Keynes: homosexualidad y largo plazo

Las declaraciones de Niall Ferguson en una conferencia de inversionistas respecto de que para John Maynard Keynes, quien al ser gay y no tener hijos, el largo plazo tenía poca o ninguna importancia (de ahí su desafortunada pero célebre frase “en el largo plazo todos estamos muertos”), han provocado polémicas de varios días entre los aludidos y los seguidores y detractores de Keynes.

Ferguson, sin embargo, al mismo tiempo que trataba de explicar lo que había sucedido:

I had been asked to comment on Keynes’s famous observation ‘In the long run we are all dead.’ The point I had made in my presentation was that in the long run our children, grandchildren and great-grandchildren are alive and will have to deal with the consequences of our economic actions.

También se disculpaba de manera inmediata:

My colleagues, students, and friends – straight and gay – have every right to be disappointed in me, as I am in myself. To them, and to everyone who heard my remarks at the conference or has read them since, I deeply and unreservedly apologize.

A raíz de las declaraciones de Ferguson, el reproche del biógrafo de Keynes, Robert Skidelsky (quien acaba de publicar la biografía del “padre de la macroeconomía” en castellano), no tardó en ser publicado:

Ferguson’s comments force us to contemplate what Keynes really thought about the long run, and why. The question now facing economic officials is whether austerity today is necessary to improve economic conditions tomorrow. Can we afford to be so cavalier about the long run as Keynes suggests?

Cualquiera que haya sido la manera en que Skidelsky continuó su argumntación, comete –así como Krugman– el error de ni siquiera oreguntarse a qué se ha debido una crisis para empezar a determinar lo que debe hacer en el corto o el largo plazo, y aunque Skidelsky tiene además un punto importante en función de que para el caso de Ferguson, si bien “la vida personal puede afectar a los valores de un economista, la validez de una teoría y su relevancia empírica son independientes de su progenitor”, no se ha detenido en discutir la relevancia del argumento de Ferguson sobre si la homosexualidad de Keynes (el hecho de haber estado casado no dice absolutamente nada) hubiese sido determinante o no en su pensamiento y sus recomendaciones.

Sucede que esta no es la primera vez que se utiliza el mismo argumento en contra del inglés y su manera de lidiar personal o académicamente con el largo plazo. Ya en 2004, uno de los primeros en hacerlo fue Hans-Hermann Hoppe y en una situación similar a la de Ferguson. Hoppe también explicó:

I referred to homosexuals as a group which, because they typically do not have children, tend to have a higher degree of time preference and are more present-oriented. I also noted–as have many other scholars–that J.M Keynes, whose economic theories were the subject of some upcoming lectures, had been a homosexual and that this might be useful to know when considering his short-run economic policy recommendation and his famous dictum “in the long run we are all dead”.

La primera diferencia entre Ferguson y Hoppe estriba en que el primero no ha dudado en pedir disculpas por una falta que no habría cometido, mucho menos ante la policía ideológica, mientras que estuviera equivocado o no, Hoppe ha insistido en la validez de su argumento frente al prejuicio por el que en realidad se le acusó.

Con las apresuradas disculpas de Ferguson puede pensarse que no entiende el argumento en absoluto (porque para empezar claramente ni convencido está), o bien que su intención era realmente la de agredir. Si algo habría que exigírsele a Ferguson es, en todo caso, mayor debate sobre su argumento. Sin embargo, y para mayor inri, con sus disculpas Ferguson ha legitimado la existencia de una policía intelectual que irá a determinar lo que se debe o no pensar, y lo que se debe o no decir en determinado momento, algo que, por cierto, el propio Keynes pretendió hacer respecto de quién, cómo, cuándo, dónde y en qué medida debe ahorrar, atesorar, invertir, consumir, gastar, y un muy largo etcétera para todo lo cual uno debe primero… pensar.

Lo que sí puede decirse de Keynes es que siendo homosexual o no, pretendió con la actitud más arrogante y megalomaníaca posible que sus ideas, que abarcaban desde el arte hasta las ciencias sociales, se convirtieran en políticas públicas no sólo “para rescatar el capitalismo de Estados Unidos”, sino para que éstas además pasaran a formar parte del plano internacional. Todas estas son actitudes y ambiciones que difícilmente pueden ser credenciales por las que alguien se precie de ser liberal, como a Keynes se lo pretende mostrar.

Ahora bien. Al ser cada uno dueño de su cuerpo y tener el legítimo derecho de hacer lo que crea conveniente con él y disponer de todo lo que éste produzca, ¿por qué habría que respetar el derecho de Keynes a hacer lo que él crea conveniente con su cuerpo y disponer de los frutos del mismo, si él no hizo –ni por casualidad- lo propio con el resto de personas alrededor del globo? ¿Ferguson lo hubiera aceptado? ¿Skidelsky lo hubiera aceptado? Es de presuponer que al menos hubiesen exigido el derecho de explicar el argumento que antes hizo Hoppe, a pesar de que en un principio se le negó el derecho a hacerlo, exigiéndole antes disculpas por una agresión que en realidad jamás cometió.

Finalmente, sobre todo para Ferguson, quienes quieran profundizar en los argumentos de Hoppe al respecto (que no son homofóbicos), es importante referirse a la página 218 completa de su libro Democracy: The God That Failed o, en castellano, Monarquía, Democracia y Orden Natural, para salir de cualquier duda y luego no tener que pedir disculpas sin siquiera saber por qué, y sobre Keynes, Keynes, The Man.

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