Para sorpresa de quien suscribe esta nota, Juan Antonio Morales, por demás reconocido economista en Bolivia, acaba de vincular dos aspectos muy interesantes de coyuntura económica para desafiar a Arce Catacora, primer responsable de Hacienda en Bolivia, a debatir sobre la pertinencia de incurrir en una pronta devaluación cambiaria.
Concretamente, el doctor Morales ha vinculado la defensa que Arce Catacora hace del tipo de cambio fijo con lo que pensarían al respecto los economistas que se adscriben a la muy larga tradición de pensamiento económico claramente liberal, de la Escuela Austríaca de economía. El doctor Morales deja entrever que la decisión de Arce por mantener el tipo de cambio fijo es contradictoria e inconsistente con su discurso socialista.
A pesar de que todavía no está claro si la idea del doctor Morales es decir que el problema de Arce en su defensa del tipo de cambio fijo es por ser austríaco “conservador”, o porque si acaso hubiera una pronta devaluación cambiaria en Bolivia sí sería consistente con su discurso estatista, lo cierto es que antes de hacer alusiones sería interesante primero establecer el debate en cuanto a si Arce se adscribe o no a tal escuela de pensamiento económico, si se siente ofendido por lo mismo, o qué es lo que el Ministro pretende finalmente al mantener el tipo de cambio fijo.
Lamentablemente, no obstante de la estabilidad que logró el mencionado DS 21060, al igual que los mencionados Pinochet y Menem, este Decreto cometió al menos dos errores fundamentales: el primero, que gracias a un artículo que el mismo doctor Morales escribió al respecto ya en 1992, se sabe claramente que nunca estuvo provisto de un discurso liberal que lo respaldara, sino que, por el contrario, fue simplemente “un medio tecnocrático para reconstruir la autoridad del Estado”, pero que también impidió al mercado determinar qué empresas públicas debían ser privatizadas y cuáles liquidadas sin cálculo político. Por eso sólo hubo estabilización, pero no un consecuente crecimiento sano y sostenido hasta el Plan de Todos.
Y el segundo error, el más importante, que nunca se estableció garantía alguna para que el período hiperinflacionario por el que fue aplicado el 21060 jamás volviera a suceder en el país. En vez de que se terminara de dolarizar la economía, se dejó el espacio suficiente para que todo gobierno que fuera fiscalmente voraz, terminara cediendo a la tentación de ordenar al Central la emisión de cheques de gerencia sin respaldo de ahorro real.
La defensa del tipo de cambio fijo no hace de Arce un austríaco, pues es meramente circunstancial y carente de sólida base teórica. Arce Catacora defiende la actual política cambiaria sin advertir siquiera que se trata de un instrumento liberal de ahorro e inversión de largo plazo, que lo maniatan en la aplicación de su política cortoplacista de gasto a manos llenas e intervención permanente del aparato laboral y productivo profundamente anti liberal, causa última de la marcada desaceleración. Es esta pues la contradicción y no otra en la política económica del país.
Más aún, si el doctor Morales aplica correctamente el herramental teórico de la Escuela Austríaca de economía, le será evidente que la defensa que Arce Catacora hace del tipo de cambio fijo no lo ubica más cerca de dicha escuela que de él mismo al defender la nacionalización monetaria o bolivianización que también él mismo inició ya en 2004 con ayuda del error del 21060.
Quien busca la devaluación cambiaria no sólo parece querer socializar pérdidas, o solventar todo proyecto público y privado ruinoso que no ha sido aceptado por la demanda real efectiva de mercado, sino que además busca sumarse a la guerra monetaria que los bancos centrales más poderosos sostienen alrededor del globo desde el inicio de la Gran Recesión en 2007, en la que no hemos más que perdido todos.
Mauricio Ríos García es máster en Economía de la Escuela Austríaca por la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid, y desarrolla un doctorado en Economía Aplicada por la misma universidad.
Artículo publicado por Página Siete.