Ha sucedido durante dos semanas continuas, pero este domingo ha sido realmente impresionante la cantidad de gente que ha salido a las calles en todas las ciudades de España a manifestar pacíficamente en contra del ataque de Pedro Sánchez, el PSOE y sus fugitivos aliados separatistas a la democracia y la libertad. Para darse cuenta de la magnitud del prolema que ha creado Sánchez, es necesario remontarse a mucho tiempo atrás.
La Guerra Civil y la dictadura franquista
España ha tenido, así como toda Europa, un siglo XX muy complejo, muy difícil, caracterizado, entre otras cosas, por la Guerra Civil entre 1936 y 1939, que fue ganada y finalizada con Francisco Franco, que desde entonces estableció una dictadura militar hasta su muerte en 1975.
Fue una guerra con múltiples facetas, porque estuvo caracterizada por las ideologías marxistas de lucha de clases, una guerra de religión, guerra entre nacionalismos opuestos, una guerra entre dictadura militar y supuesta democracia republicana, entre revolución y contrarrevolución, y entre fascismo y comunismo. No es lo que se ve hoy con mucha más claridad, que es libertad contra infinidad de distintas formas de comunismo, pero, evidentemente, la Guerra Civil y la dictadura de Franco marcaron fuertemente la España de hoy.
Cuando Franco muere en 1975 se dieron una serie de cambios políticos, sociales y económicos buscando llevar a España de un régimen dictatorial a una democracia parlamentaria, un proceso también muy duro y muchas veces confuso, pero pacífico, que fue mejor conocido como la Transición, cuando el denominado Consejo de Regencia asumió de forma transitoria las funciones de la jefatura del Estado.
Dos días después de que Franco murió, Juan Carlos I de Borbón fue proclamado rey ante las Cortes y el Consejo del Reino, y aquí viene uno de los primeros hechos altamente controvertidos -y por eso digo que muchas veces también confusos- de la Transición: el rey Juan Carlos fue proclamado rey de acuerdo con la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947 y la Ley de 22 de julio de 1969, es decir, quien decidió que fuera rey fue Franco.
De hecho, su padre, Juan de Borbón, quien era legítimo heredero al trono de España, calificó esta ley como “engendro monstruoso” y renunció a sus derechos dinásticos recién 1977, cuando su hijo ya llevaba siendo dos años rey de España por decisión de Franco.
La monarquía y la transición a la democracia
Esto es importante porque el rey Juan Carlos I jugó un rol fundamental en la Transición, porque en cuanto asumió el trono asumió el papel de moderador apoyando decididamente el proceso para garantizar su estabilidad hasta alcanzar la democracia liberal actual en España, con una Monarquía constitucional, con una clara separación y equilibrio de poderes.
Franco había designado a un sucesor suyo, Carlos Arias Navarro, pero no logró mantenerse en el poder. El rey le exigió la renuncia. Arias Navarro fue luego sustituido por Adolfo Suárez, designado por el rey, quien también jugó un rol fundamental, porque se encargó de entablar conversaciones con los principales líderes de los diferentes partidos políticos de la oposición democrática y fuerzas sociales, más o menos legales o toleradas, con vistas a instaurar un régimen democrático en España. También fue muy importante al lograr reunirse y persuadir a la cúpula militar de entonces.
Esto hizo que se derogue tácitamente el sistema político franquista vigente en ese momento, hasta que a mediados de 1977 por fin por primera vez desde 1936 se celebraron elecciones democráticas. Ganó Adolfo Suárez, momento a partir del cual comenzó el proceso de construcción de la democracia en España y de la redacción de una nueva constitución a cargo de las Cortes Constituyentes, compuestas por senadores y diputados elegidos democráticamente. Finalmente, la Constitución española fue ratificada por referéndum popular el 6 de diciembre de 1978 y promulgada el 27 de diciembre del mismo año.
Uno de los hitos clave de la Transición fue, por un lado, el reconocimiento explícito de Juan Carlos I como rey de España y como legítimo heredero de la dinastía histórica de Borbón, por lo cual le otorga la Jefatura del Estado; y por el otro, la legalización de distintos partidos políticos, incluyendo el Partido Comunista Español, que había estado prohibido durante el régimen de Franco. Fue así que, bajo el consenso de todos los partidos políticos, España se convirtió en un «Estado social y democrático de derecho que propugna como valores superiores del ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político».
Es decir, en 1978 en España se acordó entre todos, por medio del diálogo y el consenso, que lo mejor para España era la democracia liberal y no el enfrentamiento armado. Pero además, lo que quedaba claro es que, desde entonces, el rol de la Monarquía en España ha sido el de dar continuidad a los acuerdos de todos los partidos plasmados en la nueva Constitución y, por tanto, consolidar la democracia.
La España de hoy
Ahora bien, aquí comienza lo interesante. En España existen los mismos problemas desde la Guerra Civil en el sentido de que existen muchas posturas con demasiada nostalgia sobre lo que debería ser el país, o si debería haber siquiera España como país, pero también con revanchismo y oportunismo político. España contuvo las guerras nacionalistas, las de la religión etc, primero por la fuerza impuesta por Franco durante cuatro décadas, pero luego durante otras cuatro más con una Constitución pacífica y democrática con Monarquía Constitucional y un régimen de administración descentralizada, es decir, de autonomías, que es, para los entendidos, un régimen de descentralización del poder político incluso más profundo y avanzado que el del varios sistemas de federalismo en el mundo, aunque, eso sí, con varios problemas de diseño que invita a los “pactos fiscales”.
Entre varias de las cosas interesantes que establece la Constitución de 1978 está el artículo 155. Este artículo otorga al Gobierno central la capacidad de adoptar medidas para obligar a una comunidad autónoma al cumplimiento forzoso de sus obligaciones, o para la protección del interés general, en caso de que una comunidad autónoma no cumpla con las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actúe de forma que atente gravemente contra el interés general de España.
ETA (Euskadi Ta Askatasuna) fue una organización armada terrorista independentista vasca que buscaba la creación de un estado vasco independiente, que abarcara partes del País Vasco y otras regiones cercanas de España y Francia. ETA fue fundada en 1959 y fue activa durante décadas, siendo responsable de numerosos asesinatos, atentados terroristas con autos bomba y secuestros, especialmente durante las décadas de 1970, 1980 y parte de la década de 1990.
Cuando murió Franco los etarras tenían la esperanza de tener éxito en su lucha independentista, pero vieron que sus demandas no estaban siendo atendidas en la Transición, con lo cual se radicalizaron. En 2018 anunciaron públicamente su disolución para abandonar la lucha armada y continuar con sus aspiraciones independentistas por medios democráticos; hoy se puede decir que ETA estaría representada -podría decirse- por los izquierdistas de BILDU en el Legislativo.
Por su lado, los catalanes no han tenido una organización separatista armada equivalente a ETA, sino que han trabajado tradicionalmente a través de partidos políticos como Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Junts per Catalunya (JxCat) o CUP (Candidatura d’Unitat Popular), y distintas asociaciones civiles. Sin embargo, no formaron parte de la Transición a finales de los 70 de manera significativa, sino en la descentralización del poder a través de la creación de comunidades autónomas, incluida Cataluña con Estatuto de Autonomía de Cataluña aprobado en 1979 como parte de este proceso, y aunque es necesario reconocer que no todo independentismo catalán ha recurrido a métodos extremistas, los catalanes independentistas se fueron radicalizando solamente luego del Estatuto, de que la Generalitat fue reinstaurada en el 77 y de que Tarradellas pudo retornar de su exilio desde 1939, y no se fueron caracterizando precisamente por sus métodos pacifistas ni mucho menos por el celoso apego a la ley.
Por ejemplo, obligan a los niños a hablar catalán en el colegio, a escribir siempre en catalán, a expresarse entre ellos en catalán, y aquel que es español y de repente se ha visto en la necesidad de mudarse a Barcelona por motivos laborales, es hostigado junto a su familia permanentemente para expresarse siempre en catalán también. Existen asociaciones de control y vigilancia permanente incluso en bares. No exagero.
Además, y por si fuera poco, en 2017 el gobierno catalán, liderado por Carles Puigdemont, anunció la convocatoria de un referéndum sobre la independencia de Cataluña para el 1 de octubre de 2017, a pesar de que el gobierno central y el Tribunal Constitucional español lo habían declarado ilegal. Se llevó a cabo con mucha tensión y disturbios, además de la intervención policial que impidió la votación en varios lugares. Aún así, el Parlamento de Cataluña declaró la independencia de Cataluña, aunque la sesión parlamentaria fue también boicoteada por la oposición, que abandonó el hemiciclo.
En respuesta a la declaración unilateral de independencia, el gobierno español, liderado entonces por Mariano Rajoy, aplicó el artículo 155 de la Constitución, destituyendo al gobierno catalán, disolviendo el Parlamento de Cataluña y convocando elecciones regionales. En consecuencia, algunos líderes independentistas, incluido Carles Puigdemont, huyeron a Bélgica para evitar su arresto en España. Otros líderes fueron arrestados y procesados por su papel en la organización del referéndum.
Pero lo extraño -por no decir que absurdo y rebuscado- del asunto del independentismo catalán actual moderno, es que se basa en argumentos políticos, culturales y económicos, pero históricamente nunca ha existido un Estado catalán independiente, al menos no en los términos que plantean algunos sectores del independentismo actual. En todo caso, si hubiera pues que remontarse al Medioevo, o a los siglos XV y XVI para que Cataluña justifique su independencia, entonces también estaría justificada la idea de descolonizar Bolivia, creyendo no sólo que es lo correcto por hacer, sino además fácil de llevar a cabo identificando claramente las formas de vida que han pertenecido a los indígenas anteriores a la Colonia y lo que era exclusivamente de los españoles; se quedaron 500 años, señores, ha sido todo un poquito complejo, pero indudablemente lo que tenemos hoy como fruto de ese proceso es infinitamente más deseable que lo que había antes. Bueno.
La interesante paradoja de la Constitución española y de sus sistema de administración política es que garantiza que en lugares como Cataluña el independentismo avance sobre las libertades individuales de los ciudadanos españoles de la forma en que lo hace. Es decir, si se hacen independientes lo será solamente respecto de Madrid, pero los catalanes no serán más libres, sino todo lo contrario, estarán bajo el yugo del independentismo izquierdista catalán que además argumenta que los catalanes son una raza superior. ¿Acaso no suena familiar? Sí, nacional socialismo, y todo, además, con el dinero de los contribuyentes de otras comunidades autónomas en el resto de España.
El ataque de Sánchez a una democracia de casi 50 años
Entonces, ¿qué ha sucedido y está sucediendo en los últimos días en España, por qué te importa y cómo te afecta? Ha sucedido que en las últimas elecciones generales Pedro Sánchez perdió, pero, a pesar de haber salido primero, Alberto Núñez Feijóo tampoco obtuvo la cantidad de votos suficientes para constituirse en gobierno, entonces todo debía definirse en el Legislativo.
Ahora, luego de cinco años de gobierno verdaderamente nefastos para la democracia y las libertades individuales de los españoles, cuando no también para la economía, a Sánchez le tendría que haber sido mucho más difícil volver a ser presidente de gobierno, entonces, a cambio de repetir cinco años más en Moncloa, ha tenido que hacer una cantidad de concesiones a cambio de recibir los votos suficientes en el Legislativo, que pocos se hubieran imaginado que fuera capaz de hacer, porque lo único que le quedaba por hacer es lo que él mismo dijo y juró hace solamente un mes atrás que no haría: pactar con los independentistas a cambio de que estos consiguieran todo lo que durante décadas y muchísima sangre de por medio no pudieron conseguir, lo cual implica llevarse por delante todo lo que hemos explicado que España había superado de la Guerra Civil y del franquismo con la Transición y la nueva Constitución de 1978, e incluso lo que los españoles habían superado del terrorismo de ETA de forma más reciente.
Es por eso que toda España se ha volcado a las calles de manera histórica en los últimos días y sobre todo este domingo 12 de noviembre. Pedro Sánchez ha cambiado las reglas del juego de la democracia española de la noche a la mañana para conseguir apenas 7 votos de unos golpistas en el Legislativo para ser gobierno, para seguir usando el Falcon. Eso es lo que ha pasado. Sánchez ha pactado por encima de la Constitución para conseguir esos 7 votos de Junts per Catalunya, Esquerra Republicana, el Partido Nacionalista Vasco y BILDU entre otros.
La cantidad de concesiones es grande y todas son de carácter izquierdista. Entre los que destaca están los acuerdos con Sumar, de Yolanda Díaz, y Junts per Catalunya, de Carles Puigdemont.
A Sumar, que antes era Podemos y luego Unidas Podemos, aquel partido de Pablo Iglesias aliado del Foro de Sao Paulo y el Socialismo del Siglo XXI en América Latina, Pedro Sánchez y el PSOE le han concedido mayor presupuesto para el gasto y poder de regulación y de incrementar impuestos, que significa terminar de frente con la competencia fiscal que la Comunidad de Madrid había alcanzado durante décadas desde el retorno a la democracia, y sobre todo con Isabel Díaz Ayuso como presidente de la Comunidad de Madrid, que ha sido capaz de crecer desregulando la actividad empresarial, reduciendo impuestos y atrayendo capital privado internacional, sobre todo frente a Cataluña, justamente, que ha venido haciendo exactamente lo contrario y que solamente ha deteriorado su economía espantando capitales. Solamente con esto, los impuestos que pagarían las empresas en España sería uno de los más altos del mundo.
Y al prófugo Carles Puigdemont y Junts per Catalunya y Esquerra Republicana, Sánchez les está concediendo una Ley de Amnistía sobre todo lo sucedido en 2017 con el referéndum, una Hacienda catalana propia y el privilegio de ser tratados como víctimas como un caso en el que el gobierno central habría judicializado la política al haber aplicado el artículo 155 de la Constitución, además de una condonación de deuda pública de la Generalitat equivalente a €15.000 millones que pagaría el conjunto de los españoles y un incremento del gasto público estatal central en Cataluña.
Eso no es todo, hay muchos pactos más que se van conociendo poco a poco a medida que se acerca la investidura de este 15 y 16 de noviembre, como los que ha establecido con BILDU y que la opinión pública no conoce, pero que ya está exacerbando las tensiones políticas a nivel nacional, donde ya se comienza a escuchar que a Sánchez se le exige la dimisión e incluso la prisión por vio0lar flagrantemente la Constitución.
Lo que ha hecho Sánchez, luego de que metiera miedo a la gente diciendo que venían los franquistas, los de la ultra derecha, los que te quitarían los derechos, etc. ha sido patear el tablero implantando una dictadura, violando flagrantemente la Constitución y terminando con la separación y equilibrio de poderes. No por otra cosa se han pronunciado el Poder Judicial en su conjunto, todas las asociaciones de magistrados, todos los diplomáticos, los colegios de abogados, la asociación de fiscales,
Hace no mucho tiempo me preguntaban qué estaba pasando en España, que era muy extraño, porque si bien parecía una jurisdicción atractiva para las inversiones extranjeras de largo plazo, mi respuesta era que la garantía en España no era necesariamente España, sino que España vivía bajo el paraguas de la institucionalidad de la Unión Europea, pero la verdad es que frente a lo que Sánchez ha hecho solamente en 10 días para alcanzar la Investidura y ser nuevamente el presidente de gobierno de los españoles, probablemente no estuvo en el radar de análisis de nadie, porque Sanchéz ha ido demasiado lejos, y la realidad es que solamente los españoles tienen la capacidad de impedir que Sánchez siga avanzando por este camino y termine enterrando la democracia y las libertades individuales de lo españoles de manera definitiva, o que al menos termine dañando tanto su institucionalidad que también termine despertando las nostalgias demoníacas más tristes desde la Guerra Civil.
Es un momento verdaderamente crítico. Ojalá no suceda nada de lo que Sánchez pretende. Ojalá Sánchez dimita. Ojalá los nacional socialistas de un separatismo y del otro en España sean puestos nuevamente a raya. Ojalá España no se convierta en un foco más de la decadencia de Occidente y termine cayendo por el sumidero de la barbarie que ya vemos desde hace tanto en Europa Occidental. Ojalá España siga el camino de la institucionalidad de la democracia liberal, de la Monarquía constitucional, del refugio de los ciudadanos latinoamericanos que huyen de las dictaduras del Socialismo del Siglo XXI, de la atracción de esos mismos latinoamericanos que encontraban asesoramiento para sus fortunas en Miami, Ginebra y Zúrich, ojalá Madrid siga liderando la competencia fiscal en España, que siga constituyéndose en el factor de atracción de capitales globales y la creación de riqueza para toda España, que siga el camino de todo aquello que la ha convertido en el cuarto destino mundial para comprar vivienda de lujo, por ejemplo.
Estamos a tiempo.