Está claro, el rol que le cabe al actual Gobierno transitorio -y ciertamente lo está haciendo muy bien- es limitarse a preservar la seguridad y defensa hasta convocar a elecciones cuanto antes y que se celebren antes del 22 de enero de acuerdo al mandato de la CPE; habrá compás de espera en el ámbito político, pero esto a la economía no le importa demasiado.
El objetivo de Economía tendría que ser mantener el orden y establecer transparencia de oficio, que implica elaborar un diagnóstico general de la economía. Ahora mismo, probablemente esta se trate de la cartera más delicada de todo el gabinete ministerial ahora mismo, porque cualquier paso en falso puede deteriorar todavía más la economía. De todas maneras, aún se encuentra dentro del margen de los 10 a 15 primeros días ya sea para presentar un diagnóstico general de la economía, o al menos de Hacienda; es lo mínimo que se espera de esta cartera.
Aunque está atado de manos (son las mejores en las que el país podría estar ahora), José Luis Parada ha acertado en recortar cuanto gasto superfluo está pudiendo, y más aún al no devaluar por un lado, y además reactivar las exportaciones por el otro. Hasta aquí vamos muy bien. Sin embargo, llama mucho la atención que no se haya intervenido el BCB ni se haya removido a Pablo Ramos, o que éste ni siquiera se haya manifestado en público desde la renuncia de Morales, siendo que, entre varios otros aspectos, no fue designado por el Parlamento de acuerdo a ley, sino por Morales Ayma o Arce Catacora; es desde Raúl Garrón que los presidentes del ente emisor han entrado todos por la ventana y que se ha convertido al BCB de Prestamista de Última Instancia a prestamista de primera instancia del Gobierno.
Pero eso no sería nada. Es necesario recordar que la economía ya era por demás delicada por una combinación explosiva de factores como un déficit fiscal del 8%, un gasto de alrededor del 45%, un tipo de cambio fijo en Bs. 6.96 desde 2011 cuando las reservas se encontraban alrededor de los $12.000 millones, y ahora de apenas $6.941 millones al 25 de octubre; y por si fuera poco, con iliquidez creciente y -tampoco se ha intervenido la ASFI- una mora y reprogramación bancaria no oficial al 19 de noviembre por encima del 5%.
Con este cuadro todavía anterior a la renuncia de Morales, y una abrumadora campaña de propaganda y falsa información contra el Gobierno de Jeanine Áñez desde el exterior, las ingentes cantidades necesarias de Inversión Extranjera Directa para empezar a pagar la fiesta de Morales y además empezar a crecer a largo plazo, no llegarán pronto (sólo es cuestión de ver cómo cotizan hoy los bonos soberanos de vencimiento más próximo). Los requisitos para esto son mucho mayores a la simple estabilidad de corto plazo, pero sí que hay margen de maniobra para que la economía no se precipite al menos antes de las eventuales elecciones de enero, y la variable clave a vigilar aquí es el nivel real actual de reservas en el BCB.
No obstante, el cuadro económico obligará al gobierno de 2020 a concentrarse en tres aspectos fundamentales: A) manejar las expectativas en función de asumir una nueva realidad altamente adversa; B) concentrarse en hacer no solamente ajustes, que serán inevitablemente impopulares por cuanto más se los pretenda postergar, tratando de mantener artificialmente el nivel de actividad mediante incremento de deuda y devaluación monetaria, sino además reformas estructurales; y C) en evitar un “efecto Macri”, es decir, en evitar que un retorno de Morales como el de Cristina Fernández en Argentina contra todo pronóstico.
Sobre esto último, ya la última campaña electoral dejó muchísimo que desear. Con un diagnóstico por demás esquivo o simplemente equivocado, los principales candidatos propusieron aplicar medidas económicas cosméticas y graduales (cuando no una bochornosa “economía verde y circular”) para evitar los errores “neoliberales” de Macri. Empero, lo que sucedió en Argentina fue que, temiendo el descontento social, fue justamente el gradualismo keynesiano de Prat-Gay lo que terminó prolongando innecesariamente la agonía, para terminar de todas maneras haciendo ajustes, que tuvieron que ser todavía mayores a los que debía asumir en un principio, y cuyos resultados no alcanzaron a las PASO. Fue así que Macri terminó entregando el poder a los Fernández, y una economía todavía peor que la que recibió.
Entonces -habrá que insistir machaconamente-, si se quiere evitar que Bolivia siga argentinizándose todavía más rápido, al eventual Gobierno de 2020 no le queda más que apuntar y evitar desde hoy los errores de Mauricio Macri:
– Nunca mostró la gravedad de la herencia
– Nunca tuvo un plan económico
– Incrementó aún más el gasto
– Incrementó aún más los impuestos
– Devaluó aún más la moneda nacional
– Incrementó aún más la deuda
– Estableció controles de precios
– Estableció controles a las exportaciones
Aquí se lo vigilará celosamente.