En términos generales, los inversores le llaman ‘ponerse largo’ cuando piensan que pueden ganar dinero si piensan que la bolsa va a subir, pero lo pierden si baja, y le llaman ‘ponerse corto’ cuando piensan que van a ganar dinero cuando piensan que la bolsa va a caer, pero lo pierden si sube. Bolivia tiene muchas limitaciones en muchos aspectos, y por tanto, la alta sofisticación tanto teórica como técnica es muchas veces equiparable a una pelea contra molinos de viento, es decir, aunque los pronósticos sobre el futuro de corto plazo de la economía sean suficientemente robustos y, más aún, se sepa exactamente qué hacer al respecto, las cosas siempre pueden salir mal.
Yo soy uno de los muy pocos que ha estado seguro, y durante mucho tiempo, de que el boliviano inevitablemente va a caer, y que lo hará con fuerza, pero dudo mucho que, a diferencia del episodio 1982-1985, donde algunos sí lograron construir fortuna poniéndose corto contra la moneda local, sea posible endeudarse lo más posible en bolivianos para comprar dólares u otros activos reales, y esperar que una eventual devaluación tan grande como la de un 40% pague una parte comparable de la deuda de la noche a la mañana.
En todo caso, pienso que el escenario más probable será como el de la Argentina de CFK: primero devaluó el peso sin decírselo a nadie, luego, cuando reconoció que había devaluado, dijo que la devaluación había sido menor que la real, y finalmente, cuando se supo de qué tamaño era el agujero de la devaluación realmente, CFK ya ni siquiera era Presidente de los argentinos. Es decir, entre el primer episodio y el último puede tranquilamente pasar todo un períodode gobierno, y en el entretanto uno verá caer el valor real de su sueldo por efecto de la inflación mientras sigue pagando religiosamente su deuda al mismo tipo de cambio oficial de 2011, como si la hubiera asumido en dólares.
Es más, si uno hace un ejercicio muy sencillo para saber si las reservas ya se encuentran por debajo de su nivel óptimo para sostener el actual tipo de cambio, el hipotético caso inflacionista argentino ya podría haber empezado a ser una realidad en Bolivia.
En sólo cuatro años, las reservas del BCB bajaron de $15.000 millones a $7.900 millones; de éstas, $5.900 son en divisas y $1.700 millones en oro. Y entre 2017 y 2018, la liquidez de las reservas cayó de $4.400 millones a $3.300 millones, aproximadamente. La caída es verdaderamente acelerada.
Pues hoy, si se consideran sólo los Bs. 66.500 millones del M1 y se los divide por Bs. 6,96, entonces faltarían $800 millones para alcanzar el nivel óptimo de reservas de $9.555 millones para sostener el actual tipo de cambio.
De manera alternativa, si se divide M1 de Bs. 66.500 millones entre los $8.700 millones de reservas, el tipo de cambio tendría que ser de Bs. 7,62. Es decir, hasta el momento tendría que haberse registrado ya una devaluación del 9%.
O finalmente, si se divide el M1 de Bs. 66.500 entre divisas de $6.300 millones, el tipo de cambio sería de Bs. 10,5.
Es cierto que recientemente, luego del cálculo anterior de hace menos de un mes, las reservas se recuperaron en aproximadamente $500 millones, pero no fue porque algún inversor incauto en el extranjero enloqueció y decidió invertir en el país, o porque hubo un repunte extraordinario en el precio del petróleo que mejoró temporalmente las exportaciones, sino porque nuevamente se recurrió a una nueva maniobra contable con el encaje legal. ¿Qué significa esto? Haber comprado solamente unas pocas semanas de tiempo hasta que vuelvan a tener que ponerse creativos. En el entretanto, ¿cómo se comportó tu flujo de caja libre respecto del tamaño de tu deuda?
Total, todas estas son solamente conjeturas, aunque las advertencias están justificadas, pero si necesitas alternativas de inversión preferiblemente de largo plazo en el exterior, contacta conmigo ahora.