué España debería prestar atención a su visita?
Hoy, David Choquehuanca es el vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, pero solamente para empezar nadie sabe exactamente cómo terminó formando parte del gabinete de ministros de Evo Morales -mucho menos como canciller de Bolivia- entre enero de 2006 y enero de 2017. No es que el resto de los ministros de Morales descollara en ningún ámbito de la vida pública del país, o por alguna habilidad intelectual o profesional, pero Choquehuanca no ha pasado desapercibido.
Durante los primeros años como canciller, David Choquehuanca no destacó por otra cosa más que por ridiculizar al ala indigenista del MAS. Por ejemplo, en una conferencia en 2012, habló de la creencia andina de que las piedras tienen género y que algunas son masculinas y otras son femeninas. También habló sobre la importancia de respetar y honrar la naturaleza, dado que, además, las personas tienen la capacidad de comunicarse con las piedras y aprender de ellas.
Otra idea excéntrica por la que Choquehuanca generó polémica –cuando no un sinfín de burlas y ridiculizaciones– y se hizo aún más conocido, fue porque en 2014 ordenó que el reloj de la fachada del edificio del Parlamento gire al revés como un símbolo de identidad, como un acto simbólico destinado a reflejar la necesidad de invertir el orden establecido y dar voz a las voces marginadas y excluidas.
Desde luego, hay quienes prefieren inclinarse por pensar que Choquehuanca no es digno de atención, porque se constituye más en un personaje alegórico del mundo de la política en Bolivia, que uno simbólico, místico y fiel representante del indigenismo del MAS, pero también hay otros tantos que prefieren no subestimar su trabajo, porque, entre otros aspectos, viene haciendo una labor de adoctrinamiento sistemático desde hace mucho tiempo.
El objetivo de David Choquehuanca (o el de quienes tuvieron la idea de que forme parte del gobierno de Morales y ahora el de Arce Catacora), es primero dotar de una supuesta identidad indígena a los gobiernos de los que ha formado y forma parte, y de esa manera proyectar hacia el mundo una imagen de su gobierno (que no necesariamente del país) de reivindicación indigenista y de cambios radicales irreversibles con justicia social.
El descolonizador de mentes
Además, Choquehuanca no pierde oportunidad para “descolonizar las mentes de los bolivianos”. No solo es anticapitalista y antiimperialista, sino, y sobre todo, anti descubrimiento y colonización española, siendo que esta, a pesar de sus actos cuestionables, también aportó aspectos positivos, innegablemente.
Por ejemplo, el descubrimiento de América y la colonización española permitieron un intercambio cultural extraordinario y sin precedentes. La llegada de los españoles trajo nuevas tecnologías, productos, religiones, idiomas y formas de gobierno a la región.
La colonización española permitió la creación de una economía global que vinculó a Europa, América Latina y África. La explotación de los recursos naturales de América Latina, como el oro, la plata y el azúcar, tuvo un impacto significativo en la economía mundial y ayudó a la creación de nuevos patrones comerciales y financieros.
También permitió la difusión y el desarrollo de la lengua española en América Latina. El español se convirtió en la lengua dominante de la región, y hoy en día es hablado por millones de personas en América Hispana y en todo el mundo.
La colonización española tuvo como objetivo la propagación del cristianismo en América Latina. La evangelización tuvo un impacto significativo en la vida religiosa y cultural de la región, y ayudó a la creación de nuevas instituciones y prácticas religiosas.
Adoctrinando con base a los extendidos mitos sobre la colonización
Eso de que antes de Cristóbal Colón en América los nativos vivían en paz, armonía y civilización, que eran sólo bondad y nobleza, como Choquehuanca siempre pretende mostrar, es simplemente mentira. Luego del genovés no todo fue color rosa tampoco, pero el descubrimiento terminó primero con los sacrificios, el esclavismo, las torturas de los aztecas, mayas, incas, etc. y también de los propios aymaras.
Tampoco es cierto eso de que Colón fue un genocida, porque su búsqueda era por oro y especias. No tiene sentido decir que su objetivo hubiera sido exterminar raza alguna -como tanto se suele decir no sólo en Bolivia, sino en la región y el mundo-, porque a los indígenas se los necesitaba como mano de obra. Los desmanes fueron cometidos por los conquistadores, luego de él.
Los españoles terminaron con la vieja y extendida práctica de, por ejemplo, los aztecas que esclavizaban a sus enemigos, los decapitaban y jugaban con sus cabezas, sacrificaban niños y se comían sus corazones. ¡No, si eran unos santos! Y sobre eso de que los españoles fueron genocidas: epidemias como la de la viruela terminaron con más indígenas que los propios colonizadores.
Aún así, en 2022 sucedió algo muy importante que terminó de ilustrar la personalidad de Choquehuanca y su resentimiento anti español. El vicepresidente mandó a cuidar a Santiago Mamani, la ‘wawa’ (bebé o niño) que rompió la nariz de un monumento en homenaje a Cristóbal Colón en la ciudad de La Paz, y además amenazó: “si alguien le toca, los aymaras nos vamos a levantar, hermanos, los pueblos nos vamos a levantar”.
A pesar de que Mamani tuvo una imputación de la Fiscalía por destrucción o deterioro de bienes del Estado y riqueza nacional por haber destruido la nariz con un martillo y haber pintado de negro el rostro de la estatua de Colón en 2021, fue liberado. Mamani dijo al respecto: “Soy realmente un aymara, seguiré caminando, pero jamás voy a permitir esta justicia invasora, jamás. Es la comunidad que me va a juzgar, mi pueblo me va a juzgar; qué es lo que ha pasado. Ya me llegaron citaciones, pero no me interesan, más bien que sigan haciendo esos papeleos”.
Un par de días más tarde, Mamani desafió a Iván Arias, alcalde opositor de La Paz, a que lo encarcele diciendo lo siguiente: “Lo que ellos no saben es que nosotros nos estamos volviendo a levantar. Así que le reto a Iván Arias a que me meta a la cárcel, le desafío a ver si va poder, porque si intenta lastimar a un wawa de una comunidad, los pueblos se van a levantar, eso es sólo una advertencia”.
Claramente, lo que hizo Choquehuanca fue apología del delito: una defensa y justificación de los delitos concretos cometidos por Mamani, pero parece ser que en la Bolivia plurinacional la justicia ordinaria no se aplica a los aymaras.
¿Acaso Choquehuanca es además racista?
David Choquehuanca tampoco desaprovecha oportunidad alguna para decir que su lucha es contra los ‘k’aras’ (blancos). Ha tratado de aclarar que cuando se refiere a los k’aras, habla de “personas que no tienen sentimientos, que no tienen valores, que no tienen ética ni principios”. Sin embargo, tratar de aclararlo de manera cada vez más frecuente (entre diciembre de 2020 y marzo de 2022), no parece ser muy creíble no sólo por lo que ahora sucede con Mamani, sino por lo mucho que se complica con sus explicaciones: «Nos quieren dividir (y) las redes sociales son instrumento de ellos; ustedes ven cómo en las redes sociales nos queremos destruir entre nosotros; si nosotros vamos a querer hacernos guiar por las redes sociales, estamos perdidos, (aunque) eso es lo que quiere el imperialismo».
Para mayor absurdo aún, para Choquehuanca incluso el idioma castellano divide: «En nuestro idioma cuando decimos hombre, ‘juma’ decimos. Y cuando decimos mujer, también decimos ‘juma’. No separa, no divide nuestra cultura. En castellano, cuando es hombre decimos él y cuando es mujer decimos ella, ya separa, divide. Si al hermano le digo ella, se va a enojar. El castellano divide».
La visión de David Choquehuanca sobre el ejercicio del poder ha sido construida sobre la base del andinocentrismo aymara del occidente del país (concepto al que también García Linera ha contribuido mucho).
A pesar de que no se sabe realmente si tuvieron algún calendario, David Choquehuanca afirma que cuando los españoles llegaron a lo que hoy es América Latina, los aymaras estaban viviendo el año 5.000, pero el vicepresidente jamás ha precisado si se refiere al momento en que los españoles llegaron al Caribe con Cristóbal Colón, al Estrecho de Magallanes o cuando llegaron junto con Pizarro al mundo andino.
En la misma línea, en noviembre de 2021, cuando el país se encontraba nuevamente convulsionado con protestas masivas por la Ley 1386 de Estrategia Nacional Contra la Legitimación de Ganancias Ilícitas y Financiamiento al Terrorismo que Arce pretendía imponer, Choquehuanca advirtió desde un acto por el aniversario del fallecimiento de Túpac Katari al que asistió, que no despertaran «la ira del inca», que «todo tiene un límite».
En definitiva, cualquiera puede decir tonterías. Es parte del ejercicio del derecho de libre expresión, pero lo que más preocupa sobre esta etapa por la que atraviesa el MAS y por la que se lleva por delante el país al mismo tiempo, es que su radicalización está vinculando el uso totalitarista de la fuerza del Estado con visión mitológica de la nación y raza aymara, al más rancio y puro estilo nazifascistoide de la primera mitad del Siglo XX, o el de hoy con el del propio Vladimir Putin y su mitología eslavófila.
No obstante, lo que preocupa y merece más atención por parte del público, es que, de acuerdo con Choquehuanca y su permanente evangelización anticolonialista, parece ser que el futuro de Bolivia pasa por la confrontación interna en el país, de región con región, clase con clase y etnia con etnia, imponiendo las ideas de una cúpula -aquella de la que forma parte- cuestionada de manera cada vez más extensa en todo el país. Parece ser que mientras el país en su conjunto no hable aymara y, más aún, no obedezca al andinocentrismo aymara del Jilata y el MAS, no habrá paz.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el 15 de marzo de 2023.