Acaba de registrarse un nuevo evento comparable al de los Panama Papers de hace tan sólo año y medio atrás: los Paradise Papers, una enorme denuncia mediática del zurdo-periodismo de la ICIJ y la Open Society de George Soros, sobre qué personalidades del mundo, como la reina Isabel II de Inglaterra, recurren al uso de paraísos fiscales, para seguir estableciendo una guerra mediática que restablezca la tan larga como falaz dicotomía entre ricos y pobres a escala global, y probablemente seguir soñando con una nueva Revolución Francesa.
El caso no es demasiado distinto al que ya comentamos sobre los Panama Papers:
- El primer problema de estas investigaciones es que, pretendiendo mostrar a los ricos como los malvados de la película, y a los pobres como víctimas de los primeros, se hackea propiedad privada para primero exponer públicamente a quienes en realidad se protegen del expolio fiscal global, y luego para condenarlos moralmente.
- Que el problema de corrupción está en el origen de los recursos y no en su destino. Si alguien como Vladimir Putin ha sido corrupto, debe ser denunciado, investigado y, si corresponde, sancionado en el lugar y bajo la legislación donde se ha llevado a cabo el hecho de corrupción; no maten al mensajero.
- La alternativa es que se siga incrementando impuestos, y que, además, uno se sienta feliz por pagarlos, pensando, con una importante dosis de ingenuidad incluida, que el destino de esos recursos será la educación, la salud y las carreteras de un país.
- La única forma de evitar los escándalos de corrupción es reduciendo la magnitud de lo robable, es decir, achicando el Estado mediante la reducción del número de atribuciones y competencias del Estado sobre la economía, y no incrementando impuestos a los ricos para que el Estado tenga todavía mayores controles o, lo que es lo mismo, oportunidades para corromperse; de ahí el hecho de que, si existen paraísos fiscales, es porque primero existen infiernos fiscales.
Como ya se vio, realmente no hubo repercusiones por los Panama Papers. No obstante, la diferencia en esta oportunidad es que no planean develar la mayor cantidad de papeles y personalidades involucradas en una sola entrega, sino que irán seleccionando cuidadosamente a quién afectar cuando más convenga; eso es poder para seguir alimentando al Leviatán del que este periodismo infame quiere vivir.
Ahora bien, ¿qué sucedería si uno de mis clientes es víctima de estas investigaciones sobre el uso de paraísos fiscales? Acaba de demostrarse que nada, porque, al menos en Bolivia, no se ha demostrado ilegalidad alguna, y en cuanto la condena moral típica de le ideología de la envidia, la flojera y del robo, la comisión burocrática dedicada a la investigación pública de más de un año y medio ha dilapidado una vez más los recursos tributarios con los que, violentando a su ciudadanía, se los quita por su bien.
Y es más, los Paradise Papers están logrando el efecto contrario al que buscan, porque ayudan a mostrar a nuestros clientes cómo personalidades como nadie menos que la reina Isabel II de Inglaterra establecen estrategias para la preservación de capital de largo plazo. Entonces, haga como ella, porque, por si fuera poco, ahora ya sabe que la tiene de su lado.
Contácteme ahora para que lo ayude personalmente, escribiendo un par de párrafos identificándose y explicando su situación. Pronto le responderé.