Vender pánico durante la crisis

El pasado 4 de marzo, la desafiante columna de Patricia Cohen del New York Times, explica “cuán locos son los economistas que siguen creyendo en el libre mercado y que no abrazan el socialismo a la luz de su fracaso”, mostrando -una vez más- cuán alejados están algunos al pensar que Wall Street representa toda la economía de los Estados Unidos.

Cohen aborda el artículo con una serie de citas de Alan Greenspan, titulares de la revista Newsweek y otras de economistas prestigiosos (pero equivocados), creyendo que a mayor número de opiniones en favor del nuevo socialismo de la administración Obama, es suficiente para retroceder en el tiempo y replantear y adoptar ideas ya superadas sobre la forma en que funciona una economía como la de Estados Unidos.

Es verdad que muchos han desistido en favor de las virtudes del mercado al observar la magnitud de la desestabilización de la economía mundial, sin embargo, hubo gente que en vez de entrar en pánico, puso manos a la obra.

Casey B. Mulligan, de la Universidad de Chicago, en su estudio “Las respuestas del mercado al pánico”, ha demostrado tres cosas importantes: Que la productividad del sector no financiero -aquel que mejora nuestros niveles de vida con el pasar del tiempo y que no es necesariamente cruel y desalmado- es independiente de la interpretación que se tenga de los mercados financieros; que la productividad del sector no financiero norteamericano de 2007 y parte de 2008, ha sido el mejor que el promedio desde la Segunda Guerra Mundial; y que, por tanto, la situación no es como la de la Gran Depresión.

Con tal evidencia, desde luego, se podría superar rápidamente la crisis, toda vez que la incompetencia de quienes diseñan los “planes de estímulo” no vayan a minar la confianza de los inversionistas y seguir desatando la montaña rusa en las bolsas de valores, como Cohen espera que suceda para seguir vendiendo artículos.

La autora citó varias universidades, entre ellas la Universidad de Chicago, para decir que sus profesores aún no tienen mayor intención de revisar sus cursos introductorios “porque el mundo académico se mueve muy lentamente para explicar qué fue lo que realmente ocurrió”, pero así como Cohen tendrá que esperar sentada hasta que pueda reemplazar la interpretación que tenga un académico de Estados Unidos, los asesores del Presidente Obama tendrán que esperar hasta que la confianza ciega vuelva sobre ellos. Tuvieron 4 meses (entre el día en que se publicó el estudio y el que se aprobó el mayor gasto de la historia) para saber que la economía norteamericana seguirá siendo mantenida por el sector privado.

Así como algunos directores de cine aseguran millones cuando tratan sobre Hitler y los actores hacen de Che Guevara, muchos articulistas escriben cómodamente con una sola llamada telefónica a la persona que le dirá lo que quiere escuchar, simplemente porque el pánico y el desastre venden. Por la forma de ver la economía como una telenovela, muchos podrían estar escribiendo sobre los altibajos de los famosos, y no así sobre quienes trabajan para que la economía mejore y premie a quienes buscan la recompensa directa de su esfuerzo, e incluso la de quienes así no lo entienden.

Artículo publicado en Los Tiempos.

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