El problema con la banca central

Llegó la crisis económica y, nuevamente, parece ser que los economistas del intervencionismo no tienen explicación. Sin advertir que se trata de la peor amenaza para la recuperación, y de que este conjunto de ideas se fundan en débiles e incluso inexistentes evidencias de que su efectividad, casi todos los países han adoptado medidas que podrían constatar el resurgimiento de los postulados de John M. Keynes.

Basados en una estrategia macroeconómica de “sintonía fina”, se pretende explicar el colapso económico bajo el supuesto de que las leyes del mercado son las que lo provocan, a no ser que las fuerzas de la burocracia se interpongan.

Intervencionismo

La política del intervencionismo[1] se abrió paso en diciembre de 1913 con la creación del sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), con el objetivo de “conducir la política monetaria influenciando las condiciones monetarias y crediticias de la economía, buscando el nivel máximo de empleo, precios estables y tasas de interés moderadas a largo plazo”, entre otro, mediante un complejo mecanismo de control sobre los bancos privados.[2]

Con este sistema se excusó a todos los bancos privados de la emisión de créditos por la magnitud de sus respaldos en oro e inflando el crédito disponible, hasta que la Fed decidiese que los bancos fuesen demasiado egoístas para conceder préstamos que permitieran el gasto diligente para estimular la economía.[3]

Fueron varias las crisis que se dieron en Estados Unidos, como la de 1873 luego de la Guerra Civil o como la de 1921, cuando se generó la inflación que financió la Primera Guerra Mundial, pero nunca como la de 1929 que duró más de cuatro años, en la cual el gobierno intervino con una serie de errores monetarios, a través de la manipulación de las tasas de referencia, y prolongando su duración por más de tres veces que lo que había sido lo normal.[4]

Abolición

La explicación sobre las causas y consecuencias de la manipulación artificial de la masa monetaria como destructora de valor,[5] no había tenido tanta fuerza sino hasta el mismo colapso del mercado de capitales en Wall Street, en septiembre de 2008, y hasta que la intervención del Estado en la economía se hizo más evidente con el ejercicio del poder de la administración Obama.

Ron Paul es representante del estado de Texas en la Cámara de Representantes de Estados Unidos y fue candidato a la presidencia en las elecciones de 2008. Es un político con más de treinta años de experiencia en el campo, cuya política aboga, entre otras cosas, por el libre comercio, el mínimo de impuestos y un gobierno limitado que se circunscribe en la no intervención de los mercados.

En su larga trayectoria política, Paul lleva años denunciando la perdida de valor del dólar desde 1913, como se señaló anteriormente, año de la fundación de la Fed. Cuando propuso su candidatura, el debate sobre las atribuciones de la Fed se estableció en el Congreso estadounidense por primera vez en 95 años, llegando incluso a demandar su abolición pura y simple.

La experiencia de Panamá

Una economía sin un sistema de banca central no es un concepto utópico. En Panamá no existe un banco central, por tanto, no hay prestamista de última instancia ni seguro de depósitos, de tal manera que los bancos (y gobiernos) están obligados a actuar responsablemente para mantenerse a flote. La ausencia de una banca central hace que no se manipule la masa monetaria ni las tasas de interés. De esta manera, aquel país ha ocupado el primer lugar en el mundo en el índice del Instituto Fraser sobre libertad económica y fortaleza monetaria.[6]

No obstante, esta política no es simple casualidad. La primera constitución de aquel país en su Artículo Nº 117 estableció:

No podrá haber en la República papel moneda de curso forzoso. En consecuencia, cualquier individuo podrá rechazar todo billete u otra cédula que no le inspire confianza; ya sea oficial o particular.

La segunda parte del artículo desapareció con el pasar del tiempo a medida que el mercado político se inclinaba por el control e intervención, pero su esencia, la de no permitirle al Estado la emisión de moneda de curso forzoso, se ha mantenido ya por más de cien años y con ello Panamá ha disfrutado de importantes beneficios financieros y monetarios.[7]

¿Quién garantiza la estabilidad monetaria? El Nobel de Economía 1974, Friedrich A. von Hayek, tuvo la idea de poner la emisión de dinero en manos de firmas cuyo negocio dependa de su éxito en mantener estable el valor del dinero que emiten, es decir que aquellas entidades deben regular la oferta de su dinero para que el público lo acepte y elija libremente en virtud de su estabilidad.[8]

El camino de Bolivia

Alguna vez se escuchó decir que el Banco Central de Bolivia jamás fue verdaderamente independiente, pero a partir de la llegada del socialismo al poder, el alcance de sus controles no sólo se incrementó, sino que a partir de la aprobación de la Nueva Constitución Política del Estado, se ha terminado en forma definitiva con las atribuciones características de esta entidad en los últimos años, hecho que, además de generar mayores y mas serias distorsiones en las finanzas públicas y privadas, termina con la libertad de los agentes para elegir la moneda que crean más conveniente para realizar sus transacciones.

A pesar de la experiencia de la tercera hiperinflación más grande de la historia y de la machacona insistencia de los textos de economía en tener a Bolivia como el ejemplo de qué es lo que no se debe hacer, con los artículos Nº 326 y Nº 328 de la NCPE, se le ha vuelto a confiar al Ejecutivo el monopolio de la emisión de moneda, es decir, el poder total sobre la política monetaria, cambiaria, crediticia y financiera con una sola idea: el establecimiento de la interferencia del Gobierno en los fenómenos del mercado bajo la manipulación de la oferta monetaria y las tasas de interés “que contribuyan al desarrollo económico y social del país y el vivir bien de la sociedad”.[9]

Sn embargo, esta política de intervención ya ha comenzado a generar desconfianza sobre las garantías que el ente emisor tenga para mantener cierta estabilidad macroeconómica, situación que podría delatar que hoy las medidas de intervención del socialismo, aunque tienen cada vez menos capacidad de maniobra en un contexto de crisis global, provocan los mismos perniciosos resultados.

Ya en el primer semestre de 2008, el directorio del BCB aprobó un crédito  de USD 600 millones al Tesoro General de la Nación, amparado en el DS Nº 29438 que declara desastre nacional a los efectos del fenómeno climático de La Niña y que destina recursos para un crédito a treinta años plazo, sugiriendo que el financiamiento de los proyectos de desarrollo debe correr por cuenta del mismo.[10]

Para el Presupuesto General de la Nación 2009, se aprobó un crédito de USD 1.000 millones para Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) obviando el hecho de que ninguna empresa en Bolivia, pública o privada, en toda su vida republicana o en la Colonia, ha sido objeto de un préstamo semejante para además ser gastado en el plazo de un año.[11]

Otro factor preocupante es que, como medida forzosa, el BCB ha estado manteniendo un tipo de cambio apreciado y congelado desde la primera semana del mes de octubre, reprimiendo la elección del público sobre la misma ante cualquier tipo de contingencia, además de afectar de manera directa en la competitividad del sector productivo exportador y aquel que compite con las importaciones, con el encarecimiento de sus costos y el crecimiento del contrabando.

La última medida del BCB, la del pasado 4 de abril, aprueba un nuevo Reglamento de Operaciones Cambiarias, estableciendo límites a las diferencias entre el tipo de cambio de compra y venta vigentes, “ como medida de protección al público”, y teniendo como propósito el “evitar distorsiones en el mercado  de cambios por parte de algunas entidades financieras,” [12] medida que no afecta en forma directa a la banca privada, pero que sí volatiliza las expectativas de los agentes ante una política de devaluación, y genera argumentos para que la iniciativa, creatividad y emprendimiento de los mismos se desenvuelva en un ámbito de informalidad ausente de garantías.

Otro Nobel de Economía (1976), Milton Friedman, ha repetido ad nauseam que una de las políticas más perniciosas de la planificación estatal estriba en pretender atar la moneda local a una relación fija con otra moneda. Este tipo de cambio fijo o control del precio de la divisa deja desguarnecida la economía local y no permite los ajustes necesarios del mercado, lo que genera problemas de diversa naturaleza, entre ellos en la balanza de pagos.[13]

Conclusiones

Aunque el análisis se ha circunscrito únicamente a los problemas en el mercado cambiario y las decisiones de fijar los precios, y de no haber considerado la relación de la banca central con los grupos de poder, se entiende que el intervencionismo y los controles generan resultados tan perniciosos como los de una depresión en un país con sólida base institucional. El intervencionismo monetario jamás consigue lo que se propone, sin importar cuánto contraiga, expanda o mantenga la masa monetaria.

La nueva nomenclatura de la banca central en Bolivia ha empezado a generar constante discusión sobre sus políticas intervencionistas guiadas por el Ejecutivo, y en este sentido, la llegada de la desestabilización económica global obliga a quienes guían las políticas macroeconómicas a considerar que no es posible adoptar postulados que ya fueron superados en los años ochenta. En Bolivia y el mundo estamos obligados a observar, no necesariamente la forma en que se asume la crisis, sino en la forma de no volver a causarla.

El problema con la banca central está en haber liberado a la banca privada de sus responsabilidades ante la oferta y demanda de préstamos con respaldo. De esta manera, se evita la trama detrás de sus tasas de interés, se termina con los “rescates”, no hay “prestamista de última instancia” y no hay seguro de depósitos, y por consiguiente, se termina con los casos del tipo Multiactiva, Bidesa y Madoff, y desde luego con los efectos tipo Samba, Tango o Tequila.

Se trata de un verdadero cambio de paradigma, y aunque no son muchos los que han atacado el problema de raíz, la propuesta que busque una forma más eficiente de administrar el dinero de la gente bajo su consentimiento, seguramente encontrará motivos para creer en un verdadero cambio.

 


[1] Ver: Ludwig von Mises. Intervencionismo. Buenos Aires, Argentina, 1959.

[2] Los principales objetivos de la Reserva Federal de los Estados Unidos.

[3] Ver: Nathaniel Branden, 1962.

[4] Roberto Cachanosky. La crisis del `29 y la actual. Economía para todos. Buenos Aires, 22 de septiembre de 2008.

[5] Ver: Ludwig von Mises. Teoría del Dinero y el Crédito. pp. 398-401. Zeus, 1961 [1912].

[6] Ver: David Saied. Panamá: economía sólida sin Banco Central. AIPE 14/05/07.

[7] Roberto Brenes. Dolarización y apertura financiera: ¿Cien años de consecuencias no deliberadas? En Políticas Liberales Exitosas. 2005.

[8] Revista Controlando al Leviatán Nº 7. Buenos Aires. Septiembre de 2007.

[9] Misión y Visión del BCB a 2009.

[10] Ver: Napoleón Pacheco, diciembre de 2008.

[11] Carlos Miranda Pacheco. Mil millones para YPFB. La Razón 18/12/08.

[12] Los Tiempos, 5/abr/09. p. A3.

[13] Ver: Alberto Benegas Lynch (h). Buenos Aires, 2002.

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