Este fue el discurso de Jesús Huerta de Soto al recibir el premio del Instituto Juan de Mariana hace tan sólo unos días. Veo un importante toque de humildad, por lo que tanto se lo ha criticado. Yo he sido testigo directo de su generosidad, pero lo más importante de esto es que se puede identificar inmediatamente que aquí existe toda una vida dedicada a la libertad, algo muy digno de indiscutible admiración.
Ya no estoy seguro exactamente del momento en que tomé la decisión correcta para seguir un camino similar. Fue dura porque estar solo -no conozco un solo austriaco más, créanme que busqué hasta debajo de las piedras- en un país tan hostil contra los derechos individuales de propiedad privada o tan enclenque para la búsqueda del vínculo entre esfuerzo y recompensa, significaba un desafío más grande del que imaginaba porque lo trastocaba absolutamente todo, pero luego de unos 12 años o incluso más desde que tomé conciencia de lo que verdaderamente representaba esta tradición de pensamiento económico, y luego de haber hecho el esfuerzo de haber llegado ya varias veces hasta Madrid para encontrar colegas, hoy veo que es un auténtico privilegio ser parte, de una u otra forma, de esta muy larga y noble tradición de enorme esfuerzo intelectual y dedicación personal, aunque sea desde la recóndita Bolivia.
Felicitaciones por tan merecido premio, profesor. Mi más sincera enhorabuena.