La economía no fue elemento de discusión en el escenario electoral. Vale ahora plantear algunas ideas al respecto, dadas las confusiones que podría ocasionar el no tratarlas en su debido momento.
Más allá del evidente gran problema que existe en el principal sector de nuestra economía como es el hidrocarburífero, cabe preguntarse qué sector alternativo podría estar en condiciones de sostener el ajuste de cinturones en 2010, qué medidas podrían asumirse para rescatar la capacidad productiva que se orientaba al mercado del ATPDEA, y qué otras para que los individuos continúen con su vida cotidiana, paralela al carnaval mediático de la política.
Es cierto que el nivel que las Reservas Internacionales han alcanzado es extraordinario, pero más allá de no ser un recurso disponible como se pretende hacer creer, la banca central que las custodia no puede convertirse nuevamente en un protagonista directo del crecimiento y desarrollo como durante los años previos a 1985, debido a que los recursos podrían ser susceptibles de mayor derroche, sin mencionar el perverso rol que jugaron estos entes emisores en la actual desestabilización global.
La que podría mostrarse como un actor más que importante este próximo año, debido a su notable desempeño, es la banca privada, siempre y cuando la banca central se lo permita, es decir, en la medida que se logre fijar tasas de referencia razonables que logren conservar la cadena del negocio, se podría asumir gran parte del impacto del contexto internacional o aquel que podría causar nuevamente el aparato del Estado, caso contrario, no habría que descartar el inicio de un proceso de “nacionalización en contra de la usura”.
También es necesario orientar la economía del sector no tradicional en forma inteligente. Primero, debe hacerse “lo imposible” por no perder ningún mercado por más pequeño que sea. Y, segundo, ya que no es posible crecer mediante la venta de nuestros productos y servicios a los mejores compradores de Estados Unidos, debido a diferencias ideológicas, es necesario prestar mayor atención a la política monetaria que los países emergentes, como la India, están adoptando.
Este país ha decidido garantizar la solvencia de su economía a través de la compra de 200 toneladas métricas de oro del Fondo Monetario Internacional, transacción inédita desde los años 30 ó 40, lo que quiere decir que, además de estar brindando garantía para el ahorro e inversión de todo el mundo occidental, podría haber empezado un proceso de muy largo plazo para preservar el poder económico que ya empezó a conseguir. Entonces, si Bolivia es inteligente, empezará a orientar su economía a los mercados mejor respaldados, lo que es más realista o menos demagógico que cualquier proyecto espacial o supersónico.
Y finalmente, mantener e incluso incrementar las transferencias de dinero en efectivo y confiar en la capacidad que los individuos demuestran cada día para cambiar su condición de vida, también podría contener las consecuencias de la megalomanía del Estado y sus cómplices que frustran cada intento de preservar la democracia, la paz y la libertad.
Artículo publicado en Los Tiempos, El Deber, Hoy Bolivia y The Independent Institute.