El tipo de reformas que se proponía implementar Javier Milei son de aquellas que no pueden ser aplicadas por medio del gradualismo. Eso es algo que ha demostrado y ha reconocido Mauricio Macri, cuando durante sus primeros dos años de gobierno optó por el gradualismo por el temor de provocar demasiado malestar social, y luego, en la segunda mitad de su gobierno tuvo que hacer un ajuste con estrategia de shock, pero con un esfuerzo mucho mayor que el que tendría que haber hecho si desechaba el gradualismo desde un principio.
Por ejemplo, la dolarización no puede esperar. La inflación crece a un ritmo tanto más acelerado cada vez, que crea más pobreza y prolonga la agonía de los que ya la padecen conforme pasa el tiempo. En este sentido, hay que buscar distintas maneras de dolarizar el país dados distintos escenarios, y afortunadamente Argentina es un lugar donde, a pesar de que reina el desastre del socialismo populista más abyecto, tiene extraordinarios economistas tanto con el diagnóstico como con las prescripciones más adecuadas.
Milei ha dicho en varias oportunidades que tenía el camino despejado hacia la victoria si alcanzaba el segundo lugar más votado, pero eso fue mucho antes de las PASO, cuando alcanzó una votación extraordinaria que realmente le hubiera permitido ganar en primera vuelta. Ese fue el momento donde todo cambió y donde ya no podía echarse atrás con algunas de sus propuestas más ambiciosas (que es preferible no someter a voto popular si acaso lo que se requiere es el factor sorpresa para garantizar su aplicación), y a partir del cual no fue menos a más, sino de más a menos; ha perdido casi 400 mil votos desde aquel entonces, y eso es preocupante, y peor todavía si Massa ha pasado del tercer lugar más votado en las primarias al primero en la primera vuelta de las elecciones.
Es por esto que Javier Milei debía jugarse las elecciones al todo o nada en primera vuelta, caso contrario, estaría a merced del Legislativo donde Massa tiene mayoría, tanto en Diputados como en Senadores. Para peor, tampoco es que estableciendo una coalición con la bancada de Patricia Bullrich Milei tendría el camino despejado si acaso ganara en segunda vuelta, pues no está suficientemente claro si contará con los votos de la UCR, de quienes se dice que la han traicionado para apoyar a Sergio Massa y la UP.
Entonces, sea lo que suceda hacia la segunda vuelta, lo que es seguro es que la dolarización queda un poco más lejos y la hiperinflación un poco más cerca de ser realidad. Las preguntas más importantes que quedan para responder a corto y mediano plazo, y prepararse en consecuencia son a cuánto puede alcanzar el dólar blue partiendo de los $1.010 hasta el 19 de noviembre, y ganando la segunda vuelta, cuánto tiempo puede aguantar Massa en el gobierno con una economía que se deteriora a pasos agigantados; entre otras cosas, el “plan platita” habrá comprado votos, pero ha restado tiempo para la explosión de la bomba hiperinflacionaria, que ya tiene un ritmo de dos dígitos mensuales.
La respuesta comienza a inferirse desde que Massa, si gana, deberá lidiar con los problemas económicos cada vez más serios que él mismo sembró, y la única vía es detener la expansión monetaria y crediticia, además de asumir recortes. Desde luego, aunque apuntara en la dirección correcta, primero intentará con el gradualismo y la cosmética para no traicionar la sólida base de votantes que lo sostiene, que resultará en fracaso y agravamiento del problema, con lo cual, volveremos nuevamente al principio y preguntarnos cómo detener la vorágine hiperinflacionaria si no es con ambiciosos ajustes y reformas estructurales.
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