¿Recuerda a Bernard Madoff? En 2009 fue condenado a 150 años de prisión por un fraude piramidal de $65 mil millones a su entorno, entre quienes se encontraban tanto amigos personales como bancos, profesores del MIT y fundaciones de caridad y filantropía. Pues bien, en estos días han ido develándose las primeras conclusiones de la investigación de más de un año sobre Enrique Blaksley, mejor conocido como ‘el Bernie Madoff argentino’, el cerebro detrás de Hope Funds y la mayor estafa piramidal de la historia argentina.
Lo más parecido que se ha visto en Bolivia fue con Finsa, Multiactiva u Orcobol a fines de los años 80. Por ejemplo, Finsa (Firma Integral de Servicios Arévalo) se trataba de una hipotética empresa inmobiliaria creada al margen de las reglas establecidas por el sistema financiero, captando los ahorros e indemnizaciones de mineros relocalizados, y prometiendo un interés mensual del 7 por ciento, hasta que, en 1991, luego de aproximadamente cinco años de actividad, se descubrió que la estafa de $50 millones y 22 mil participantes.
Nadie supuso que algo así podría volver a suceder con mayores regulaciones nacionales e internacionales luego de veinte años, pero volvió a suceder con Roghel, que estalló a fines de 2008 bajo el mismo esquema de estafa piramidal de $45 millones.
Hoy en día las estafas más modernas adquieren la imagen de un emprendedor joven y exitoso, que, a pesar de ni siquiera haber terminado la universidad o tener experiencia laboral significativa, se muestra como uno de los empresarios más exitosos de los últimos tiempos, como Enrique Blaksley.
A través de su empresa Hope Funds, Blaksley se hizo conocido por su alto perfil y administrar dinero de personalidades reconocidas del medio, al punto en que compró el Hard Rock Café y el Buenos Aires Design, manejó el merchandising de Boca Juniors, organizó actividades de beneficencia con Roger Federer, Usain Bolt y Lionel Messi, y la prensa lo buscaba de manera permanente buscando su opinión sobre coyuntura económica, pero a fin de cuentas no se trató más que de una estafa piramidal que ascendió a más de $550 millones y 2.000 participantes.
Ahora, el desafío no es que usted simplemente no se deje engatusar por empresarios ego maníacos con negocios piramidales, sino además por políticos ego maníacos. Es decir, no porque un negocio con rentabilidades extraordinarias esté debidamente constituido y que trabaja con un sistema bancario regulado, usted está exento de sufrir las mismas consecuencias que los clientes de Finsa, Madoff o Blaksley, y tampoco en forma de estafa obligatoriamente, pero sí de pérdidas comparables.
Me explico: cuando durante cierto período de tiempo se ha expandido una cantidad de crédito artificialmente barato, o con unas tasas de interés arbitrariamente inferiores a las que el mercado establecería en condiciones de libre competencia, se está induciendo al público a realizar una serie de proyectos de inversión con de una cantidad de recursos disponibles mayor a la que realmente existe (o si el ritmo de expansión crediticia es mayor al ritmo de crecimiento del ahorro). Desde luego, esto no constituye una estafa piramidal necesariamente, pero es algo muy similar: cuando la economía empieza a detectar que todos esos proyectos no podrán ser concluidos en su conjunto, se inicia la inevitable etapa de liquidación y ajuste del ciclo económico, de desaceleración, y peor aún, de una eventual recesión por cuánto se la haya tratado de evitar.
Quienes invierten en proyectos extraordinarios de corto plazo saben perfectamente lo que sucede detrás de ellos; buscan manejar el pico de la ola apostando por ellos en su etapa más temprana posible, para abandonar su posición el momento inmediatamente anterior a su inevitable caída. Sin embargo, quienes no lo saben y son mucho más incautos, lo mínimo que necesitan es un asesor de inversiones y saber de qué está hecha su confianza, y más aún, qué implica tener seguridad sobre su dinero.
Para evitar los ‘casos Blaksley’ y estafas piramidales, los elementos clave son no dejarse deslumbrar por la oferta ni quien hace la oferta, mucho menos por sus promesas de rentabilidad extraordinaria de corto plazo, y no estar obligado a involucrar a terceros, pero respecto de la mejor manera de invertir en el exterior, busque un asesor que al menos:
- Ofrezca y garantice acuerdos estrictos de mutua confidencialidad desde un inicio
- Cuente con una estructura legal y económica internacional comprobada
- Tenga experiencia sobre cómo lidiar con crisis económicas generalizadas y específicas
- Posea un amplio conocimiento sobre las causas de la generación de burbujas de activos
- Cuente con una extensa y sólida red de proveedores internacionales
- No venda productos de terceros para evitar conflictos de intereses
- Conozca personalmente a cada uno de sus proveedores
- No gestione su patrimonio discrecionalmente, sino que lo acompañe en la toma de decisiones
- Disponga de atención directa y personalizada 24/7
- Guarde sólidas credenciales personales, profesionales e incluso académicas
Si necesita de mi ayuda personal para elegir los mejores vehículos de internacionalización e inversión, escríbame dos párrafos que expliquen su situación. Pronto le responderé.