Bolivia: el ombligo bancario del mundo

Bolivia está embarcada en una reforma bancaria que se espera sea finalmente aprobada en agosto, luego de seis arduos meses de profunda, honesta y poco hermética discusión intelectual tanto en Congreso como en varios foros, seminarios y talleres con los principales interesados que son los depositantes y, sobre todo, teniendo en cuenta lo que al mismo tiempo sucedía en Chipre, un país casi tan pequeño como Bolivia, pero cuyo paraíso fiscal, a pesar de sextuplicar el boliviano, se encuentra hoy en bancarrota luego de que en marzo tuviera en vilo a los principales mercados bursátiles de Occidente.

Las discusiones en cuanto a reformas bancarias son tan antiguas que datan al menos desde mediados del siglo XIX, cuando en la Cámara de los Lores se rivalizó durante décadas las causas de los recurrentes ciclos de auge y recesión desde la Revolución Industrial. La profundidad, rigurosidad y altura teórica argumental daba lugar a que en la primera línea de debate estuvieran involucrados personajes destacados de la historia como David Ricardo, Henry Thornton y Robert Peel.

Aunque en la Inglaterra de 1844 se llegó a la conclusión de que para evitar la inflación y el autofinanciamiento gubernamental, era necesario impedir que la banca contara con el privilegio de emitir un número de billetes mayor a la cantidad de oro físico que se les había entregado en calidad de guarda y custodia, lamentablemente no se consideró que emitir depósitos sin respaldo era exactamente lo mismo que emitir billetes de banco sin respaldo. Así, la banca, al otorgarle al Estado el monopolio de emisión monetaria a cambio de su eventual rescate desde la banca central, daría nacimiento a las Operaciones de Mercado Abierto y la necesidad de establecer máximos a las tasas de interés.

Actualmente el negocio bancario alrededor del globo se desenvuelve sobre una contradicción lógica: al contar con el privilegio de mantener sólo una fracción de lo que se le entrega en guarda y custodia, dispone del resto sin el consentimiento explícito de su propietario y se lo presta a un tercero. Es éste y no otro el motivo por el cual el depositante no encuentra su dinero cuando a acude al banco para su retiro ante cualquier contingencia masiva, algo que en Basilea I, II y III se ha obviado al presuponer que éste es un problema de iliquidez y no de insolvencia. Es pues humanamente imposible que una persona sea depositante y acreedora del banco (su exacto opuesto) al mismo tiempo, pero con la intervención del Estado se puede todo.

Evidentemente, la cotización internacional de materias primas es también una parte fundamental del presupuesto más grande con el que ningún gobierno boliviano como el actual ha contado nunca, pero, para sorpresa de muchos a estas alturas, el grueso del mismo radica en su multiplicación sin respaldo, en la expansión crediticia por encima de la cantidad de ahorro disponible en la economía por parte del sistema financiero durante al menos los últimos diez años, período durante el cual éste sector se ha desarrollado tanto como a través del cual el Estado no ha dejado de crecer financiando todo proyecto cuanta megalomaníaca mente ha podido imaginar.

A consecuencia de que en 1971 se eliminara lo que quedaba del patrón oro, la banca internacional actual, luego de un evidente auge insostenible, ha entrado en bancarrota o está cerca de estarlo cuando solamente el 10% de sus clientes no paga sus créditos. Estos bancos cuentan con un capital propio mucho menor a aquel con el que trabajan captando y recolocando, y si al menos no contaran con el privilegio de estar protegidos por la banca central ante riesgos de bancarrota, no contarían con márgenes de riesgo e imprudencia para que el refinanciamiento “inagotable” como el del Banco Central Europeo a Chipre, sea invertido en bonos griegos a 30 años para rendir cuentas de pasivos de un plazo menor.

A Bolivia le interesa tanto la historia económica bancaria y las causas de la Gran Recesión, en la loable tarea de no repetir una crisis comparable a la peor que tuvo hace tan sólo 30 años, que hoy se apresta a convertirse en el ombligo bancario del mundo para atraer a todos los capitalistas potenciales que no lo perdieron todo en Chipre o en la nacionalización bancaria estadounidense de 2009, pero, si acaso no lo lograra, no vaya a ser por falta de esfuerzo y buenas intenciones.

Artículo publicado en Página Siete, El Día y Hoy Bolivia.

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