Economía global
El mercado abrió el año muy optimista fundamentalmente por el inicio del Gobierno de Trump, que significaba estímulos en infraestructuras, recortes de impuestos y del tamaño del aparato público, a la vez que una importante atracción de inversiones con una decidida desregulación en el sector financiero y un incremento simultáneo de tasas por parte de la Reserva Federal. Sin embargo, a pesar de que existen señales que aún apuntan hacia el optimismo por un eventual crecimiento económico estadounidense, el mercado también ha ido registrando bajones por el primer fracaso político de Trump con la reforma sanitaria y, desde luego, el inicio e incremento de las tensiones geopolíticas alrededor de Siria.
La Unión Europea está repuntando en crecimiento, aunque no lo suficiente como para que la política monetaria del Banco Central Europeo se desvincule de la Reserva Federal. El BCE, manteniendo aún tasas negativas y sin pensar en reducir pronto las compras en el mercado secundario, podría encontrar un efecto contrario al que busca, pues la reciente activación formal del Brexit y las próximas elecciones en Francia, que podrían empoderar candidatos extremistas euroescépticos, no están favoreciendo las perspectivas europeas, y por si fuera poco, las economías emergentes aún poseen una buena cuota parte de los capitales globales, y Estados Unidos sigue acomodándose para absorber otra buena parte de los mismos.
Economía de Bolivia
La percepción general es que a pesar de que se registran problemas sectoriales, la economía de Bolivia se encuentra estable. Sin embargo, aunque así fuera -que no-, el costo de esta estabilidad aparente es cada vez más alto: mientras se sigue manteniendo la misma estructura productiva de precios de commodities extraordinariamente elevados, y con el margen para la generación de valor de mercado desde el sector privado que ya era demasiado reducido, las dificultades para elaborar planes de largo plazo son mayores una vez que la compensación de la caída de los precios petroleros los está asumiendo enteramente la ciudadanía mediante incrementos de impuestos, deuda e inflación.
Tal vez esta estrategia podría funcionar gradualmente si al menos se tuviera un plan claro y correctamente elaborado para el pago de estas facturas, idealmente mediante el incremento de la producción, pero no del sector tradicional, sino del no tradicional a través de la flexibilización del aparato laboral y productivo, además de una apertura incondicional al comercio internacional, pero el tiempo y el espacio de maniobra se va terminando rápidamente cuando este proceso coincide con una etapa en la economía donde la liquidación de los activos de mala calidad que se adquirieron durante la etapa del auge es cada vez más generalizada.
Todo, a fin de cuentas, está dependiendo de la alineación de los astros que provoquen el incremento de materias primas antes de recurrir a la devaluación cambiaria como último recurso posible. Aunque tal vez marginalmente, las nuevas tensiones políticas están provocando el incremento de precios del oro y el petróleo, pero apostar a ello mientras se empieza a registrar una apreciación del dólar simultáneamente significa que mientras más se tarde en reducir los costos para la inversión privada, más reducido será el margen de maniobra de la política económica y aún más difícil y doloroso será el inevitable ajuste interno.
Ayn Rand solía decir que cuando quien se da cuenta de que para producir necesita autorización de quien no produce nada, sabe que su sociedad está condenada; nada más pertinente para ilustrar la dificultad para una recuperación sana, sólida y sostenida de la economía. Si al menos aceptaran de una vez que el problema en realidad no es la falta de ingresos para el Estado, sino su exceso de gastos, habría luz al final del tunel.
Mercados e inversión
Como dijimos en un principio, el mercado ha cambiado mucho en estos primeros tres meses del año, pero continúa dando oportunidades sobre todo para la gestión de activos con métodos “value”, prestando atención sobre compañías muy atractivas alrededor del globo que tienen un muy buen control de costos en tiempos muy adversos y que generan un muy buen flujo de caja de largo plazo.
De la misma forma, la gestión pasiva en general está llegando a su máximo auge en su peor momento posible, y aunque para la preservación patrimonial de largo plazo la rentabilidad no es necesariamente lo más importante, sí que es posible identificar claramente más de una gestora internacional de fondos de inversión que ha logrado nada menos que un 43% en los últimos dos años y medio.
Puede que una posición muy concentrada de sus inversiones lo encuentren muy expuesto: Bolivia no se encuentra en condiciones de asumir golpe alguno de la economía internacional como en 2009, y hay que buscar entornos que sí presenten estas condiciones. Anticipar cualquier eventualidad aprovechando los beneficios y las oportunidades únicas de la diversificación internacional es el primer paso en la buena dirección para proteger su patrimonio y el de su familia de manera inteligente.