La politóloga Elinor Ostrom de la Universidad de Indiana, y el economista Oliver E. Williamson de la Universidad de California, Berkeley, fueron galardonados este lunes 12 de octubre con el Premio Nobel de Economía 2009, sorprendiendo a propios y extraños; “por su análisis económico de la gobernanza, especialmente de los comunes (de los bienes comunales)”, y “por su análisis económico de la gobernanza, especialmente los límites de la empresa”, respectivamente.
Para ser más claros, el gran trabajo de Ostrom y en particular la obra Gobernando los bienes comunales: la evolución de instituciones para la acción colectiva, se concentra en cómo los problemas de los bienes comunales pueden ser resueltos localmente, es decir, prescindiendo de la administración central del Estado, o sobre la forma en que uno consigue cooperación social, incluso cuando el aspecto de lo privado pareciera no ser la alternativa.
Sin embargo, además de no poder pasar por alto el hecho de ser la primera mujer en ser galardonada en esta categoría, vale destacar la estrecha relación que sostiene con la Escuela de Elección Publica, y también con la Escuela Austríaca de Economía, a juzgar no sólo por la aplicación de estos enfoques (u otros muy cercanos) en sus numerosos trabajos sobre federalismo y las organizaciones del Estado, sino también por las contribuciones de algunos de sus discípulos.
Es más, la relación de Ostrom con la Escuela Austríaca es más estrecha aún. Peter J. Boettke y Paul Dragos Aligica publicaron este año un libro titulado El Desafío del Análisis Institucional y el Desarrollo (Routledge, 2009), en el que precisamente analizan, rescatan y aplican las contribuciones de la politóloga a la política económica y las ciencias sociales, así que las contribuciones de las Ostrom serían aplicables a las de la Escuela Austríaca y viceversa.
Para el caso de Williamson, algunos consideran que esta podría ser la premiación más cercana a los austríacos en muchos años, tal vez desde 1974 cuando Hayek (y Myrdal), sobre todo por el trabajo que publicó en 1991 titulado Instituciones Económicas: Gobierno Espontáneo e Intencional. Y para profundizar en el aporte de Ostrom, el mismo Boettke recomienda los trabajos Gobierno de los Comunes (Cambridge), y Diversidad Institucional (Princeton).
Por otro lado, y para gran sorpresa de quienes vivimos en un lugar tan alejado de donde se plantean ideas de semejante calibre, Ostrom guarda una estrecha relación académica y de amistad, nada más y nada menos que con el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) de Cochabamba, en particular sobre investigaciones en el manejo de bosques como recurso comunal; y aunque en forma indirecta, Williamson también guarda relación por la forma en que Berkeley ha influido en la línea de trabajo del CERES durante los últimos años.
No cabe duda que con este premio vienen renovadas esperanzas sobre el interés que puede despertar, sobre todo en los jóvenes estudiantes, en los postulados de la Escuela Austríaca y la Escuela de Elección Pública, es decir, sobre la racionalidad humana y su comportamiento -sobre los que Mises trabajó tanto-, las instituciones y las soluciones alternativas legales, políticas y culturales.
Esta premiación es una muy particular, ya que luego de la polémica premiación de Krugman en 2008 y el posterior desenvolvimiento político que tuvo, este año ha logrado el contento casi unánime de las escuelas contemporáneas más reconocidas en el mundo, y sobre todo por el largo tiempo que ha pasado para prestar atención a los aportes de la ciencia desde esta perspectiva.
Cuando Hayek recibió el mismo Premio en 1974, confesó que si le hubieran consultado sobre establecer un Premio Nobel de Economía, él se hubiese manifestado en desacuerdo porque temía que éste tendería a acentuar las oscilaciones de la moda científica. Afortunadamente, el Comité de Selección había refutado esta idea premiándolo a él, alguien que había tenido tan poca cabida dentro de la moda. Sin embargo, Hayek se mantuvo aún escéptico porque consideraba que tal Premio confería tal autoridad que ningún hombre debería poseer. Como sea, enhorabuena por Ostrom y Williamson.
Artículo publicado en Los Tiempos y Hoy Bolivia.